Un regalo de Sergio Astorga

jueves, 26 de noviembre de 2009

No es tan difícil


V.van Gogh (1853-1890). Iris - Mayo, 1889. Getty Center de Los Ángeles

Hay veces en que una frase de afecto recibida de quien más quieres y un cuarteto de Haydn son capaces de enderezar la tarde y la noche más torcidas. Aunque los hados suegriles se empeñen en lo contrario.

Que tengan Vds. un día tan luminoso como lo fue ayer el mío.

F.J.Haydn (1732-1809). Cuarteto Op. 33 nº3 en Do mayor. "Pájaro". Melos-Quartett Stuttgart. EMI, 1976

jueves, 19 de noviembre de 2009

VI. Gaspard de la Nuit - Scarbo


Scarbo. Grabado de Callot de la edición de Gaspard de la nuit de A.Bertrand, publicada en París, en 9146 por Chantenay.



Louis (Aloysius) Bertrand - Gaspard de la Nuit

Recita: Carole Bouquet. Deutsche Textbeilage. Ondine Inc., 2004


Scarbo

Miró debajo de la cama, en la chimenea, en el baúl; no había nadie. Y no entendió por dónde había conseguido entrar, ni por dónde había escapado.

HOFFMANN, Cuentos nocturnos.





¡Oh! ¡Cuántas veces he visto y oído a Scarbo, cuando, a medianoche, la luna brilla como un escudo de plata en un pendón azul sembrado de abejas de oro!
¡Cuántas veces he oído el murmullo de su risa entre las sombras de mi alcoba y el rechinar de sus uñas en la seda de las cortinas de mi cama!
¡Cuántas veces lo he visto bajar del techo, piruetear con un solo pie y rodar por el suelo como el huso caído de la rueca de una bruja!
¿Creía que por fin se había desvanecido? ¡El enano se agigantaba entonces entre la luna y yo, como el campanario de una iglesia gótica, con un cascabel de oro tintineando en su gorro puntiagudo!
Pero enseguida su cuerpo se azulaba, diáfano como la cera de una vela, su rostro empalidecía como la cera de un pabilo, y, de pronto, se extinguía.


Aloysius Bertrand. Gaspar de la Noche - Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot. Traducción de Marcos Eymar. Edit. Augur Libros. Primera edición: noviembre de 2008






M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Scarbo. Joaquín Achúcarro, piano. Ensayo, 2001


M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Scarbo. Orquestada por Marius Constant (1925-2004) en 1990. Orchestre de Paris. Dir. Christoph Eschenbach. Ondine,2004



[La rutina de pruebas y consultas hospitalarias ha vuelto y además de ello esta condesa tiene ahora mismo demasiados frentes abiertos para poder entrar en la blogocosa con cierta regularidad. Cuando lean esto llevaré ya casi dos días sin abrir un ordenador (De hecho, esta entrada está programada desde el miércoles a muy primera hora). Es probable que no haya esta vez contestación a sus comentarios. Me resulta imposible. Sí quiero agradecerles a todos la atención demostrada a lo largo de esta larguísima entrada. Yo me divertí haciéndola y aprendí. Espero que les haya satisfecho. Hasta lo más pronto que pueda]

martes, 17 de noviembre de 2009

V. Gaspard de la Nuit - Le gibet (El patíbulo)


Le gibet. Grabado de Rembrandt de la edición de Gaspard de la nuit de A.Bertrand, publicada en París, en 9146 por Chantenay.


Louis (Aloysius) Bertrand - Gaspard de la Nuit

Recita: Carole Bouquet. Deutsche Textbeilage. Ondine Inc., 2004




El patíbulo

¿Qué será eso que se agita alrededor del patíbulo?

Fausto





¡Ay! ¿Eso que oigo será el aullido del cierzo nocturno, o el suspiro del ahorcado en el patíbulo?
¿Será algún grillo que canta acurrucado en el musgo y la hidra estéril con que, por piedad, se calza el madero?
¿Será alguna mosca que caza mientras hace sonar su trompa para esos oídos sordos al estrépito de los gritos de acoso?
¿Será algún escarabajo que, con su vuelo errático arranca un cabello ensangrentado del cráneo pelado?
¿Será quizás una araña que borda media ana de corbata de muselina para ese cuello estrangulado?
Es la campana que repica en los muros de una ciudad, bajo el horizonte, y el esqueleto de un ahorcado al que enrojece el sol poniente.


Aloysius Bertrand. Gaspar de la Noche - Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot. Traducción de Marcos Eymar. Edit. Augur Libros. Primera edición: noviembre de 2008






M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Le Gibet. Joaquín Achúcarro, piano. Ensayo, 2001


M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Le Gibet. Orquestada por Marius Constant (1925-2004) en 1990. Orchestre de Paris. Dir. Christoph Eschenbach. Ondine,2004

sábado, 14 de noviembre de 2009

IV. Gaspard de la Nuit - Ondine (Ondina)



Ondine. Grabado de Rembrandt de la edición de Gaspard de la nuit de A.Bertrand, publicada en París, en 1946 por Chantenay.



Louis (Aloysius) Bertrand - Gaspard de la Nuit


Recita: Carole Bouquet. Deutsche Textbeilage. Ondine Inc., 2004




Ondina

... me parecia escuchar
una vaga armonía que mi sueño encantaba
y junto a mí un murmullo naciente que me recordaba
los cantos entrecortados de una voz triste y tierna.

CH. BRUGNOT, Los dos genios





- ¡Escucha! ¡Escucha! Soy yo, Ondina, quien roza con gotas de agua los losanges sonoros de tu ventana iluminada por los mustios rayos de la luna; he aquí, con vestido de muaré, a la dama del castillo que contempla desde el balcón la hermosa noche estrellada y el hermoso lago durmiente.
"Cada ola es un espíritu que nada en la corriente, cada corriente es un sendero que serpentea hacia mi palacio y mi palacio fue edificado fluido, en el fondo del lago, en el triángulo del fuego, la tierra y el aire.
"¡Escucha! ¡Escucha! ¡Mi padre golpea el agua estridente con una rama de aliso verde, y mis hermanas acarician con sus brazos de espuma las frescas islas de hierbas, de nenúfares y de gladiolos, o se burlan del sauce caduco y barbudo que pesca con caña!

*

Murmurada su canción, me rogó que recibiera su anillo en mi dedo para ser el esposo de una ondina, y que visitara con ella su palacio para ser el rey de los lagos.
Y al responderle yo que amaba a una mortal, ella, ceñuda y despechada, derramó algunas lágrimas, lanzó una carcajada y se convirtió en cellisca que culebreó blanca por mis vidrieras azules.


Aloysius Bertrand. Gaspar de la Noche - Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot. Traducción de Marcos Eymar. Edit. Augur Libros. Primera edición: noviembre de 2008






M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Ondine. Joaquín Achúcarro, piano. Ensayo, 2001


M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Ondine. Orquestada por Marius Constant (1925-2004) en 1990. Orchestre de Paris. Dir. Christoph Eschenbach. Ondine,2004

jueves, 12 de noviembre de 2009

III.Gaspard de la Nuit - Maurice Ravel

Cuando el pianista catalán Ricard Viñes (uno de los más prestigiosos de su época) le prestó a su amigo Maurice Ravel en 1896 el ejemplar que poseía del Gaspard de la nuit de Aloysius Bertrand, ninguno de los dos sabía probablemente el alcance que este gesto tendría doce años después. Tanto impresionó a nuestro compositor el conjunto de poemas que, pasado un año, su compañero y colega tuvo que recordarle que se lo devolviera. Y precisamente su amigo desde la adolescencia será el que defina de forma soberbia al compositor, cuando escribe en su diario que Ravel se sentía atraído por todo lo que era "poesía, fantasía, precioso y raro, paradójico y refinado". Definición muy significativa además, teniendo en cuenta el contenido del libro de Bertrand.

Porque este compositor nacido en Ciboure es quizá uno de los exponentes más claros de cómo diferentes y muy diversas influencias musicales pueden dar como resultado una perfecta paradoja. Y la primera de su vida lo constituye la procedencia tan diversa de sus padres. Era hijo de un educado y culto ingeniero ginebrino, creador del primer vehículo propulsado por gas, y de una pescadera que había pasado muchos años en el País Vasco español y que hablaba euskara. De hecho, él se crió acunado por las canciones de cuna que su madre le cantaba en vascuence y español, lo que constituirá posteriormente en su labor de creador una pertinaz y fértil fuente de inspiración. Y además él se sentía profundamente vasco y le encantaba que lo considerasen como tal.

Y, al igual que ocurrió en su vida, las obras de Maurice Ravel forman precisamente eso: una espléndida, continuada y coherente paradoja.

Compañero de estudios de Viñes en el Conservatorio de París desde muy jóvenes, pronto se dio cuenta de que nunca llegaría a ser un virtuoso del piano (tenía los dedos demasiado pequeños). Empezó a volcar entonces todas sus inquietudes musicales en la composición (siendo apoyado fervorosamente por su profesor Gabriel Fauré). Pero aunque siguieran diferentes especialidades, juntos continuaron explorando, investigando y divirtiéndose con la música. Incluso crearon un club muy particular, Los Apaches, en cuyo círculo se dieron a conocer, en première rigurosa, la mayor parte de las obras para piano de Ravel, cuya interpretación corría a cargo, naturalmente, de su amigo Viñes.

Catalogado de impresionista, la influencia de maestros como Couperin, Haydn o Schubert es tan importante como la de Borodin, Chopin, Debussy, Chabrier, Liszt o Mussorgski. Lo barroco y lo romántico, el post-romanticismo y el impresionismo. Lo antiguo y lo nuevo, las formas arcaicas de las pavanas o sonatinas, mezcladas con el ritmo de vals o los modelos más típicamente románticos.

Pero no se formen de él un concepto equivocado. No fue un copión. Nada más lejos de ello. Fue uno de los más grandes en su faceta compositiva, tanto de piano como orquestal. Tuvo la enorme capacidad de retomar modelos antiguos y reconvertirlos en tipologías musicales totalmente nuevas. En muchos aspectos, siendo heredero de la pianística y los modelos tradicionales, compuso algunas de las piezas más transgresoras y nuevas que se hayan creado para este instrumento siendo, al tiempo, uno de los que mejor supo entender el pensamiento de músicos predecesores orquestando la obra pianística de algunos de ellos.

Se podrían escribir muchas páginas sobre esa mezcla exquisita, preciosa, tejida a modo de un encaje, que forma la totalidad de su corpus musical. O sobre lo que representan sus Miroirs, Jets d'eau, Valses nobles et sentimentales, la Sonatine, Le Tombeau de Couperin, La Sérénade grotesque, Le Menuet sur le nom d'Haydn, su Prélude o sus piezas À la manière de Borodine, À la manière de Chabrier, la Pavane pour une Infante défunte, la Alborada del Gracioso o Le Menuet antique. Pero doctores tiene la iglesia que se lo contarán mucho mejor que yo y por eso les remito a los textos de especialistas tan importantes como André Thomas, Étienne Rousseau-Plotto, Luis Gago o la propia Angela Hewitt, una gran intérprete y conocedora de su obra. En ellos me he apoyado yo para escribir esta entrada (del texto de la última he usado la traducción francesa de Marie Lucchetta). En ellos podrán descubrir Vds. también de qué manera la música antigua se reinterpreta de forma novedosa y rica, conservando la esencia anterior. Al fin y al cabo se adelantó a su época y podríamos decir, permítanme la broma, que todo su obra está imbuída de una exquisita, minimalista y preciosista "deconstrucción musical", utilizando una técnica compositiva impecable, fruto de la cual surge una obra original y que lo define sin ningún género de dudas, sonando además (y principalmente) maravillosamente bien.

Pero centrémos en la composición que representa una de las cumbres del repertorio pianístico: Gaspard de la nuit.

Al igual que su admirado Mozart, era capaz de escribir dos obras radicalmente distintas a la vez (otra de sus innumerables paradojas) y en 1908, al tiempo que finalizaba su deliciosamente luminosa Ma Mère l'Oye (Mi madre la Oca), se sumergía en la oscuridad profunda e inquietante de Gaspard de la nuit. Su padre había muerto muy poco tiempo antes.

En julio de ese año, poco antes de la publicación de su obra, Ravel escribía a Ida Godebska con su habitual humor: "Después de larguísimos meses de gestación Gaspard de la nuit va a ver la luz... El culpable sin duda ha sido el diablo, lo que es lógico puesto que es el autor de los poemas".

Es casi con toda seguridad su obra más moderna, más heterodoxa. El culmen de una trayectoria iniciada en Miroirs.

En la primera parte, Ondine (Ondina), tenemos la "impresión" de escuchar continuamente a su protagonista aparecer y sumergirse en el agua, ora amable y enamorada, ora con desdén y despecho. Cualquier influencia romántica, especialmente de Liszt, ha desaparecido. Debussy está particularmente presente. La forma en que Ravel describe y evoca el claro de luna que convierte el lago en un espejo es sencillamente genial. La ondina canta después tierna y melancólicamente, pero ante el rechazo de su amado mortal, un pasaje fortissimo nos hace sentir su enfado y su risa despectiva.

Le gibet (El patíbulo) nos remite a un angustioso y repetitivo sonar de campanas, de fúnebres augurios, conseguido gracias a un ostinato sincopado de dos notas en Si bemol, que se repite machaconamente durante los 52 compases de la pieza, con un marcado olor a muerte y apoyado en sonidos aparentemente faltos de expresión. Como un soniquete constante que imita a la perfección el tañer de una campana lejana.

Y ese crescendo profundamente renovador desemboca en Scarbo, una partitura que exige una técnica depurada y un virtuosismo más que respetable. Son auténticas piruetas compositivas, pero dentro de una estructura musical perfecta y de un esqueleto "sencillamente" musical, no obstante lo endiablado de la escritura. Y también es la uña de Scarbo, arañando las cortinas de seda (como si del propio diablo se tratase) y la piel de quien está encerrado con él en la habitación, muerto de miedo. Él mismo describió esta tercera pieza como una transcripción orquestal para piano. Y precisamente en esta tercera parte es donde se muestra claramente otra de las paradojas del compositor y su música: no sólo hacer de lo antiguo algo moderno, sino conseguir la perfección, desde la complejidad técnica y la aparente simplicidad artística y musical.




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Para terminar, dos breves reseñas de las versiones que les he traído. Esta vez prometo que sí lo serán. Sólo para que conozcan mi opinión al respecto. Porque, a fin de cuentas, lo que vale es la que les sugiera y sepa crear en Vds.




No hay virtuoso que se precie que no haya interpretado el Gaspard de la nuit de Ravel. Con resultados muy desiguales, todo hay que decirlo. No es fácil tocar, en especial, la partitura de Scarbo y si alguna vez la han escuchado en directo habrán podido comprobarlo. De las diversas versiones que tengo por casa he estado dudando entre la de Angela Hewitt y la que les traigo de Joaquín Achúcarro pero, finalmente, me he decidido por esta última. Aunque dura casi un minuto más que la primera y, en teoría no se apreciaría tanto la capacidad técnica del intérprete, me ha parecido más sutil, delicada y que ha sabido entender mejor el concepto de la pieza musical y del texto de Bertrand. Además no es la primera vez que les confieso mi admiración por el sonido que este veterano concertista (otro vasco), es capaz de sacar al rey de los instrumentos musicales. Aunque mucho mejor que yo lo dice él mismo: "Puedo asegurar que mi versión de Gaspard de la nuit es la más lenta jamás grabada, pero así siento esta maravillosa música. A Ravel hay que tocarlo sin que el virtuosismo técnico esconda la poesía y la intensidad expresiva que encierra".

Pues eso, no hay más que añadir.





Ravel no sólo escribió música para piano. También fue un excelente compositor orquestal. Y empleo a propósito la palabra porque refiriéndonos a él, parece más lógico hablar de "música orquestal" que de "música sinfónica" puesto que su orquesta recuerda a un coro de instrumentos donde ninguno prevalece sobre otro. Realmente, la mayor parte de su producción orquestal, salvo las óperas, Daphnis et Chloé, la Valse y dos conciertos para piano, son transcripciones propias y ajenas de obras pianísticas. Propias a lo largo de casi toda su vida, como Tombeau de Couperin, Pavane pour une Infante défunte, Menuet antique, Miroirs, Alborada del gracioso, Valses nobles et sentimentales, La Habanera, Ma mère l'Oie y Une barque sur l'océan. Ajenas, como diversas piezas de Debussy, Satie, Chopin, Schumann, Chabrier o la archifamosa versión orquestal de "Cuadros de una exposición" de Mussorgski, realizada 50 años después de que el ruso compusiera la obra para piano. Versión en la que supo entender al compositor maldito probablemente como ningún otro. Una matización. Nunca sus obras orquestadas restaron un ápice de interés a las propias obras pianísticas pues es tal la fuerza de éstas (tanto las suyas como las de otros) y tan respetuosa su transcripción que todas las versiones han podido convivir perfectamente sin que las primeras hayan eclipsado nunca a las segundas.

Pero, curiosamente, su obra pianística cumbre tuvo que esperar mucho más tiempo a ser transcrita para orquesta. La realizó Marius Constant en 1990, por encargo de los herederos directos del compositor vasco y las Éditions Durand. Emprendió la tarea con admiración, respeto y mucho miedo, siendo consciente del privilegio que la tarea encomendada representaba. Siguió el ejemplo y la técnica que Ravel había empleado para la obra de Mussorgski. Fruto de ese esfuerzo y trabajo surgió la versión que escucharán Vds. A mí me parece digna, hermosa, fiel y respetuosa con el original. Pero repito que serán Vds. mismos los que se formarán, al degustarla, su propia opinión. Decirles además que de esta grabación orquestada que oirán dentro de muy poco, he tomado la versión recitada del original literario, con la voz sugerente y especial de Carole Bouquet.



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Y bueno, con esta entrada se acabó la tortura teórica a que les he sometido. A partir de ahora, el texto y la música de Gaspard de la nuit se adueñarán de esta bitácora. ¡Ya era hora! Dentro de tres días podrán disfrutar de la primera de las tres piezas. El mismo intervalo de publicación tendrán sus dos hermanas. Les prometo que cumpliré los plazos (de hecho, ya están listas para la tecla naranja).


Les agradezco especialmente a todos la atención dedicada a estas tres primeros capítulos, más áridos de lo habitual y sin el aliciente de la música. Y también porque precisamente gracias a la preparación de ellos, yo he aprendido a entender algo mejor las dos piezas: la literaria y la musical. Mis disculpas si les he aburrido. Estoy segura de que, con su generosidad habitual, sabrán perdonarme.

Buenas noches.

jueves, 5 de noviembre de 2009

II. Gaspard de la Nuit - Aloysius Bertrand

¿Quién es Gaspard de la Nuit? ¿Un personaje? ¿El narrador? ¿El propio Louis Bertrand? ¿El hacedor de un rito mágico? ¿El guardián del secreto?

Vayamos por partes. Louis-Jacques-Napoléon Bertrand (1807-1841), parapetado tras el pseudónimo de Aloysius Bertrand, crea un personaje al que hace autor de su propia obra. Es decir, su timidez y discreción lo llevaron a esconderse detrás de si mismo y, posteriormente, detrás de otro. Todavía va más allá cuando al inicio de su obra identifica a Gaspard de la Nuit, inequívocamente, con el mismísimo diablo. Y Gaspard es como un especialísimo y particular diablo cojuelo, que hubiera sustituído la picaresca por un sentido arcano y oscuro de la vida y los sueños y que, en lugar de destapar los tejados de las casas, levantara los de nuestra propia alma, enfrentándonos así a nosotros mismos.

Pero el nombre de Gaspard no está elegido al azar. Proviene del término persa "Gizbar", que designaba el cargo del tesorero real.

Gaspard es pues el mismo diablo, pero también el tesorero de la noche, el que guarda celosamente, esconde y cuida todo lo oscuro, lo misterioso, lo oculto o precioso que la noche encierra.

La obra Gaspard de la Nuit fue el único libro que escribio el anónimo y apocado Louis Bertrand. Con él inauguró en su país el género que el propio Baudelaire dio en llamar poesía en prosa. Y él solo bastó a quien lo escribió para pasar a la historia de la literatura universal, por la puerta grande y con todos los merecimientos.

Definido pues el texto como poemas en prosa, está dividido en seis partes que, a su vez, tienen varias subdivisiones y consta de un anexo con papeles diversos escritos por su autor. A pesar del reconocimiento del que goza hoy en día, el recorrido que tuvo que realizar la obra desde su creación fue largo y hasta espinoso. Modificado, corregido y pulido continuamente por Bertrand, no pudo ver la luz sin embargo hasta 1842, en una edición póstuma y llena de erratas publicada en Angers, que puede ser considerada uno de los más espectaculares fracasos de la edición literaria. Se vendieron 20 ejemplares.


En la dedicatoria que su autor hacía a Victor Hugo, podía leerse: "... Entretanto el librito que te dedico habrá corrido la suerte de todo lo que muere después de haber entretenido, acaso una mañana, a la corte y al pueblo". De no ser por Baudelaire, las palabras de ese italiano de nacimiento, criado en Dijon, periodista que saltó a Paris para regresar enseguida a su querida capital de la Borgoña, habrían sido exactas y proféticas.

Todos los relatos y poemas son la expresión hermosa y extraña de imaginaciones, ensoñaciones o pesadillas, relacionadas en muchos casos con la Edad Media y su mundo escondido, plagado de leyendas, mitos y personajes fabulosos, tan queridos posteriormente por el Romanticismo.

Pero el texto lleva un curioso subtítulo:

Gaspard de la Nuit

Fantasías
a
la manera
De Rembrandt y Callot


Dos conceptos pues y dos maneras radicalmente opuestas de entender la obra pictórica y el arte en general. Sus poemas, como pequeños cofres preciosos que ocultan lo que de más hermoso y escondido y oscuro guarda la noche, son pinceladas de cuadros diversos. Algunos difuminados y exquisitos, llenos de rigurosa orientalidad rembrandtiana. Otros, en cambio, son nítidos, de línea marcada y clara, a la manera de los grabados de Callot. En otros muchos casos, los poemas están dotados de una atmósfera que adquiere vida propia como en Velázquez o que esconden el horror de la guerra y de nuestros propios monstruos, como si la mano de Goya le guiase a Bertrand la pluma. Podrían extenderse los ejemplos a Veronés, Durero o Brueghel.

Pero dejémonos ya de charlas. Este compacto, extraño y a ratos nada complaciente ni fácil texto, nos conducirá a través de nosotros mismos por obra y gracia del propio Gaspard, creador de seres fantásticos como Scarbo, gnomo de innumerables tesoros, tal y como lo definiría el propio Bertrand.

Tanto la obra literaria de Bertrand como la musical de Ravel creo que pueden ser definidas de forma bastante correcta como heterodoxas. Quizá esto hace también que la música complete y envuelva los poemas de forma tan espléndida. Pero mientras esa visión completa y fusionada de ambas obras llega, aquí tienen un adelanto de la obra del enamorado de Dijon, su ciudad. Dejen descansar a su inteligencia más racional y permitan que la emocional aflore, llevándoles a través de la extraña hermosura de esta ensoñación.

LA HABITACIÓN GÓTICA

Nox et solitudo plenae sunt diabolo

Los Padres de la Iglesia


De noche, mi habitación está llena de diablos.



- ¡Oh! La tierra - le murmuré a la noche - es un cáliz embalsamado; su pistilo y sus estambres son la luna y las estrellas.

Y con los párpados pesados por el sueño, cerré la ventada marcada con la cruz del calvario, negra en la aureola amarilla de las vidrieras.

*

¡Si la media noche - la hora blasonada de dragones y diablos - sólo trajera al gnomo que se emborracha con el aceite de mi lámpara!

¡Si sólo trajera a la nodriza que, con una nana monótona, acuna en la coraza de mi padre a un bebé nacido muerto!

¡Si sólo trajera al esqueleto del lansquenete emparedado bajo la madera, que golpea con la frente, el codo y la rodilla!

¡Si sólo trajera a mi antepasado que sale andando de su marco carcomido, y moja su gantelete en el agua bendita de la pila bautismal!

¡Pero trae a Scarbo, que me muerde el cuello y que, para cauterizar mi herida abierta, hunde en ella su dedo de hierro al rojo vivo!

Primer poema del tercer libro de Las Fantasías de Gaspard de la Nuit: La noche y sus prestigios.





Aloysius Bertrand. Gaspar de la Noche - Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot. Traducción de Marcos Eymar. Edit. Augur Libros. Primera edición: noviembre de 2008


Quisiera nombrar de forma especial a Marcos Eymar, autor del prólogo y traductor de la versión española manejada y cuya imagen y ficha bibliográfica aparece más arriba. Sus notas y conocimientos me han ayudado mucho a introducirme en el texto y realizar esta entrada. No es la única fuente manejada. Todas ellas y mi propia opinión sobre el libro han configurado la mayor parte de este post. Si se animan y lo leen, sin duda llegaran a conclusiones diferentes. Es una de las grandezas de la lectura.



Por último, les traigo el nombre y el rostro de quien recita los poemas que escucharán en las entradas dedicadas a las tres partes de la obra. Se trata de la actriz francesa Carole Bouquet. Su voz les ayudará a sumergirse en el bellísimo texto.


Y ahora, sin más, disfruten de la obra de Bertrand que yo, por hoy, ya les he robado demasiado tiempo.

Buenos días.

domingo, 1 de noviembre de 2009

I. Gaspard de la Nuit - Preludio



Como dejar transcurrir el tiempo y consultar las cosas con la almohada nos hace moderarnos en actitudes, razonamientos y empeños, a lo largo de estos días he tomado la decisión de efectuar la rentrée (en sentido musical estricto) no con música de "bárbaros tudescos", sino con una afrancesada y sutil.

Todos Vds. conocen mi debilidad por Debussy. Durante este año varias piezas suyas han complementado las entradas de este blog. Sin embargo, hasta hace bien poco Ravel no había entrado a formar parte del menú musical de la bitácora y no por falta de ganas, ténganlo por seguro.


Maurice Ravel (1875-1937)




Debo reconocer que tardé en disfrutar de la música de don Mauricio a causa de su Bolero. Les confesaré que no lo soporto... y les aseguro que lo he intentado, pero es que no hay manera. Sus aires orientales y su tema repetido hasta la saciedad siempre me han alterado los nervios. Comprendan además que nunca he sido una admiradora de Bo Derek... toda ella tan estirada y turgente.

Por eso (les confieso mi estupidez) fui dejando de lado su música. Realmente redescubrí a Ravel la primera vez que escuché en directo Ma Mère l'Oye (Mi Madre la Oca), dirigida en el Auditorio de Madrid en abril de 1994 por un Giulini en estado de gracia. Inmediatamente después vino la Pavana para una infanta difunta y, a partir de ahí, toda su obra para piano: Los Valses nobles y sentimentales, Sonatina, Minueto antiguo, La tumba de Couperin, Espejos, etc. etc. Después vendrían ya las obras orquestales, de cámara, líricas y vocales, aunque reconozco que siempre vuelvo una y otra vez a sus composiciones para piano solo. Definida su obra al igual que la de Debussy como claramente impresionista, ciertas piezas se convierten en auténticos encajes de holanda, tejidos y entretejidos con una sutileza y delicadeza extremas.

Pero de todas esas piezas para piano que el tiempo y excelentes interpretaciones me han ido regalando, la obra que desde hace años me encandila y confieso es mi favorita es Gaspard de la nuit. Porque es un punto y aparte tanto en su composición como estilística y técnicamente hablando. Además, me he pasado las vacaciones de este verano y del anterior escuchando a todas horas precisamente esa música...

Y puesto que el post va hoy de confesiones, les diré que lo que están leyendo ahora forma parte de un viejo proyecto que se quedó en el cajón hace más de un año. No me encontré de repente con ganas de terminarlo y empezó a acumular polvo. Ni siquiera cuando cayó en mis manos el libro en el que está inspirada la música de Ravel me vi con ganas de iniciar la entrada. Eran tantas cosas las que quería decir que no sabía por dónde empezar ni cómo desarrollarlo. Sin embargo hace unas cuantas mañanas, escuchando de nuevo la música, a esta condesa le vino la ventolera y con la energía que sólo dan los repentes se puso a ello con renovada fuerza. Y hete aquí, por fin, la entrada que debía, me debía y les debía desde hace 13 meses.


Este post de hoy, en contra de mi costumbre, va sin música pero todo tiene su razón de ser. Ésta es la primera entrega de seis (tarde, pero contundente) que dedicaré al Gaspard de la Nuit: el Preludio, sobre el que ahora reposa su mirada; las dos Entradas, que van de teoría y en la que les soltaré el rollito sobre lo poco que sé acerca del texto y la música respectivamente, y una por cada una de las partes en que se divide, tanto la obra musical como los trozos del texto en que aquélla está basada. Eso sí, deberán considerarla como un todo único e indivisible puesto que tiene unidad formal y de fondo. Porque me apetece que la escuchen, oigan, lean y admiren en su totalidad. Sí, no me repito. Quisiera que primeramente, una vez introducidos en mi porqué y en el de la obra, oigan el texto original que Aloysius Bertrand imaginó. Lean detenidamente después su traducción al castellano. Por cierto, les recomiendo vivamente que le echen un vistazo al libro. Su cuidadísima edición, el tacto de su papel o de la lisura de su portada y el olor que desprenden sus páginas ya merece el precio del mismo. Es más, yo les aconsejaría que pidiesen a alguien que se lo regalase: se vuelve aún más valioso.


Louis-Jacques-Napoléon “Aloysius” Bertrand (1807-1841)



Y les aconsejo que terminen cada episodio escuchando una versión de la obra de Ravel a piano (como originariamente fue creada) y una versión orquestal, hermosa y dignísima, transcrita por Marius Constant en 1990. Serán bastantes minutos de escuchar y leer (ése es uno de los motivos de haber dividido esta entrada en capítulos; para no cansarles ni convertirles en aburrida una obra delicada, frágil y bellísima. Aunque les repito que deben considerarlos como un todo), de modo que tengan paciencia y racionen lecturas y audiciones, que las sobredosis no son buenas. Tendrán las completas fichas biblio y discográficas en cada una de las mini-entradas.

Les aseguro que es para escuchar y leer con calma, despacio y disfrutar Gaspard de la Nuit como si de un bocado de alta cocina se tratase (me da igual si les gusta la tradicional o la creativa o ambas. Ustedes eligen). Técnicamente es una obra innovadora, rompedora que diría un joven de los de hoy, pero no se fijen exclusivamente en eso. Dedíquenle el tiempo y la tranquilidad que se merece. Seguro que la serenidad, esa dama huidiza y casquivana, les hace el regalo de su compañía...


Buenas tardes.