Un regalo de Sergio Astorga

jueves, 24 de diciembre de 2009

Sinestesia alla italiana

Para Dardo, al que tanto echo de menos



Pietro da Cortona - La Adoración de los pastores - Museo del Prado. Madrid
(foto obtenida del Boletín del Museo del Prado, Tomo XXV número 44 - 2008)


Hoy, para su fortuna, seré parca en palabras. Bien entendido que mi concepto de parco no siempre coincide con la opinión general. Digamos que no llega a ser un concepto fidelcastrista, pero les aseguro que tampoco es gracianesco.

Y para variar, les traigo una sinestesia (no se me quejen que ésta es ligerita). Sinestesia formada esta vez por dos obras no especialmente conocidas. La primera, para mí, ha sido un descubrimiento de hace un par de meses y he podido verla por primera vez hace tan sólo 9 días. La segunda, la conozco desde hace muchos años pero les confesaré que hacía mucho tiempo que no la escuchaba y la he redescubierto con oídos nuevos.

El cuadro de Pietro da Cortona es una pieza muy bella pintada al óleo sobre pasta vítrea venturina y pizarra. Podríamos estar ad kalendas graecas, yo escribiendo y Vds. leyendo acerca de quién hizo la obra, quién la encargó y para quién, el porqué de materiales tan curiosos y la maestría de un gran pintor a la hora de solucionar los problemas técnicos que ese extraño soporte le creaba. Prometo algún día hablar sobre ello porque creo que es interesante. Sin embargo, ahora no es el momento. Mucho mejor que leerme a mí, intenten pasarse a verla. Está en la sala nº 100 del Museo del Prado, inmersa entre las piezas del Tesoro del Delfín. Acaba de ser restaurada (a mi juicio, espléndidamente) por Elisa Mora. Acérquense los que puedan y disfruten de ella y de esa iluminación que permite disfrutar de las propiedades cromáticas de la venturina. Para los que no tengan la posibilidad, hagan doble click sobre la imagen que les traigo. Al ampliarla podrán llegar a descubrir ciertas líneas de unión entre materiales y la soberbia labor de restauración.

Unos pocos años después de la muerte de Cortona, nacía el compositor Francesco Manfredini. Los dos tienen muchas cosas en común. Ambos son toscanos, aunque uno sea aretino y el otro de Pistoia. Cortona es un magnífico ejemplo de artista del primer barroco pictórico mientras que el músico es uno de los representantes más típicos del pleno barroco musical. Seguramente podríamos hablar de muchos más elementos que los unen pero, para no aburrirles con demasiados datos, me limitaré a decirles que el elemento común que ha hecho que figuren sus obras en esta entrada es el tema de la Natividad.

Sé que algunos de Vds. son creyentes y otros, ateos irredentos. Unos tendrán fe ciega en el misterio de la Natividad del Señor mientras otros alegarán que el cristianismo vino a "domesticar" las Saturnalia. En todo caso, cada uno es muy dueño de creer o no.

Pero puesto que el tema del Nacimiento de Jesús forma parte de nuestra cultura desde que nacemos y dado que hoy es 24 de diciembre, permítanme desearles con estas dos obritas navideñas, dosis nada razonables (al contrario, más bien excesivas) de buen humor, afecto, serenidad y calor humano. Y háganme caso: quiéranse mucho todo el año y no sólo en estas fechas.


¡Feliz Navidad a todos!


Francesco Manfredini (1680-1748). Concerto en Do, op. 3 nº 12. Per il Santissimo Natale. I Musici: Roberto Michelucci y Anna Maria Cotogni, violines; Maria Teresa Garati, órgano. Philips, 1962.



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jueves, 26 de noviembre de 2009

No es tan difícil


V.van Gogh (1853-1890). Iris - Mayo, 1889. Getty Center de Los Ángeles

Hay veces en que una frase de afecto recibida de quien más quieres y un cuarteto de Haydn son capaces de enderezar la tarde y la noche más torcidas. Aunque los hados suegriles se empeñen en lo contrario.

Que tengan Vds. un día tan luminoso como lo fue ayer el mío.

F.J.Haydn (1732-1809). Cuarteto Op. 33 nº3 en Do mayor. "Pájaro". Melos-Quartett Stuttgart. EMI, 1976

jueves, 19 de noviembre de 2009

VI. Gaspard de la Nuit - Scarbo


Scarbo. Grabado de Callot de la edición de Gaspard de la nuit de A.Bertrand, publicada en París, en 9146 por Chantenay.



Louis (Aloysius) Bertrand - Gaspard de la Nuit

Recita: Carole Bouquet. Deutsche Textbeilage. Ondine Inc., 2004


Scarbo

Miró debajo de la cama, en la chimenea, en el baúl; no había nadie. Y no entendió por dónde había conseguido entrar, ni por dónde había escapado.

HOFFMANN, Cuentos nocturnos.





¡Oh! ¡Cuántas veces he visto y oído a Scarbo, cuando, a medianoche, la luna brilla como un escudo de plata en un pendón azul sembrado de abejas de oro!
¡Cuántas veces he oído el murmullo de su risa entre las sombras de mi alcoba y el rechinar de sus uñas en la seda de las cortinas de mi cama!
¡Cuántas veces lo he visto bajar del techo, piruetear con un solo pie y rodar por el suelo como el huso caído de la rueca de una bruja!
¿Creía que por fin se había desvanecido? ¡El enano se agigantaba entonces entre la luna y yo, como el campanario de una iglesia gótica, con un cascabel de oro tintineando en su gorro puntiagudo!
Pero enseguida su cuerpo se azulaba, diáfano como la cera de una vela, su rostro empalidecía como la cera de un pabilo, y, de pronto, se extinguía.


Aloysius Bertrand. Gaspar de la Noche - Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot. Traducción de Marcos Eymar. Edit. Augur Libros. Primera edición: noviembre de 2008






M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Scarbo. Joaquín Achúcarro, piano. Ensayo, 2001


M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Scarbo. Orquestada por Marius Constant (1925-2004) en 1990. Orchestre de Paris. Dir. Christoph Eschenbach. Ondine,2004



[La rutina de pruebas y consultas hospitalarias ha vuelto y además de ello esta condesa tiene ahora mismo demasiados frentes abiertos para poder entrar en la blogocosa con cierta regularidad. Cuando lean esto llevaré ya casi dos días sin abrir un ordenador (De hecho, esta entrada está programada desde el miércoles a muy primera hora). Es probable que no haya esta vez contestación a sus comentarios. Me resulta imposible. Sí quiero agradecerles a todos la atención demostrada a lo largo de esta larguísima entrada. Yo me divertí haciéndola y aprendí. Espero que les haya satisfecho. Hasta lo más pronto que pueda]

martes, 17 de noviembre de 2009

V. Gaspard de la Nuit - Le gibet (El patíbulo)


Le gibet. Grabado de Rembrandt de la edición de Gaspard de la nuit de A.Bertrand, publicada en París, en 9146 por Chantenay.


Louis (Aloysius) Bertrand - Gaspard de la Nuit

Recita: Carole Bouquet. Deutsche Textbeilage. Ondine Inc., 2004




El patíbulo

¿Qué será eso que se agita alrededor del patíbulo?

Fausto





¡Ay! ¿Eso que oigo será el aullido del cierzo nocturno, o el suspiro del ahorcado en el patíbulo?
¿Será algún grillo que canta acurrucado en el musgo y la hidra estéril con que, por piedad, se calza el madero?
¿Será alguna mosca que caza mientras hace sonar su trompa para esos oídos sordos al estrépito de los gritos de acoso?
¿Será algún escarabajo que, con su vuelo errático arranca un cabello ensangrentado del cráneo pelado?
¿Será quizás una araña que borda media ana de corbata de muselina para ese cuello estrangulado?
Es la campana que repica en los muros de una ciudad, bajo el horizonte, y el esqueleto de un ahorcado al que enrojece el sol poniente.


Aloysius Bertrand. Gaspar de la Noche - Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot. Traducción de Marcos Eymar. Edit. Augur Libros. Primera edición: noviembre de 2008






M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Le Gibet. Joaquín Achúcarro, piano. Ensayo, 2001


M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Le Gibet. Orquestada por Marius Constant (1925-2004) en 1990. Orchestre de Paris. Dir. Christoph Eschenbach. Ondine,2004

sábado, 14 de noviembre de 2009

IV. Gaspard de la Nuit - Ondine (Ondina)



Ondine. Grabado de Rembrandt de la edición de Gaspard de la nuit de A.Bertrand, publicada en París, en 1946 por Chantenay.



Louis (Aloysius) Bertrand - Gaspard de la Nuit


Recita: Carole Bouquet. Deutsche Textbeilage. Ondine Inc., 2004




Ondina

... me parecia escuchar
una vaga armonía que mi sueño encantaba
y junto a mí un murmullo naciente que me recordaba
los cantos entrecortados de una voz triste y tierna.

CH. BRUGNOT, Los dos genios





- ¡Escucha! ¡Escucha! Soy yo, Ondina, quien roza con gotas de agua los losanges sonoros de tu ventana iluminada por los mustios rayos de la luna; he aquí, con vestido de muaré, a la dama del castillo que contempla desde el balcón la hermosa noche estrellada y el hermoso lago durmiente.
"Cada ola es un espíritu que nada en la corriente, cada corriente es un sendero que serpentea hacia mi palacio y mi palacio fue edificado fluido, en el fondo del lago, en el triángulo del fuego, la tierra y el aire.
"¡Escucha! ¡Escucha! ¡Mi padre golpea el agua estridente con una rama de aliso verde, y mis hermanas acarician con sus brazos de espuma las frescas islas de hierbas, de nenúfares y de gladiolos, o se burlan del sauce caduco y barbudo que pesca con caña!

*

Murmurada su canción, me rogó que recibiera su anillo en mi dedo para ser el esposo de una ondina, y que visitara con ella su palacio para ser el rey de los lagos.
Y al responderle yo que amaba a una mortal, ella, ceñuda y despechada, derramó algunas lágrimas, lanzó una carcajada y se convirtió en cellisca que culebreó blanca por mis vidrieras azules.


Aloysius Bertrand. Gaspar de la Noche - Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot. Traducción de Marcos Eymar. Edit. Augur Libros. Primera edición: noviembre de 2008






M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Ondine. Joaquín Achúcarro, piano. Ensayo, 2001


M.Ravel (1875-1937). Gaspard de la Nuit - Ondine. Orquestada por Marius Constant (1925-2004) en 1990. Orchestre de Paris. Dir. Christoph Eschenbach. Ondine,2004

jueves, 12 de noviembre de 2009

III.Gaspard de la Nuit - Maurice Ravel

Cuando el pianista catalán Ricard Viñes (uno de los más prestigiosos de su época) le prestó a su amigo Maurice Ravel en 1896 el ejemplar que poseía del Gaspard de la nuit de Aloysius Bertrand, ninguno de los dos sabía probablemente el alcance que este gesto tendría doce años después. Tanto impresionó a nuestro compositor el conjunto de poemas que, pasado un año, su compañero y colega tuvo que recordarle que se lo devolviera. Y precisamente su amigo desde la adolescencia será el que defina de forma soberbia al compositor, cuando escribe en su diario que Ravel se sentía atraído por todo lo que era "poesía, fantasía, precioso y raro, paradójico y refinado". Definición muy significativa además, teniendo en cuenta el contenido del libro de Bertrand.

Porque este compositor nacido en Ciboure es quizá uno de los exponentes más claros de cómo diferentes y muy diversas influencias musicales pueden dar como resultado una perfecta paradoja. Y la primera de su vida lo constituye la procedencia tan diversa de sus padres. Era hijo de un educado y culto ingeniero ginebrino, creador del primer vehículo propulsado por gas, y de una pescadera que había pasado muchos años en el País Vasco español y que hablaba euskara. De hecho, él se crió acunado por las canciones de cuna que su madre le cantaba en vascuence y español, lo que constituirá posteriormente en su labor de creador una pertinaz y fértil fuente de inspiración. Y además él se sentía profundamente vasco y le encantaba que lo considerasen como tal.

Y, al igual que ocurrió en su vida, las obras de Maurice Ravel forman precisamente eso: una espléndida, continuada y coherente paradoja.

Compañero de estudios de Viñes en el Conservatorio de París desde muy jóvenes, pronto se dio cuenta de que nunca llegaría a ser un virtuoso del piano (tenía los dedos demasiado pequeños). Empezó a volcar entonces todas sus inquietudes musicales en la composición (siendo apoyado fervorosamente por su profesor Gabriel Fauré). Pero aunque siguieran diferentes especialidades, juntos continuaron explorando, investigando y divirtiéndose con la música. Incluso crearon un club muy particular, Los Apaches, en cuyo círculo se dieron a conocer, en première rigurosa, la mayor parte de las obras para piano de Ravel, cuya interpretación corría a cargo, naturalmente, de su amigo Viñes.

Catalogado de impresionista, la influencia de maestros como Couperin, Haydn o Schubert es tan importante como la de Borodin, Chopin, Debussy, Chabrier, Liszt o Mussorgski. Lo barroco y lo romántico, el post-romanticismo y el impresionismo. Lo antiguo y lo nuevo, las formas arcaicas de las pavanas o sonatinas, mezcladas con el ritmo de vals o los modelos más típicamente románticos.

Pero no se formen de él un concepto equivocado. No fue un copión. Nada más lejos de ello. Fue uno de los más grandes en su faceta compositiva, tanto de piano como orquestal. Tuvo la enorme capacidad de retomar modelos antiguos y reconvertirlos en tipologías musicales totalmente nuevas. En muchos aspectos, siendo heredero de la pianística y los modelos tradicionales, compuso algunas de las piezas más transgresoras y nuevas que se hayan creado para este instrumento siendo, al tiempo, uno de los que mejor supo entender el pensamiento de músicos predecesores orquestando la obra pianística de algunos de ellos.

Se podrían escribir muchas páginas sobre esa mezcla exquisita, preciosa, tejida a modo de un encaje, que forma la totalidad de su corpus musical. O sobre lo que representan sus Miroirs, Jets d'eau, Valses nobles et sentimentales, la Sonatine, Le Tombeau de Couperin, La Sérénade grotesque, Le Menuet sur le nom d'Haydn, su Prélude o sus piezas À la manière de Borodine, À la manière de Chabrier, la Pavane pour une Infante défunte, la Alborada del Gracioso o Le Menuet antique. Pero doctores tiene la iglesia que se lo contarán mucho mejor que yo y por eso les remito a los textos de especialistas tan importantes como André Thomas, Étienne Rousseau-Plotto, Luis Gago o la propia Angela Hewitt, una gran intérprete y conocedora de su obra. En ellos me he apoyado yo para escribir esta entrada (del texto de la última he usado la traducción francesa de Marie Lucchetta). En ellos podrán descubrir Vds. también de qué manera la música antigua se reinterpreta de forma novedosa y rica, conservando la esencia anterior. Al fin y al cabo se adelantó a su época y podríamos decir, permítanme la broma, que todo su obra está imbuída de una exquisita, minimalista y preciosista "deconstrucción musical", utilizando una técnica compositiva impecable, fruto de la cual surge una obra original y que lo define sin ningún género de dudas, sonando además (y principalmente) maravillosamente bien.

Pero centrémos en la composición que representa una de las cumbres del repertorio pianístico: Gaspard de la nuit.

Al igual que su admirado Mozart, era capaz de escribir dos obras radicalmente distintas a la vez (otra de sus innumerables paradojas) y en 1908, al tiempo que finalizaba su deliciosamente luminosa Ma Mère l'Oye (Mi madre la Oca), se sumergía en la oscuridad profunda e inquietante de Gaspard de la nuit. Su padre había muerto muy poco tiempo antes.

En julio de ese año, poco antes de la publicación de su obra, Ravel escribía a Ida Godebska con su habitual humor: "Después de larguísimos meses de gestación Gaspard de la nuit va a ver la luz... El culpable sin duda ha sido el diablo, lo que es lógico puesto que es el autor de los poemas".

Es casi con toda seguridad su obra más moderna, más heterodoxa. El culmen de una trayectoria iniciada en Miroirs.

En la primera parte, Ondine (Ondina), tenemos la "impresión" de escuchar continuamente a su protagonista aparecer y sumergirse en el agua, ora amable y enamorada, ora con desdén y despecho. Cualquier influencia romántica, especialmente de Liszt, ha desaparecido. Debussy está particularmente presente. La forma en que Ravel describe y evoca el claro de luna que convierte el lago en un espejo es sencillamente genial. La ondina canta después tierna y melancólicamente, pero ante el rechazo de su amado mortal, un pasaje fortissimo nos hace sentir su enfado y su risa despectiva.

Le gibet (El patíbulo) nos remite a un angustioso y repetitivo sonar de campanas, de fúnebres augurios, conseguido gracias a un ostinato sincopado de dos notas en Si bemol, que se repite machaconamente durante los 52 compases de la pieza, con un marcado olor a muerte y apoyado en sonidos aparentemente faltos de expresión. Como un soniquete constante que imita a la perfección el tañer de una campana lejana.

Y ese crescendo profundamente renovador desemboca en Scarbo, una partitura que exige una técnica depurada y un virtuosismo más que respetable. Son auténticas piruetas compositivas, pero dentro de una estructura musical perfecta y de un esqueleto "sencillamente" musical, no obstante lo endiablado de la escritura. Y también es la uña de Scarbo, arañando las cortinas de seda (como si del propio diablo se tratase) y la piel de quien está encerrado con él en la habitación, muerto de miedo. Él mismo describió esta tercera pieza como una transcripción orquestal para piano. Y precisamente en esta tercera parte es donde se muestra claramente otra de las paradojas del compositor y su música: no sólo hacer de lo antiguo algo moderno, sino conseguir la perfección, desde la complejidad técnica y la aparente simplicidad artística y musical.




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Para terminar, dos breves reseñas de las versiones que les he traído. Esta vez prometo que sí lo serán. Sólo para que conozcan mi opinión al respecto. Porque, a fin de cuentas, lo que vale es la que les sugiera y sepa crear en Vds.




No hay virtuoso que se precie que no haya interpretado el Gaspard de la nuit de Ravel. Con resultados muy desiguales, todo hay que decirlo. No es fácil tocar, en especial, la partitura de Scarbo y si alguna vez la han escuchado en directo habrán podido comprobarlo. De las diversas versiones que tengo por casa he estado dudando entre la de Angela Hewitt y la que les traigo de Joaquín Achúcarro pero, finalmente, me he decidido por esta última. Aunque dura casi un minuto más que la primera y, en teoría no se apreciaría tanto la capacidad técnica del intérprete, me ha parecido más sutil, delicada y que ha sabido entender mejor el concepto de la pieza musical y del texto de Bertrand. Además no es la primera vez que les confieso mi admiración por el sonido que este veterano concertista (otro vasco), es capaz de sacar al rey de los instrumentos musicales. Aunque mucho mejor que yo lo dice él mismo: "Puedo asegurar que mi versión de Gaspard de la nuit es la más lenta jamás grabada, pero así siento esta maravillosa música. A Ravel hay que tocarlo sin que el virtuosismo técnico esconda la poesía y la intensidad expresiva que encierra".

Pues eso, no hay más que añadir.





Ravel no sólo escribió música para piano. También fue un excelente compositor orquestal. Y empleo a propósito la palabra porque refiriéndonos a él, parece más lógico hablar de "música orquestal" que de "música sinfónica" puesto que su orquesta recuerda a un coro de instrumentos donde ninguno prevalece sobre otro. Realmente, la mayor parte de su producción orquestal, salvo las óperas, Daphnis et Chloé, la Valse y dos conciertos para piano, son transcripciones propias y ajenas de obras pianísticas. Propias a lo largo de casi toda su vida, como Tombeau de Couperin, Pavane pour une Infante défunte, Menuet antique, Miroirs, Alborada del gracioso, Valses nobles et sentimentales, La Habanera, Ma mère l'Oie y Une barque sur l'océan. Ajenas, como diversas piezas de Debussy, Satie, Chopin, Schumann, Chabrier o la archifamosa versión orquestal de "Cuadros de una exposición" de Mussorgski, realizada 50 años después de que el ruso compusiera la obra para piano. Versión en la que supo entender al compositor maldito probablemente como ningún otro. Una matización. Nunca sus obras orquestadas restaron un ápice de interés a las propias obras pianísticas pues es tal la fuerza de éstas (tanto las suyas como las de otros) y tan respetuosa su transcripción que todas las versiones han podido convivir perfectamente sin que las primeras hayan eclipsado nunca a las segundas.

Pero, curiosamente, su obra pianística cumbre tuvo que esperar mucho más tiempo a ser transcrita para orquesta. La realizó Marius Constant en 1990, por encargo de los herederos directos del compositor vasco y las Éditions Durand. Emprendió la tarea con admiración, respeto y mucho miedo, siendo consciente del privilegio que la tarea encomendada representaba. Siguió el ejemplo y la técnica que Ravel había empleado para la obra de Mussorgski. Fruto de ese esfuerzo y trabajo surgió la versión que escucharán Vds. A mí me parece digna, hermosa, fiel y respetuosa con el original. Pero repito que serán Vds. mismos los que se formarán, al degustarla, su propia opinión. Decirles además que de esta grabación orquestada que oirán dentro de muy poco, he tomado la versión recitada del original literario, con la voz sugerente y especial de Carole Bouquet.



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Y bueno, con esta entrada se acabó la tortura teórica a que les he sometido. A partir de ahora, el texto y la música de Gaspard de la nuit se adueñarán de esta bitácora. ¡Ya era hora! Dentro de tres días podrán disfrutar de la primera de las tres piezas. El mismo intervalo de publicación tendrán sus dos hermanas. Les prometo que cumpliré los plazos (de hecho, ya están listas para la tecla naranja).


Les agradezco especialmente a todos la atención dedicada a estas tres primeros capítulos, más áridos de lo habitual y sin el aliciente de la música. Y también porque precisamente gracias a la preparación de ellos, yo he aprendido a entender algo mejor las dos piezas: la literaria y la musical. Mis disculpas si les he aburrido. Estoy segura de que, con su generosidad habitual, sabrán perdonarme.

Buenas noches.

jueves, 5 de noviembre de 2009

II. Gaspard de la Nuit - Aloysius Bertrand

¿Quién es Gaspard de la Nuit? ¿Un personaje? ¿El narrador? ¿El propio Louis Bertrand? ¿El hacedor de un rito mágico? ¿El guardián del secreto?

Vayamos por partes. Louis-Jacques-Napoléon Bertrand (1807-1841), parapetado tras el pseudónimo de Aloysius Bertrand, crea un personaje al que hace autor de su propia obra. Es decir, su timidez y discreción lo llevaron a esconderse detrás de si mismo y, posteriormente, detrás de otro. Todavía va más allá cuando al inicio de su obra identifica a Gaspard de la Nuit, inequívocamente, con el mismísimo diablo. Y Gaspard es como un especialísimo y particular diablo cojuelo, que hubiera sustituído la picaresca por un sentido arcano y oscuro de la vida y los sueños y que, en lugar de destapar los tejados de las casas, levantara los de nuestra propia alma, enfrentándonos así a nosotros mismos.

Pero el nombre de Gaspard no está elegido al azar. Proviene del término persa "Gizbar", que designaba el cargo del tesorero real.

Gaspard es pues el mismo diablo, pero también el tesorero de la noche, el que guarda celosamente, esconde y cuida todo lo oscuro, lo misterioso, lo oculto o precioso que la noche encierra.

La obra Gaspard de la Nuit fue el único libro que escribio el anónimo y apocado Louis Bertrand. Con él inauguró en su país el género que el propio Baudelaire dio en llamar poesía en prosa. Y él solo bastó a quien lo escribió para pasar a la historia de la literatura universal, por la puerta grande y con todos los merecimientos.

Definido pues el texto como poemas en prosa, está dividido en seis partes que, a su vez, tienen varias subdivisiones y consta de un anexo con papeles diversos escritos por su autor. A pesar del reconocimiento del que goza hoy en día, el recorrido que tuvo que realizar la obra desde su creación fue largo y hasta espinoso. Modificado, corregido y pulido continuamente por Bertrand, no pudo ver la luz sin embargo hasta 1842, en una edición póstuma y llena de erratas publicada en Angers, que puede ser considerada uno de los más espectaculares fracasos de la edición literaria. Se vendieron 20 ejemplares.


En la dedicatoria que su autor hacía a Victor Hugo, podía leerse: "... Entretanto el librito que te dedico habrá corrido la suerte de todo lo que muere después de haber entretenido, acaso una mañana, a la corte y al pueblo". De no ser por Baudelaire, las palabras de ese italiano de nacimiento, criado en Dijon, periodista que saltó a Paris para regresar enseguida a su querida capital de la Borgoña, habrían sido exactas y proféticas.

Todos los relatos y poemas son la expresión hermosa y extraña de imaginaciones, ensoñaciones o pesadillas, relacionadas en muchos casos con la Edad Media y su mundo escondido, plagado de leyendas, mitos y personajes fabulosos, tan queridos posteriormente por el Romanticismo.

Pero el texto lleva un curioso subtítulo:

Gaspard de la Nuit

Fantasías
a
la manera
De Rembrandt y Callot


Dos conceptos pues y dos maneras radicalmente opuestas de entender la obra pictórica y el arte en general. Sus poemas, como pequeños cofres preciosos que ocultan lo que de más hermoso y escondido y oscuro guarda la noche, son pinceladas de cuadros diversos. Algunos difuminados y exquisitos, llenos de rigurosa orientalidad rembrandtiana. Otros, en cambio, son nítidos, de línea marcada y clara, a la manera de los grabados de Callot. En otros muchos casos, los poemas están dotados de una atmósfera que adquiere vida propia como en Velázquez o que esconden el horror de la guerra y de nuestros propios monstruos, como si la mano de Goya le guiase a Bertrand la pluma. Podrían extenderse los ejemplos a Veronés, Durero o Brueghel.

Pero dejémonos ya de charlas. Este compacto, extraño y a ratos nada complaciente ni fácil texto, nos conducirá a través de nosotros mismos por obra y gracia del propio Gaspard, creador de seres fantásticos como Scarbo, gnomo de innumerables tesoros, tal y como lo definiría el propio Bertrand.

Tanto la obra literaria de Bertrand como la musical de Ravel creo que pueden ser definidas de forma bastante correcta como heterodoxas. Quizá esto hace también que la música complete y envuelva los poemas de forma tan espléndida. Pero mientras esa visión completa y fusionada de ambas obras llega, aquí tienen un adelanto de la obra del enamorado de Dijon, su ciudad. Dejen descansar a su inteligencia más racional y permitan que la emocional aflore, llevándoles a través de la extraña hermosura de esta ensoñación.

LA HABITACIÓN GÓTICA

Nox et solitudo plenae sunt diabolo

Los Padres de la Iglesia


De noche, mi habitación está llena de diablos.



- ¡Oh! La tierra - le murmuré a la noche - es un cáliz embalsamado; su pistilo y sus estambres son la luna y las estrellas.

Y con los párpados pesados por el sueño, cerré la ventada marcada con la cruz del calvario, negra en la aureola amarilla de las vidrieras.

*

¡Si la media noche - la hora blasonada de dragones y diablos - sólo trajera al gnomo que se emborracha con el aceite de mi lámpara!

¡Si sólo trajera a la nodriza que, con una nana monótona, acuna en la coraza de mi padre a un bebé nacido muerto!

¡Si sólo trajera al esqueleto del lansquenete emparedado bajo la madera, que golpea con la frente, el codo y la rodilla!

¡Si sólo trajera a mi antepasado que sale andando de su marco carcomido, y moja su gantelete en el agua bendita de la pila bautismal!

¡Pero trae a Scarbo, que me muerde el cuello y que, para cauterizar mi herida abierta, hunde en ella su dedo de hierro al rojo vivo!

Primer poema del tercer libro de Las Fantasías de Gaspard de la Nuit: La noche y sus prestigios.





Aloysius Bertrand. Gaspar de la Noche - Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot. Traducción de Marcos Eymar. Edit. Augur Libros. Primera edición: noviembre de 2008


Quisiera nombrar de forma especial a Marcos Eymar, autor del prólogo y traductor de la versión española manejada y cuya imagen y ficha bibliográfica aparece más arriba. Sus notas y conocimientos me han ayudado mucho a introducirme en el texto y realizar esta entrada. No es la única fuente manejada. Todas ellas y mi propia opinión sobre el libro han configurado la mayor parte de este post. Si se animan y lo leen, sin duda llegaran a conclusiones diferentes. Es una de las grandezas de la lectura.



Por último, les traigo el nombre y el rostro de quien recita los poemas que escucharán en las entradas dedicadas a las tres partes de la obra. Se trata de la actriz francesa Carole Bouquet. Su voz les ayudará a sumergirse en el bellísimo texto.


Y ahora, sin más, disfruten de la obra de Bertrand que yo, por hoy, ya les he robado demasiado tiempo.

Buenos días.

domingo, 1 de noviembre de 2009

I. Gaspard de la Nuit - Preludio



Como dejar transcurrir el tiempo y consultar las cosas con la almohada nos hace moderarnos en actitudes, razonamientos y empeños, a lo largo de estos días he tomado la decisión de efectuar la rentrée (en sentido musical estricto) no con música de "bárbaros tudescos", sino con una afrancesada y sutil.

Todos Vds. conocen mi debilidad por Debussy. Durante este año varias piezas suyas han complementado las entradas de este blog. Sin embargo, hasta hace bien poco Ravel no había entrado a formar parte del menú musical de la bitácora y no por falta de ganas, ténganlo por seguro.


Maurice Ravel (1875-1937)




Debo reconocer que tardé en disfrutar de la música de don Mauricio a causa de su Bolero. Les confesaré que no lo soporto... y les aseguro que lo he intentado, pero es que no hay manera. Sus aires orientales y su tema repetido hasta la saciedad siempre me han alterado los nervios. Comprendan además que nunca he sido una admiradora de Bo Derek... toda ella tan estirada y turgente.

Por eso (les confieso mi estupidez) fui dejando de lado su música. Realmente redescubrí a Ravel la primera vez que escuché en directo Ma Mère l'Oye (Mi Madre la Oca), dirigida en el Auditorio de Madrid en abril de 1994 por un Giulini en estado de gracia. Inmediatamente después vino la Pavana para una infanta difunta y, a partir de ahí, toda su obra para piano: Los Valses nobles y sentimentales, Sonatina, Minueto antiguo, La tumba de Couperin, Espejos, etc. etc. Después vendrían ya las obras orquestales, de cámara, líricas y vocales, aunque reconozco que siempre vuelvo una y otra vez a sus composiciones para piano solo. Definida su obra al igual que la de Debussy como claramente impresionista, ciertas piezas se convierten en auténticos encajes de holanda, tejidos y entretejidos con una sutileza y delicadeza extremas.

Pero de todas esas piezas para piano que el tiempo y excelentes interpretaciones me han ido regalando, la obra que desde hace años me encandila y confieso es mi favorita es Gaspard de la nuit. Porque es un punto y aparte tanto en su composición como estilística y técnicamente hablando. Además, me he pasado las vacaciones de este verano y del anterior escuchando a todas horas precisamente esa música...

Y puesto que el post va hoy de confesiones, les diré que lo que están leyendo ahora forma parte de un viejo proyecto que se quedó en el cajón hace más de un año. No me encontré de repente con ganas de terminarlo y empezó a acumular polvo. Ni siquiera cuando cayó en mis manos el libro en el que está inspirada la música de Ravel me vi con ganas de iniciar la entrada. Eran tantas cosas las que quería decir que no sabía por dónde empezar ni cómo desarrollarlo. Sin embargo hace unas cuantas mañanas, escuchando de nuevo la música, a esta condesa le vino la ventolera y con la energía que sólo dan los repentes se puso a ello con renovada fuerza. Y hete aquí, por fin, la entrada que debía, me debía y les debía desde hace 13 meses.


Este post de hoy, en contra de mi costumbre, va sin música pero todo tiene su razón de ser. Ésta es la primera entrega de seis (tarde, pero contundente) que dedicaré al Gaspard de la Nuit: el Preludio, sobre el que ahora reposa su mirada; las dos Entradas, que van de teoría y en la que les soltaré el rollito sobre lo poco que sé acerca del texto y la música respectivamente, y una por cada una de las partes en que se divide, tanto la obra musical como los trozos del texto en que aquélla está basada. Eso sí, deberán considerarla como un todo único e indivisible puesto que tiene unidad formal y de fondo. Porque me apetece que la escuchen, oigan, lean y admiren en su totalidad. Sí, no me repito. Quisiera que primeramente, una vez introducidos en mi porqué y en el de la obra, oigan el texto original que Aloysius Bertrand imaginó. Lean detenidamente después su traducción al castellano. Por cierto, les recomiendo vivamente que le echen un vistazo al libro. Su cuidadísima edición, el tacto de su papel o de la lisura de su portada y el olor que desprenden sus páginas ya merece el precio del mismo. Es más, yo les aconsejaría que pidiesen a alguien que se lo regalase: se vuelve aún más valioso.


Louis-Jacques-Napoléon “Aloysius” Bertrand (1807-1841)



Y les aconsejo que terminen cada episodio escuchando una versión de la obra de Ravel a piano (como originariamente fue creada) y una versión orquestal, hermosa y dignísima, transcrita por Marius Constant en 1990. Serán bastantes minutos de escuchar y leer (ése es uno de los motivos de haber dividido esta entrada en capítulos; para no cansarles ni convertirles en aburrida una obra delicada, frágil y bellísima. Aunque les repito que deben considerarlos como un todo), de modo que tengan paciencia y racionen lecturas y audiciones, que las sobredosis no son buenas. Tendrán las completas fichas biblio y discográficas en cada una de las mini-entradas.

Les aseguro que es para escuchar y leer con calma, despacio y disfrutar Gaspard de la Nuit como si de un bocado de alta cocina se tratase (me da igual si les gusta la tradicional o la creativa o ambas. Ustedes eligen). Técnicamente es una obra innovadora, rompedora que diría un joven de los de hoy, pero no se fijen exclusivamente en eso. Dedíquenle el tiempo y la tranquilidad que se merece. Seguro que la serenidad, esa dama huidiza y casquivana, les hace el regalo de su compañía...


Buenas tardes.


domingo, 25 de octubre de 2009

Donde dije digo...

... Que digo yo que, aunque no tenga tiempo de escribir, el blog puede quedarse abierto. Por si les da la vena masoquista, pueden incluso leerse el anterior a éste. La música les va gustar... La señora también.

Hasta cuando pueda.

sábado, 24 de octubre de 2009

¿Qué ocurre cuando perdemos el hilo de Ariadna?



¿De qué depende nuestra autoestima? ¿De lo que realmente somos? ¿De lo que los demás saben o no ver en nosotros? ¿De lo que nosotros pensamos que los demás están pensando? ¿De lo que los demás piensan de nuestro interior y nuestra imagen realmente?

¿Qué nos hace daño o nos molesta o hiere de los otros? ¿Sus hechos o su forma de ser o lo que creemos que les impulsa a actuar como actúan?

¿De qué delgado hilo pende nuestro propio equilibrio y el ajeno?

¿Dónde está la delicada línea que separa nuestra percepción objetiva y lógica de nuestros fantasmas? ¿Deben los demás atravesar o no esa línea? ¿Debemos dejar que la atraviesen? ¿Tienen derecho a hacerlo?

¿Por qué un detalle en apariencia banal y tonto puede elevarnos hacia lo más alto o hacernos caer en el más escondido de los pozos?

¿Somos capaces de enfrentarnos a nosotros mismos gracias a o sin ayuda ajena?

¿Por qué nos empeñamos en seguir adelante desoyendo a los otros, aun a costa de causar dolor o pena? ¿Qué extraño mecanismo hace que, sin quererlo, nos hagamos daño a nosotros y a los que están fuera?

Ariadna. Alrededor de 250 A.C. Foto © Maicar Förlag-GML



¿De qué material estamos hechos que no somos mínimamente capaces de entendernos a nosotros mismos al vernos frente a frente en los demás?

¿Nos ayuda en todo ello la razón o verdaderamente su sueño engendra monstruos?

¿Nos queremos un poco o definitivamente sólo nos soportamos día a día?

¿Tendremos el valor de contestar a tantas preguntas o, como casi siempre, delante del umbral nos detendrá el miedo?

¿Quiénes somos para decidir sobre lo ajeno o para hacer reproches o, sencillamente, para desencontrarnos en el tiempo y el espacio?

¿Qué absurda gemometría nos hace trazar líneas divisorias y por qué, sin embargo, las hacemos permeables? ¿Qué ósmosis peculiar nos lleva a reflejarnos en los otros, suplicando en el fondo: "no atravieses la raya, no lo hagas"?

¿Será cierto que las dudas ajenas ayudarían a resolver las propias o sólo servirían para descubrir hasta qué punto nos desconocemos?

¿Por qué nos aventuramos a entrar en oscuros y atrayentes laberintos, deslizándonos por ellos a ciegas y quizá a propósito, sabiendo que probablemente no recuperaremos el perdido hilo de Ariadna?


Samuel Barber (1910-1981) - Essay for Orchestra nº1 , op. 12. London Symphony Orchestra. Dir.: David Measham, 1973. Regis, remasterizado en 2003.


lunes, 12 de octubre de 2009

La condesa ha vuelto a casa



F.Madrazo - La condesa de Vilches. Museo del Prado Madrid. Reproducido en el catálogo de la exposición El siglo XIX en el Prado. Madrid, 2007. (clic para ampliar)


¡Ya era hora!

Años rodando de acá para allá desde que salí de mi casa. Primero, la mudanza al Casón, que está cerquita sí, pero no es lo mismo. Era un poco como estar en la caseta del guarda. Después, 13 años encerrada en los sótanos. Que estarán a la temperatura correcta y bien acondicionados y todo lo que Vds. quieran pero, ¡qué caramba!, yo no soy un vino y permanecer ahí es más aburrido que un discurso de don José de Echegaray.
Solamente me han dejado salir dos o tres veces para alguna exposición importante...


Y ¿saben? Desde hace una semana estoy la mar de contenta. No hay nada como volver al hogar. Además les contaré que estoy especialmente feliz porque me han colocado presidiendo la sala de Federico. Ya, ya sé que hay otros retratos suyos espléndidos, pero son todos mucho más oscuros y discretos, a la española. En cambio mi vestido azul turquesa, mis ojos claros y mi sonrisa apenas contenida, pizpireta y traviesa me hacen destacar incluso aunque esa presumida de Eurídice, la escultura de Sabino de Medina, intente hacerme sombra. Eso sí, lo único que me descoloca un poco es que no han dejado mucho espacio delante para que los caballeros se batan en duelo por mí. No puedo remediarlo, me priva. Pero no se confundan que sólo es de mentirijillas. No soy en absoluto violenta o pendenciera, sino más bien todo lo contrario.

Cuando vengan al Prado a ver el nuevo emplazamiento de la pintura del XIX, tómenselo con calma. Nuestro regreso después de tanto tiempo merece tranquilidad y sosiego.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. I. Paseo


Comiencen por la sala central con ese Goya ottocentesco y neoclásico, sirviendo de prólogo a las pinturas de los nuevos clasicistas. Todavía no han puesto las cartelas (¡aysssss!), así que pueden jugar a adivinar de quién y de qué se trata. Por si no pueden resistir la curiosidad, les diré que hay pinturas de Vicente López, Juan Antonio de Ribera o José de Madrazo.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. II. El gnomo


Entren después en la sala de los románticos y recuperen a David Roberts, Genaro Pérez Villaamil o Antonio María Esquivel; a los goyescos Leonardo Alenza y Eugenio Lucas; a Víctor Manzano y a Valeriano Domínguez Bécquer.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. III. Paseo


Redescubran a continuación a Raimundo de Madrazo (los genes son los genes) y a los excelentes realistas Ramón Martí de Alsina, Carlos de Haes y Martín Rico y deténganse ante sus increíbles y fantásticos paisajes. Déjense llevar por la luz que sale de sus cuadros, por las pinceladas cortas y sueltas que configuran algunos de sus más bellas obras. No olviden que Martín Rico evolucionó después, de la mano y el influjo de su amigo Fortuny hacia una pintura más exótica (lo encontrarán unas salas más adelante).


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. IV. El viejo castillo


Ábranse a los excelentes retratos de Emilio Sala, Ignacio Pinazo y su técnica suelta y tan moderna, Franco Domingo Marqués y deténganse especialmente en la obra de Antonio Muñoz Degrain, soberbio en sus paisajes y retratos (más avanzada la visita, recordarán que también es un excelente pintor de historia). Porque quizá lo mejor del recorrido venga cuando se dejen impresionar por el tamaño y la gran calidad de esa gran olvidada que es, todavía hoy, la pintura de Historia.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. V. Paseo



F.Padrilla - Doña Juana la Loca. Museo del Prado Madrid. Reproducido en el catálogo de la exposición El siglo XIX en el Prado. Madrid, 2007. (clic para ampliar)


Que las obras monumentales de José Moreno Carbonero, Emilio Sala, Antonio Muñoz Degrain, Eduardo Rosales, Lorenzo Vallés, José Casado del Alisal, Francisco Pradilla, Manuel Domínguez, Alejandro Ferrant y Dióscoro Puebla les inunden y párense sin prisas delante de esa maravilla que es El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert. Quizá lo consideren una exageración pero, para mí, esta obra es comparable a La Balsa de la Medusa, de Géricault o a La Libertad guiando al pueblo, de Delacroix.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. VI. Las Tullerías



A.Gisbert - El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga. Museo del Prado Madrid. Reproducido en el catálogo de la exposición El siglo XIX en el Prado. Madrid, 2007. (clic para ampliar)


Dejen que me detenga un instante en Eduardo Rosales porque es mucho más que un pintor de historia y se merece al menos un párrafo. Académico pero menos en su faceta de pintor de historia. Espléndido en el tratamiento de las telas de sus retratos. Algo convencional y empalagosillo en su faceta de pintor religioso o absolutamente libre y de pincelada suelta y rápida en sus desnudos.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. VII. Bydlo


Una vez terminado ese paseo por la gran pintura histórica, diríjanse a las salas de Sorolla y Beruete. La primera abarca una mínima referencia de la obra ingente del valenciano. Pintura social, paisajes, desnudos, retratos. Como dice un amigo pintor de mi amiga Anarkasis, don Joaquín es Velázquez en blanco. Y tiene toda la razón. No les voy a hablar a estas alturas de la luz y el sentido de la perspectiva o el escorzo de Sorolla. Todos lo conocen de sobra. Desde mi punto de vista personal, este artista nunca fue profeta en su tierra y no se le ha valorado todo lo que, a mi juicio, se merece, despachándolo a veces con un escueto: "pintor impresionista." Esperemos que la exposición del Prado de este verano haya servido para reconocer su obra de ahora en adelante.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una eVxposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. VIII. Paseo



J. Sorolla - Y aún dicen que el pescado es caro. Museo del Prado Madrid. Reproducido en el catálogo de la exposición El siglo XIX en el Prado. Madrid, 2007. (clic para ampliar)


Y si la forma de plasmar la luz en el levantino impresiona, la sala de Aureliano de Beruete, precisamente con el retrato que su amigo Sorolla le hizo presidiendo ésta, les hará recordar o descubrir el color y la luminosidad de los paisajes.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. IX. Polluelos en el cascarón


Y ¡qué quieren que les diga de Fortuny! Se ha hablado tanto de él, de su delicadeza, exotismo, libertad pictórica. No sé explicar de él nada original a estas alturas, de modo que caeré en el tópico. Su refinamiento, su sentido del color, su detallismo casi casi preciosista y a la vez moderno y transgresor. Pintor a veces miniaturista, de una delicadeza extrema pero no exento de fuerza, que tomó de Delacroix el gusto por los paises africanos y el sentido de la luz y que tanto influyó en su amigo Martín Rico y en generaciones posteriores, abriendo la pintura española al exterior.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. X. Samuel Goldenberg & Schmuyle


Se habrán dado cuenta de que no hemos seguido un itinerario cronológico para visitar las salas. Hemos ido saltando de aquí para allá en el tiempo, porque así disfruté yo de mis compañeros el primer día en que la exposición se abrió al público y porque me gusta deambular a menudo por las salas de esta casa sin llevar un orden estricto. La sorpresa y el encanto suelen ser mayores. Si leyeron en la prensa o escucharon en la TV que por un momento fue imposible ver a la condesa, créanselo. Desaparecí y me escabullí entre el público para que no me lo contara nadie.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. XI. Mercado de Limoges


Así Carlos de Haes aparecía casi entremezclado con Alenza o Lucas y he hablado Raimundo de Madrazo mucho antes que de su padre, que todavía no ha hecho realmente acto de presencia. Pero es que su sala la dejo a propósito para el final.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. XII. Catacumba (Sepulcrum Romanum)


Citemos también que toda la visita está trufada de esculturas neoclásicas, netamente románticas o realistas. Disfruten con Agustín Querol, Jerónimo Suñol, Camilo Torregiano, Sabino de Medina o Mariano Benlliure. Véanlas por Vds. mismos. No querrán que se lo cuente yo todo.


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. XIII. Con mortuis in lingua mortua


Y ahora sí, por fuerza tengo que hablarles de la sala 62b. Hagamos una parada más larga porque es la del pintor que me dio vida. Don Federico de Madrazo, uno de los grandes retratistas (para mí el mejor) del XIX español, quizá junto con Sorolla. Espléndido en la factura y técnica de sus obras, fue capaz de crear un hilo conductor entre la tradición velazqueña, con los fondos neutros y los retratos sobrios y las nuevas formas de la retratística inglesa que lo ligan precisamente a Sargent y el valenciano. Entre medias, todo un despliegue de ismos posibles de los que bebió y se empapó. Pero, aun en su modernidad, retornó siempre a las fuentes de Velázquez (La Rendición de Breda) o el propio Greco (El Entierro del señor de Orgaz).


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. XIV. Paseo Baba-jaga


Y como les he dicho, en medio de la sala, detrás de la perspectiva que abre la escultura de Sabino de Medina La ninfa Eurídice mordida por una culebra (mal rayo le parta, aunque no me quita protagonismo), estoy yo...


M.P. Mussorgski (1839-1881) (orq. por M.Ravel en 1922). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Karel Ančerl. Supraphon, 1968. XV. Gran Puerta de Kiev


...Bueno, realmente está ella. La de verdad, la genuina, la sonriente, algo frívola, joven y guapísima Condesa de Vilches. La condesa turquesita, doña Amalia de Llano y Dotrés, pintada a la francesa por don Federico de Madrazo. Robándole a Ingres algo de su clasicismo, pero ya plenamente romántica. Alegre, disfrutando de la vida, como la prueba más evidente de que la pintura del XIX española no es polvorienta, ni aburrida, ni fría. Que se la ha mirado muy mal, se la ha estudiado menos y se la ha tratado aún peor.

Si cuando pasen por su lado, les sonríe especialmente a Vds. guiñándoles un ojo con picardía, no se extrañen. Ella y yo somos así... Qu'est ce qu'on va faire!


R.Schumann (1810-1856)- Drei Romanze (Tres Romanzas), op. 74: I. Nicht schnell (nada rápido). II Einfach, innig (sencillo e íntimo). III Nicht schnell (nada rápido). En el disco Dúo concertante. Obras del Romanticismo para oboe y piano. Tres Romanzas Eduardo Martínez, oboe y Riccardo Cecchetti, piano. Verso, 2008


No dejen de leer la crítica que Pablo J. Vayón ha hecho del mismo. Estoy totalmente de acuerdo con él en lo que a calidad tímbrica del instrumento moderno y a las piezas compuestas en cada época se refiere (me quedo sin lugar a dudas con el oboe barroco). Pero él sabe explicarlo muchísimo mejor que yo. Y además el enlace trae bonus: descubrir su blog y una sonata de Saint-Saëns ligera y delicada. Le doy especialmente las gracias por su amabilidad al dejarme enlazar con su bitácora.