Domenico Ghirlandaio (1449-1494). Nacimiento de la Virgen. (1491). Capella Tornabuoni. Santa Maria Novella. Florencia. (doble click para ampliar)
Por el hueco que la noche va abriendo se cuelan alborotados pensamientos de luminoso azul cobalto y verde jade, empapados de callada y oscura serenidad en fa menor. El agua gotea tranquila, acompasada y persistente. Hace sueño.
J.S. Bach (1685-1750). Concierto para piano nº 5, en fa menor, BWV 1056. II Largo. Murray Perahia. Sony, 2001
Variaciones Goldberg vuelve a abrir hoy sus puertas por un motivo tan importante como el de la semana pasada. Así pues, nueva rotura de candado porque nuevas razones lo merecen.
Mañana, día del Libro, en la Librería Aviraneta de la calle San Bernardo 128 de Madrid, tendrá lugar un acto especialísimo. Y lo es, en primer lugar porque se trata de la presentación de un libro y eso ya de por sí es meritorio en los tiempos que corren. Pero es que además su autora es también muy especial. Por lo cercana, por lo querida y porque forma parte del mundo bloguero en general y de ese grupo dentro de él que ha publicado obra, en particular. Como ya la precedieron Nano, de Ángeles sobre Berlín; Ramiro, de Cuaderno de Fulgores; Aroa de el viaje de las pléyades; María, de María y su vestido a rayas; Lara, de Guarda tu amor humano; Diego, de Las palabras del agua ; Fernando, de La nave de los locos (seguro que me olvido de alguien. Ruego encarecidamente que me perdone). Y como inmediatamente después la ha seguido Charles de Batz, de Tornavientos. Y como, a no mucho tardar y con seguridad, lo harán Gemma Pellicer de Sueños en la Memoria, Izaskun Legarza de Siempre con historias o Joseba Molina de Cerezas en la nieve. Para mí, personalmente, existe una tercera razón. Nació en Sax y ese pueblito de la provincia de Alicante significó para mí muchas cosas cuando era pequeña y lo veía un par de veces al año, al borde de la carretera, camino de Alicante. Su castillo con su tortuga y su Virgen recortadas sobre un cielo limpio que olía ya a iodo y brea, era anuncio de proyectos e ilusiones veraniegas o promesa de un recuerdo vivo hasta el año siguiente.
Compré Dido, reina de Cartago cuando salió y literalmente lo devoré. Y me gustó tanto y me lo pasé tan bien al leerlo que fue regalo de Reyes para tres de mis amigos más queridos.
He seguido de cerca las críticas sobre la obra, las entrevistas realizadas a su autora, la reseña de Mita en Corrientes de Agua y azahar. Este libro además me ha ayudado a recordar La Eneida de Virgilio, leído en primer curso de carrera y olvidado ya en muchos detalles.
Y sin embargo, esta Dido es tan distinta a la que aparece en los clásicos y a la de las múltiples versiones literarias o musicales que de ellos bebieron...
No quiero destriparles lo más mínimo la obra de Isabel. La novela, Dido y la propia autora se merecen ser leídas por Vds. Ni se imaginan hasta qué punto van a divertirse con ella. Pero sí les diré que se opone a los textos latinos en algo fundamental: la forma de narración y la visión que Barceló da del personaje.
Su estilo narrativo es limpio, que no simple; conciso y claro, que no simplista. Poliédrico y lleno de matices, que no árido ni farragoso. Y con una capacidad de cautivar tal que Vds. también lo devorarán.
Y les aseguro que se enamorarán de esa mujer fuerte, valiente, honesta y generosa hasta el límite que fue Dido. Aprenderán a conocerla tal y como debió de ser realmente, con independencia y a pesar de lo que digan las crónicas oficiales y la tradición.
Durante y tras su lectura, he escuchado y visto varias veces la ópera de Henry Purcell, Dido y Eneas. Es una lástima no poder hablar ahora de ella pero eso volvería esta entrada excesivamente larga y plomífera y restaría fuerza al verdadero motivo de ser de la misma y protagonismo a quien hoy lo tiene en esta casa en razón única y exclusiva de su propio mérito: Isabel Barceló.
Límitense pues a escuchar las piezas de la misma que hoy les traigo como acompañamiento al texto que pronto tendrán el placer de saborear. Oír la música del compositor británico siempre es un halago al oído.
Y, por favor, los que viven en Madrid, no dejen de ir a saludar a Isabel, nuestra Isabel Romana de Mujeres de Roma y escuchar la presentación de su novela. Habrá posterior charla y vinito. Lo pasarán bien y saldrán de la libreria con un autorregalo bajo el brazo que les proporcionará serenidad, placer y belleza durante las horas que dure su lectura y un sabor espléndido de boca en el recuerdo, una vez terminada. Yo he vuelto a leerla en estos días y no dejo de darle las gracias a Isabel por escribirla.
Acudan pues a la cita los que puedan y buenas tardes a todos.
H.Purcell (1959-1695). Dido y Eneas. English Chamber Orchestra. Dir.: Sir John Barbirolli. Dido, Victoria de los Ángeles. Belinda, Heather Harper. Coro, Ambrosian Singers. EMI, 1966 y 1995.
Hay ocasiones en que merece la pena romper el silencio. Especialmente cuando se trata de dar a conocer algo hecho por otros. Y retiro provisionalmente el candado (a lo largo de este mes quizá lo haga incluso un par de veces más por idénticas o parecidas razones) ya que el motivo bien vale la pena. En primer lugar, porque se trata de algo realmente bueno y después, porque su obra y su trabajo provocan admiración y respeto. Si además de estas dos premisas quienes lo hacen posible tienen desde hace mucho tiempo mi cariño y mi aprecio, cuando no mi más profundo afecto, entonces reflejarlo en la propia bitácora y darle la mayor difusión posible se convierte en una necesidad, una gustosa obligación, un lujo y un privilegio.
De modo que abandono por un momento la metamorfosis (muy adelantada por cierto) para presentarles el número 6 de la Revista Delirio. Eso sí, como siempre, me he visto atacada por el síndrome del conejo de Alicia y esta entrada llega con 10 días de retraso. Pero es lo que tiene estar dentro de un capullo en pleno viaje interior, que pierde una la noción del tiempo.
Con todo, nunca es tarde si la razón lo vale... Y Delirio cada vez lo merece más. Como nunca viene mal hacer un recuento, los que todavía no la conozcan (si es que queda alguien, cosa que me permito dudar) podrán ver en el enlace anterior los números previos de esta joya digital y gratuita: Uno, Dos, Desnudo, Silencio y Metamorfosis. Sumérjanse en ellos y disfrútenlos.
Hete aquí pues a la nueva criatura sin más dilación y con tachán-tachán y redoble de tambores incluído...
DELIRIO - SUEÑOS
No se corten. Hagan click para pasar a pantalla completa y disfrútenla.
Y número a número Delirio va creciendo en calidad, colaboradores y colorido gracias fundamentalmente a Aída (cada día te quiero más, ¡coño! Y a ver si abres el blog...), Óscar Varona y Paco Martos. Los tres y algunos más hacen posible la supervisión de contenidos, edición, maquetación, portada, etc., amén de ser los tres magníficos ilustradores y escritores. Por ellos y para ellos suena esta cancioncilla, que no tiene que ver con la música habitual en esta bitácora pero que les va como anillo (del nibelungo) al dedo.
Estrella Morente - A qué niegas el delirio (malagueña). Del álbum Mi cante y una poema. Virgin Records España, 2001.
Y también quisiera dar la enhorabuena a Izaskun (pp.38 y 39) y Gemma (p.112), que han contribuído con sus preciosos textos a hacer posible esta nueva edición. A mí me encontrarán muy fácilmente en la penúltima página. Esta vez no es que me estrujara yo mucho las meninges con la colaboracion, no. Contra mi costumbre, bien cortita (en el más amplio sentido del término) resultó.
Y como el número recién nacido va dedicado a los sueños, hoy les traigo, aunque de forma indirecta, uno de los más conocidos: El sueño de una noche de verano de Shakespeare. Hermosa y extraña obra que inspiró la homónima de Felix Mendelssohn y La Reina de las Hadas de Henry Purcell. Con sendos vídeos de las dos últimas les dejo.
Hace bien poco alguien me dijo que estaba sembrando lástima y pena y que así recogería. Al principio me enfadé profundamente y le contesté (indignada y muy cabreada también) que para nada, que se equivocaba de medio a medio, que llevaba mucho tiempo intentando no caer y ser fuerte y luchar cada día. Terminaba mi réplica lamentando que opinase de mí de esa manera.
Pero después no pude (o no quise evitar) ponerme a pensar sobre ello. Y llegué a la conclusión de que quizá quien me lo dijo no anduviese del todo errado. Que ya estaba empezando a resultar muy patética con tanta tristeza y tanto dolor. De modo que me lo he pensado bien y he decidido que Vds. no tienen por qué aguantar más lloros ni más quejas. Que basta. Pero como esas cosas no se consiguen de la noche a la mañana (o de la mañana a la noche) y requiere su pelín de metamorfosis y las metamorfosis precisan de un capullo (de seda o sentimental, que tanto da) y dentro del capullo (con perdón) es donde se trabaja despacito y a escondidas para que el cambio se produzca, he considerado que lo mejor que puedo hacer por Vds. y por mí misma es echar el cierre por una temporadita.
No sé si durará tres días, dos meses o medio año. Ya saben de mi proverbial incapacidad para organizarme y, por tanto y con mayor razón, para restaurarme. Pero necesito con urgencia afianzar los cimientos, revocar la fachada y reforzar los elementos portantes (o tectónicos) para que el edificio no se venga abajo. Si prefieren términos algo más musicales, les diré que tengo que mejorar la armonía porque si no el esqueleto musical no soportará una melodía mal trenzada.
Y para que las restauraciones sean efectivas y hechas comm'il faut, hay que echar la persiana y trabajar a puerta cerrada y en silencio. Con seriedad, con paciencia, con profesionalidad. Despacio.
No es fácil trocar el llanto en sonrisa y risa abierta de modo que no sé lo que tardaré pero lo que es evidente es que ya no quiero llorarles lo más mínimo, ni darles lástima o pena, porque nunca las he soportado ni he pretendido inspirarlas. Espero que cuando consiga romper el capullo (de nuevo perdón, que esta condesa anda hoy poco delicada y sí en exceso campechana y algo vulgar) y salir renovada y libre de barnices sucios y ocultadores de los colores originales, estén ahí al otro lado, para seguir disfrutando con la música que les regale.
Y como he decidido empezar mi tarea hoy mismo y aprovechando que es viernes santo, les dejo con música solemne. No, no se me asusten. Que ésta no les va a resultar nada pesada. No les voy a poner una Pasión de Bach que sería lo lógico. Además andan Vds. últimamente un tanto irreverentes, descreídos con Ratzinger Z, y lo que es peor, un tantolapidarios,con lo que no seré yo quien se arriesgue a servir de diana a sus cantazos.
Les dejo un bello y sonriente regalo de Pascua. Con un gran cómico y mejor persona: Peter Ustinov.
El primero de los vídeos es una imitación divertida y curiosa de las óperas mozartianas y la música folclórica rusa, suiza y española:
El segundo, es una deliciosa explicación de la Sinfonía del Adiós o de los Adioses de Haydn, que me viene que ni pintiparada para hacer mutis por el foro: