Un regalo de Sergio Astorga

miércoles, 30 de julio de 2008

Umbral




Abrió la puerta y salió al exterior. El aire frío se le coló garganta abajo, no hubo necesidad siquiera de aspirarlo. Se detuvo un momento. El miedo le sonrió desde la esquina...

Total, ya no tenía remedio. Había pasado y punto.

Bajó los escalones y echó a andar.

[Astor Piazzola - Tango Sensations para cuarteto de cuerda y bandoneón. IV Fear (miedo). Alban Berg Quartett y Per Arne Glorvigen, bandoneón. EMI, 2004]

lunes, 28 de julio de 2008

Doble privilegio

Cuando se tiene la inmensa suerte de poder disfrutar de una música como ésta...

JS Bach- Allemande de la Suite inglesa nº 2 en la menor. BWV 807. Andras Schiff. Decca, 1988

.... o como ésta...

Un bel di vedremo - Madame Butterfly - G. Puccini. Maria Callas. Coro e Orchestra del Teatro alla Scala di Milano. Dir. Herbert von Karajan. EMI, 1955


... o incluso como ésta...

Cuarteto para cuerda Op.3 I Langsam (despacio). Alban Berg. Alban Berg Quartett. EMi, 1987


... casi todas las palabras sobran...


...Pero me gustaría que supieran que la música de esta bitácora tiene razón de ser sólo porque Vds. están al otro lado.

sábado, 26 de julio de 2008

Sinestesias III

[Para Mega y Antonio Rodríguez que, como yo, llevan la cámara fotográfica incorporada de serie y son de dedo fácil]

Madrid es una ciudad neurotizante y neurótica. Fagocita a los que viven en ella. Puede ser además despótica y voraz, burlona y dominante, inhóspita y perversa, cruel incluso a veces. Pero de tanto en tanto y por sorpresa abre una puerta y se deja mínimamente acariciar; apenas el tiempo suficiente para que la hoja vuelva a cerrarse. Entonces me reconcilio con ella y la recupero como cuando de pequeña salía a descubrirla de la mano de mi padre, en una época en que todo era menos perfecto y más amable.

Ayer fue fiesta en Madrid. Fiesta, verano y puente. La ciudad parecía otra. Era una cría perezosa y traviesa remoloneando en la cama sin decidirse a ejercer de ella misma. Y era también un joven caprichoso y seguro de sí que mira fijamente, insinuando en la sonrisa semiabierta y burlona un sin fin de posibilidades a cual más atractiva. Ayer Madrid me dio un respiro y se me ofreció con descaro. Salí detrás de él, fiándome de él, con la certeza más inconsciente y absoluta de que esta vez lo poseería.

No tardé en encontrarlo; se dejaba seguir. Si son capaces de sortear la autopista de Barcelona por la izquierda, recalarán en el parque más hermoso que hay en esta dichosa urbe. Sin ruidos, sin coches, sin gente, sin calor. El parque de El Capricho es la llave de esa puerta entrevista, a través de la que él se deja querer tan pocas veces.

La reconciliación valió la pena y el reencuentro fue tan corto e intenso como agotador y fulgurante. Madrid es un amante tirano y egoísta, despreciativo y acaparador pero un gran amante cuando quiere. A mi pesar, yo ya no puedo prescindir de esos encuentros inesperados, escasos y furtivos.

Me temo que esta ciudad me tiene enganchada sin remedio.


[para acompasar con las imágenes]





[para acompasar con las imágenes]







Para las piezas musicales 1, 3 y 4 Narciso Yepes y el Cuarteto Melos, en una grabación de 1975 para Deutsche Gramophon (y antes, Polydor).
1) Allegreto del Quinteto n 7, G 451, en mi menor.
3) Allegro maestoso del Quinteto n 4, G 448, en Re mayor.
4) Andantino del Quinteto n 9, G 453 en Do mayor.
Para la pieza n 2, I Musici y Pina Carmirelli. Philips, 1986
2) Minuetto del Quinteto nº 5, G449, en Mi mayor.
Para la pieza n 5 Orq. RTVE con Enrique G. Asensio. RTVE Música, 2004
5)Seguidillas: Los españoles se divierten por las Calles de Madrid de "La Música Nocturna de Madrid"]

domingo, 20 de julio de 2008

Come again

Mis queridos amigos, héteme aquí de nuevo.

En primer lugar, mis disculpas por no haber podido despedirme de Vds. como se merecen. Razones de falta de tiempo me obligaron a salir con premura de Madrid, camino del norte, sin tener ni siquiera un minuto para publicar una entrada, aunque fuese breve.

Razones también de premura me han hecho volver precipitadamente a este Madrid, inhóspito e inmisericorde para con los ciudadanos que se niegan a abandonarla: el calor hoy ha sido inhumano.

Esta mañana me he telefoneado Fasolt, mi valet de chambre, al que puede que Vds. hayan conocido durante mi ausencia. Me ha pedido que regrese. Había intentado por todos los medios no llamarme, pero llevaba un par de días encontrándose mal y el malestar no sólo no remitía sino que había empeorado.

Lo cierto es que una vez en Madrid y dado que su aspecto no auguraba nada bueno, hemos llamado al médico. El galeno no ha sido capaz de hacer un diagnósito claro del mal que lo aqueja, pero lo cierto es que tendrá que guardar cama y reposo durante una algo más que breve temporada.

Ciertamente ha sido un duro golpe. Aprecio a Fasolt desde que hace ya muchos años (no diré cuántos) entró a mi servicio. Me ha sido siempre leal y me comprende mejor que muchas otras personas que he tenido y tengo más cerca. Siempre he contado además con su aprecio y siempre también con su casi invisible tutela, contrarresto eficaz a mi natural atolondramiento. Espero poder seguir acudiendo a él cuando necesite consejo en ciertos asuntos, siempre que no le canse ni le turbe. Tengan por seguro que cuidaremos de él con la dedicación que se merece hasta su recuperación.

Me toca por tanto hacer de nuevo las tareas de anfitriona, aunque debo advertirles que tendré que ausentarme a menudo de la capital, así que la publicación de entradas no será sistemática ni periódica, lo que por otra parte es habitual en mí.

Y para celebrar mi regreso y puesto que regreso, les he traído algo ligero que nos permita soportar la canícula. Vamos pues con un inglés, que si no luego se me quejan agriamente. (No se crean que por estar lejos no me han llegado sus comentarios acerca de los teutones; bueno, más bien sobre un germano con boina, en particular).

Intentaré hablarles de John Dowland y de la que con seguridad es una de sus canciones más conocidas: Come again.

La música de John Dowland (1563-1626) ha sido definida como Semper dolens (siempre doliente), pero compuso gran variedad de canciones profanas, casi todas de tema amoroso por las que, curiosamente, hoy es mucho más conocido.

Dowland publicó su primera antología de "lutesong", esto es, canciones para ser interpretadas exclusivamente por laúd y voz, en 1597 y bajo el título de Songes or Ayres. Pero en vista del potencial mercado que se abría en el campo de la música, declaró que: "... estaban escritas de tal forma que o bien en su conjunto o cada parte por separado, podían ser interpretadas por laúd, orpharion o viola de gamba". Dowland autorizó incluso combinaciones entre voces e instrumentos en el que éstos sustituían aquellas voces que faltaban, o servían de apoyo a la voz de los cantantes poco seguros de sí mismos. Era música además concebida para uso social y profano, para ofrecer un máximo de ligereza y ser interpretada con suavidad. También, evidentemente, para ser adquirida, toda vez que en aquella época no existían aún los conciertos públicos y sólo disfrutaban de la música los que tenían el gusto y el dinero necesario para practicarla ellos mismos. Solían hacerlo ayudados de servidores musicales que vivían en la casa y eran reclutados por su talento musical. Es decir, los músicos que no tenían el genio suficiente para tocar en la corte, lo hacían en las casas de la pequeña nobleza en el campo o de una emergente clase media proveniente del comercio. De ahí venía la necesidad de componer piezas que pudieran ser usadas por varios instrumentos y voces. Era mucho más fácil venderlas y la libra era la libra. También era frecuente que las clases más pudientes tuviesen sus propios salones de música, sus bibliotecas especializadas y un conjunto de instrumentos musicales.

La música pues, en manos de los poderosos (la Corte y la Iglesia) y los pudientes (pequeña nobleza y comerciantes enriquecidos). ¿Qué se esperaban? Estamos a finales del XVI.

La pieza Come again se trata de una de las obras profanas de John Dowland, en concreto la número 17 precisamente de este “First Book of Songs or Ayres” publicado en 1597 y revisado en 1617. Evidentemente, contradecía el lema de su música: Semper dolens , dado que se trata de una cancioncilla amorosa, de una curiosa y refinada sensualidad, aunque un fondo de amargura se desprenda de toda la pieza.

La primera versión que les traigo está interpretada por laúd y contratenor. Ya saben Vds. de mi poca afición por esta tesitura vocal, pero en la época era habitual que las canciones se tañesen y cantasen en los entreactos de obras teatrales, lugar donde no se permitía casi nunca la participación femenina. Puesto que a finales del XVI era interpretada casi siempre así, así se la traigo:


Gerard Lesne y el Ensemble Orlando Gibbons interpretan esta pieza, procedente del disco Ayres, grabado para Naïve, en 2004.

La segunda audición se trata de una versión para tenor y laúd


Paul Agnew y Christopher Wilson, respectivamente, en una grabación para Metronome, en 2004.


[Me habría encantado incluírles en esta selección versiones realizadas por soprano y contralto (para mí, la tesitura femenina más hermosa). En el primer caso, concretamente la de Emma Kirkby y el Consort of Musicke, grabada en 1976 y reeditada este año por 5 Stars BBC Music Mag, pero no dispongo de ella. Por lo que respecta al segundo, no conozco ninguna interpretación de referencia y me ha resultado imposible encontrar nada en tiendas y distribuidores de música, lo que supongo que va en la línea actual de que las contraltos se llevan poco, frente a la trayectora ascendente y luminosa de los contratenores. ¡Qué se le va a hacer! Esperaremos a que las modas cambien de nuevo].

No obstante, he conseguido esta versión en youtube, para que se hagan una idea de cómo suena la voz de una soprano en esta canción:



Canta la soprano Valeria Mignaco y el laúd Alfonso Marín, en una grabación en directo en la iglesia de San Pedro, en Lovaina.

La siguiente versión es exclusivamente instrumental y aúna la canción de Dowland y la partitura que con el nombre de Conmagain publicó el campanero de la catedral de Utrecht Jacob Van Eyck (1590-1657), allá por 1654, en un libro de composiciones que recoge su obra completa titulado Der Fluyten Lust-hof (algo así como el Jardín de las Delicias flautísticas ). Este también famoso flautista, holandés y ciego, recogió 114 piezas para flauta dulce. Porque realmente, más que hablar de obra en sentido estricto, deberíamos hacerlo de recopilación. Casi todas las piezas son variaciones o contrafacturas de melodías populares en Holanda a finales del Renacimiento. La contrafactura era la remodelación de una melodía ya existente, aplicándole generalmente un nuevo texto. Era práctica habitual de la época, toda vez que había pocos compositores y pocas ediciones y éstas además eran muy costosas. Como mucha gente gustaba de cantar, resultaba mucho más cómodo aplicar nuevos textos a melodías ya conocidas. (De ahí también que las variantes de los textos del original de Come again de Dowland sean múltiples):


Comme again de John Dowland y Conmagain de Jacob Van Eyck. Fantasies, Ayres and Dances. Julien Bream y Julien Bream Consort. RCA, 1988

Por último, la quinta versión es de un intérprete que sin duda conocerán todos. Profesional de larga y variada trayectoria, polifacético y curioso, Sting grabó en 2004 el álbum "Songs from the Labyrinth", en el que se incluye su interpretación de la canción de Dowland, acompañado al laúd por Edin Karamazov y durante la cual él mismo tañe la tiorba.
La crítica especializada lo puso a caldo. Juzguen Vds. mismos:
aquí si quieren verlo.



Come again!
Sweet love doth now invite,
Thy graces, that refrain
to do me due delight,
To see, to hear, to touch, to kiss, to die
With thee again in sweetest sympathy.

Come again!
That I may cease to mourn
Through thy unkind disdain.
For, now left and forlorn
I sit, I sigh, I weep, I faint, I die
In deadly pain and endless misery.

All the day
The sun that lends me shine
By frowns doth cause me pine
And feeds me with delay;
Her smiles, my springs that makes my joy to grow,
Her frowns the winter of my woe.

All the night,
My sleeps are full of dreams,
My eyes are full of streams,
My heart takes no delight.
To see, the fruits, and joys, that some, do find
And mark the storms are me assigned.

But alas,
My faith is ever true,
Yet will she never rue
Nor yield me any grace;
Her Eyes of fire, her heart of flint is made,
Whom tears nor truth may once invade.

Gentle love,
draw forth thy wounding dart,
Thou canst not pierce her heart.
For I that do approve,
By sighs, and tears, more hot than are thy shafts,
Did tempt, while she for triumphs laughs.

¡Regresa!
Dulce amor, ahora me invitas
Con tus gracias, que se niegan
A ofrecerme el placer que me es debido.
Para ver, oír, tocar, besar, morir
Contigo de nuevo en la más dulce armonía.

¡Regresa!
Para que pueda cesar de llorar
Por tu cruel desprecio,
Ahora que estoy en soledad y desamparo.
Me siento, miro, lloro, desfallezco y muero
Con sufrimiento mortal y miseria sin fin.

Todo el día,
el sol que me presta su brillo
Al hacerme fruncir el ceño, me hace morir de pena.
Y me consume muy despacio.
Sus sonrisas son las primaveras que aumentan mi alegría.
sus enfados, el invierno de mi aflicción.

Toda la noche,
mi descanso está poblado de sueños,
Mis ojos están llenos de lágrimas
Y mi corazón no siente placer alguno.
Al contemplar que los frutos y alegrías que algunos encuentran,
en mi provocan sólo tormentas.

Pero aunque
mi confianza se mantiene firme.
Ella nunca se arrepentirá,
Ni me concederá un solo favor.
Sus ojos están hechos de fuego, su corazón, de pedernal
que no se desmorona ni la verdad puede invadirlo nunca.

Dulce amor,
Lanza tu dardo que hiere;
Pero no podrás atravesar su corazón,
Porque yo, he aquí la prueba,
Con suspiros y lágrimas más ardientes que tus flechas
Lo he intentado, mientras ella se ríe de su triunfo.


[La traducción es mía y no me fío. No domino el inglés como debiera y mucho menos si está escrito en el XVI. Se aceptan pues sugerencias y modificaciones]


Bueno, creo que por hoy ya está bien. El día ha sido largo y complicado y entenderán que necesite ir a descansar. Tienen Vds. música ya para unos días. Les aconsejo que vengan varias veces y escuchen en cada visita una audición. Así la escucha será sosegada y yo disfrutaré más y con mayor frecuencia de su compañía, lo que para mí siempre es un placer.

Buenas noches a todos.

martes, 15 de julio de 2008

De gatos y luna

La señora condesa es, entre otras muchas cosas, imprevisible y voluble como una veleta. Imposible aburrirse con ella. Y la señora condesa, como muchos habrán tenido ocasión de comprobar, es nocturna. Muy nocturna. Es independiente, grácil y a ratos hasta misteriosa. A veces también, sin venir a cuento, bufa. Y es que la señora condesa es un gato. Sí, sí, no me miren así. No es COMO un gato, ES un gato. Mejor dicho, uno no; más bien varios y diversos gatos. ¡Cómo iba ella a conformarse con algo sencillito!

A menudo se comporta como un gato pequeño. Todo el día trotando sin tino, acalorado detrás de los ovillos y mordisqueándolo todo con unos dientecillos afilados cuya fuerza no controla y que a menudo clava donde no debiera.

A veces, sin embargo, parece una esbelta y suave siamesa, con esos ojos tan claros, tan brillantes. Y como tal se porta: ronronea, canta y se deja llevar. Admite consejos y opiniones. Pasa tardes enteras en el sofá, plácidamente, escuchando música o leyendo. Casi siempre sonríe.

Pero el día en que se presenta por casa esa gata vieja y advenediza que tiene por suegra, ¡ah!.. entonces mi señora cambia. Imagínense a un gato de calle, común, y hasta en ocasiones algo arrabalero. Las dos se enredan en conversaciones estúpidas que van de lo halagador a lo sospechosamente envenenado. Maúllan, sí señor, maúllan.


G.Rossini- Duetto buffo di due gatti. Sopranos: Victoria de los Ángeles y Elisabeth Schwarzkopf. Piano: Gerald Moore. EMI, 1967


Y no sólo es gatuna en sí. Adora a los gatos (a unos más que a otros). Ha llegado a acoger unos cuantos. Y les pone nombre incluso. No Micifú, ni Pirracas ni cualquier otro apelativo sencillo y sonoro. ¡Qué va! A aquellos por los que siente auténtica debilidad les pone nombres y apellidos (salvo en el caso de Rascayú, que vino bautizado). Así, tenemos por casa uno atigrado de nombre Martín Escandior; otro de color pardo que responde por Valentín Ferrer o una gatita blanca inmaculada a la que bautizó como Violeta Pedreña. Su última adopción es uno persa, de talante altivo y refunfuñón y al que ha inscrito en el registro gatuno como Genaro Laneda.

A estas alturas de la película se habrán dado cuenta de que cuando se encuentra en petit comité la condesa más que como un gato se comporta como una cabra. Y tiene su explicación. Nació 20 horas antes del solsticio de verano y si bien conserva toda la energía de los no siempre llevaderos geminianos (un día encantador, otro rebotado), ha recibido de lleno el impacto de la luna, de modo que la señora condesa, además de gatuna, es lunática. Muy lunática. Nocturna, gatuna y lunática. Les aseguro que la combinación es explosiva.

Acostumbra muchas noches a quedarse mirándola. Se escapa de la casa hasta el jardín y la va siguiendo despacito, como si mantuviera con ella un diálogo especialísimo y reservado. A menudo le canta.


R.Rodgers y L.Hart. Blue Moon. Billie Holiday. EMI (y después The Verve Music), 1952


Y lo malo es que la luna a veces parece seguirle la corriente. Y le acaricia el cabello y la despeina y la ilumina con una palidez satinada y muy hermosa. Y juega con ella a un juego tan íntimo y privado que sólo ellas dos conocen sus reglas. Si algún día quisieran conocer de verdad a la condesa, derribar los muros (no muy altos pero fuertes) tras los que se defiende, ofrézcanle la luna. No es necesario que se la bajen; con ofrecérsela basta. A cambio, mi señora los llevará hasta ella.


B. Howard (con arreglos de Quincy Jones) Fly me to the moon (In other words). Frank Sinatra con Count Basie y su orquesta. Hampshire House, 1964


Y si los gatos y la luna se llevan bien, ni les cuento cómo se llevan los gatos y la música. Por eso ella adora la música; no siempre la misma. No siempre con el mismo ánimo. No siempre al mismo ritmo. Les sorprendería descubrir lo que le gusta el ritmo. ¿Sorprendería? ¿Y por qué no van a saberlo? Espérenme un minuto...

Aprovechando que no está, me he permitido sustraerle durante el tiempo imprescindible un disco que guarda en el desván, a salvo de manos indiscretas. Porque mi señora la condesa, aunque jure y perjure lo contrario, adora el ritmo y adora bailar...


Gato Barbieri. Last Tanto in Paris- Jazz Waltz. Banda sonora original de Último tango en París. Metro-Goldwyn-Mayer, 1972

... Pero esa es ya otra historia.

Buenas noches señores. Les acompaño a la salida.

domingo, 13 de julio de 2008

Fasolt, el valet de chambre

Comprendo sus rostros de extrañeza porque Vds. esperaban ver aparecer, como siempre, a la rutilante condesa. ¡Ah, la condesita!.. no sé si por desgracia o por fortuna, no hay dos como ella. La razón de su ausencia es que se ha retirado, como todos los veranos y junto con el señor conde (naturalmente), al palacete de recreo propiedad de la familia. Pero ya la conocen Vds., ni en época vacacional deja de ser una excelente anfitriona, razón por la cual he sido designado para hacerles los honores mientras dure el período estival. Me presentaré pues.

Mi nombre es Fasolt. Bueno, en realidad me llamo Fermín, como todo buen mayordomo que se precie. Bueno, en realidad tampoco soy un mayordomo, sino más bien un ayuda de cámara. Bueno, tampoco lo soy del señor sino de la señora. Ya ven que nada es lo que parece. ¿Por qué la condesa se empeña en llamarme así? En confianza, yo tampoco lo he sabido nunca, pero aquí me tienen soportando exclusivamente por lealtad a ella el nombre de un gigantón tudesco, enamoradizo en grado sumo y poco perspicaz, todo hay que decirlo. ¿Que por qué la señora eligió un valet de chambre y no una doncella?... ¡Ah, señores!, esa es otra historia. Permítanme que por pudor y respeto no conteste a esa pregunta (en todo caso debería hacerlo ella). De todos modos, ya la conocen Vds.: es bonita, joven, casquivana, algo frívola y, entre nosotros, un tanto extravagante.

Y ahora es cuando debo realizar mi declaración de intenciones.

Cuando la condesa está en Madrid me tengo por su más fiel servidor, me pliego a sus gustos de decoración, gastronómicos e incluso musicales. La dejo hacer y deshacer, ir y venir, cambiar de opinión continuamente. Lo cierto es que la adoro. A pesar de que es superficial e incluso en ocasiones hasta atolondrada, no cambiaría por nada del mundo sus prisas y carreras por toda la casa y el jardín, su cabello despeinado, el rubor que siempre asoma a sus mejillas (por mor de las prisas y la energía, no del recato) y, sobre todo, su risa constante y franca a la que siempre acompaña el frusfrús de su polisón deslizándose por el parqué. Cuando pasa como una exhalación de una cámara a otra, va dejando un especialísimo olor a gengibre, mandarina o espliego. Debo confesarles finalmente que, a pesar de los años que llevo en esta casa, no consigo acostumbrarme al enjambre de admiradores que la sigue a todas partes. Francamente, no sé cómo el señor es capaz de soportarlo.

Pero nada de eso impide que cuando mi señora abandona la casa condal, este humilde valet pueda campar a sus anchas. Mientras dure el verano y aun en los momentos en que por diversas razones ella se desplace fuera de Madrid, yo les enseñaré la cara oculta de la petite comtesse en bleu; su lado oscuro. Lo que por prudencia y educación no se atreve a decir jamás, las cosas que realmente le gusta hacer, la música que nunca recomendaría en público. Contra lo que pudiera parecer, no es una deslealtad. En absoluto. Sólo pretendo que la conozcan un poco más para que la entiendan como yo, que la conozco bien, la entiendo.

Apreciarla o no es cosa de Vds.



Richard Wagner. Freia, die Schöne. El oro del Rhin, primera parte de la tetralogía de "El Anillo del Nibelungo". Orquesta Sinfónica de la Radiotelevisión Bávara, dirigida por Bernard Haitink. Solistas: J.Morris, M.Lipovsek, H.Zednik, A. Schmidt, P.Seiffert, E.Johansson, H.Taschammer. K.Rydl. EMI, 1988

Fasolt: Ya no puedo ver a la hermosa Freia.¿Está rescatada? ¿Debo entregársela? ¡Ah!Todavía puedo ver el brillo de sus ojos. Las estrellas de sus ojos aún me deslumbran; puedo verlos a través de una rendija. Mientras vea estos bellos ojos, no entregaré a la mujer.
Fafner: ¡Eh! Os aconsejo que tapéis el hueco.
Loge: ¡Insaciables! ¿No veis que ya no queda más oro?
Fafner: ¡Todavía no, amigo! En el dedo de Wotan reluce un Anillo de oro. ¡Tapad el hueco con él!
Wotan: ¿Cómo? ¿Este Anillo?
Loge: Premitidme un consejo: este oro pertenece a las Hijas del Rhin y Wotan va a devolvéroslo.
Wotan: ¿Qué dices? Lo que logré conseguir, sin reparo alguno me guardaré.
Loge: Mal hice, entonces, al prometer ayuda a las que gemían.
Wotan: Tu palabra no me obliga: conservaré el Anillo como botín.
Fafner: Pero debes echarlo ahí, como rescate.
Wotan: ¡Reclamad cuanto queráis, y yo accederé a todo pero, por nada del mundo, os daré el Anillo!
Fasolt (mirando a Freia): De acuerdo, entonces todo queda como antes: Freia será nuestra para siempre.
Freia: ¡Ayudadme!
Fricka: ¡Oh, dios cruel...!
Freia: ¡Socorredme!
Fricka: ¡Dáselo!
Froh: ¡No escatimes el oro!
Donner: ¡Entrégale el anillo!
Wotan: ¡Dejadme en paz! ¡No daré el Anillo!
Fasolt intenta llevarse a Freia.
(Lo siento pero no dispongo de datos del traductor- Sólo puedo deciros que he tomado el texto del libreto que Decca publicó en 1966 para la versión de Solti con la Filarmónica de Viena)


[En el fondo, la condesa, aun en la distancia, sigue haciendo de las suyas y les ha vuelto a colar a Vds. otra de don Ricardo]

miércoles, 2 de julio de 2008

Recompensa




Estaba molida. Le dolían todas y cada una de sus viejas y rígidas articulaciones. Habían sido más de dos horas trotando sin cesar, zascandileando de un lado al otro del escenario mientras se escuchaba a sí misma entonar una cancioncilla alegre y pegadiza, aplaudida al compás por manos gordezuelas y algo torpes.
Pero había valido la pena porque, cuando por fin los dedos expertos y suaves de su animador la colocaron sobre las tablas evitando con cuidado que se le enredasen los hilos, el cansancio le desapareció por completo al ver cómo el rostro del pequeño se encendía con una enorme y espectacular sonrisa.





[Me van Vds. a perdonar pero esta película, aunque terriblemente almibarada, acompañó mi infancia y contribuyó a cimentar mi germanofilia en general y mi austrofilia en particular. Además siempre he creído que este número musical es una delicia.
Tampoco hay que dar muchas explicaciones: simplemente me apetecía hacer un post sobre marionetas y sobre las personas que les dan vida, ya sea el profesional en el teatro o un padre cualquiera intentando hacer reír a su hijo]