Un regalo de Sergio Astorga

viernes, 22 de octubre de 2010

Intermezzo

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Barbecho: 1) Campo que se deja sin cultivar durante un año o más, para que descanse. Estado de ese campo: Estar [Quedar] en barbecho. 2) Campo ya labrado para sembrar en él. 
(Diccionario María Moliner. Tomo I pag. 345. Madrid, Ed. Gredos, 1983) 







J.S.Bach (1685-1750). Variaciones Goldberg. Murray Perahia. Sony, 2000


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sábado, 2 de octubre de 2010

Esto es to... esto es to... esto es todo, amigos.


Federico de Madrazo y Küntz (1815-1894). Retrato de  Doña Amalia de Llano y Dotres,
Condesa de Vilches. 1853. Museo del Prado. Madrid.



Con estas palabras del amable y educado Porky terminaban los quince minutos de los únicos dibujos animados, en blanco y negro por supuesto, que echaban por la tele durante mi infancia. Y me vienen al pelo ahora.

Y sí, esto es todo, amigos. Es que la cosa no da más de sí. Estoy cansada, muy cansada. Las Variaciones van a cerrar sus puertas. No sé si momentánea o definitivamente. De todas formas, ya conocen que como cambio de opinión con harta frecuencia, puede que dentro de dos días me dé por publicar una entrada. Nunca se sabe, porque la noche suele ser mala consejera para tomar decisiones y yo no sé si la que ahora tomo me durará mucho o no. Me temo que sí que va a durar. Y aprovechando que este blog tiene excesivo peso (como la dueña), que se abre mal y tarda mucho en cargar (como la dueña), he creído que es el mejor momento para un larguísimo paréntesis.

De modo que Fafner ya no tendrá que hacer horas extras para contarles las dichosas vacaciones en Bretaña, Fasolt ya no le reirá las gracias a la condesa ni andará suspirando detrás de ella por los pasillos y ésta ya no les traerá a mal traer con su frivolidad y exquisitez a todas horas. Verán, adoro a la condesa. Recuerdo que el personaje surgió entre todos y poco a poco y me gustaba, me gusta mucho. Representaba todo lo que a mí me habría gustado ser y no fui pues ella tenía todo lo que a mí me faltaba: belleza, sonrisa continua, un carácter envidiable, unos ojos brillantes y seductores, un precioso vestido azul turquesa y todo el atractivo del mundo, amén de un montón de rendidos admiradores a sus manos y pies. Y también le faltaba todo lo que a mí me sobra: años, kilos y tristezas. Nunca me creí ella ni lo pretendí. Me divertía y nos divertía a casi todos. Pero pienso que ha llegado la hora de dejarla descansar. Porque las faldas de la condesa no siempre esconden cosas hermosas. A veces también hay miserias. Además, no se me quejen. La condesa Amalia, murió a los 52 años y yo ya cuento con 53, de modo que se llevan uno de propina.

Y miren, yo ya me he cansado de darles la tabarra con los pozos que se abren y se cierran, la falta de risas y los llantos. Se acabó. Mi psiquiatra estará encantado de tenerme otra vez en su consulta y como a él le pago y es su obligación, será el único que se va a tragar los berrinches, las llantinas y los malos rollos. No voy a utilizar este blog como psicoterapia ni a aburrirles, entristecerles o preocuparles otra vez. No señor.

No estoy en casa, ni siquiera en mi ciudad o mi provincia. Así será todo más fácil. Les repito que no sé si es definitivo o no pero, desde luego, es un adiós.

Y como la 45 de Haydn lo mismo vale para un roto que para un descosido y como no es mala música para despedirse, con ella y con el retrato que Madrazo hizo de y para la Condesa de Vilches, les dejo.


J. Haydn (1732-1809). Sinfonía nº 45 en fa sostenido menor, Hob. I/45. 1772. Abschiedssymphonie (sinfonía de "Los Adioses"). Concierto de Año Nuevo de Viena, 2009. Orquesta Filarmónica de Viena. Director. Daniel Barenboim



Que los dioses les guarden el camino.