Un regalo de Sergio Astorga

miércoles, 15 de octubre de 2008

Sinestesias V - y IV - La mar estava alegre (En la playa o navegando. Cadaquès)



La mar estava alegre

La mar estava alegre, aquest migdia:
tota era brill i crit i flor d'escuma,
perquè feia molt sol i el vent corria.
Al lluny se veia un gran mantell de bruma.
Damunt les ones, amb les veles dretes,
les barques hi brincaven com cabretes.


La mar estaba alegre

El mar estaba alegre al mediodía:
todo era brillo y grito y flor de espuma,
porque corría el viento, y el sol lucía.
Se veían, a lo lejos, mantos de bruma.
Encima de las olas, con sus velitas,
las barcas retozaban como cabritas.


El mar estaba alegre (En la playa o navegando. Cadaquès)

De nuevo en mar abierto. Hace sol. Azul inmenso por todas partes hasta donde la vista llega. Arranca el tema con rotundidad. La orquesta al completo y al unísono. Horizonte amplísimo de agua, salpicado de pequeñas manchas blancas diseminadas aquí y allá: las velas. Hace día de navegar, de dejarse llevar según sopla el viento. Los graves al bajo continuo, creando un tempo marcadísimo. El mar tiene ganas de reír. De hecho ríe.




En la playa, los críos chillan y ríen a carcajadas. Parecen pequeñas y afanosas ardillas, empeñadas en hacerte participar de sus juegos y castillos. Los cubos y las palas andan esparcidos aquí y allá. En un principio los violines llevan la voz cantante. Ha llegado la hora del baño. Entra un pequeño a la carrera y los demás le siguen. Nuevos chillidos y risas. El agua está transparente y casi helada. Por un momento, cuando el frío les corta la respiracion parecen enmudecer pero inmediatamente los instrumentos se desdoblan e inician un diálogo. Se empujan, saltan unos sobre otros, se hacen aguadillas. Violas y cellos de contrapunto. Los instrumentos se divierten persiguiéndose, intentando alcanzarse. Juegan. Han entrado en calor y de nuevo los gritos y la algarabía se escuchan desde la orilla. El ritmo se hace cada vez más marcado y vivo. La melodía se eleva alegre, imparable dentro de la orquesta. Ellos continúan su particular rito infantil de iniciación a la alegría, de forma innata, primitiva, feliz. Continúa el juego y el diálogo. No parecen cansarse. Se suben unos encima de otros y juegan a las batallas de caballos y caballeros. La música se vuelve luminosa. Unos contra otros. Irradia. Se derriban en medio de las risas. El bajo continuo, cada vez más marcado. Al final, agotados salen del agua y se derrumban literalmente sobre la arena sin dejar de reír.




La Cadaquès más hermosa, la que enseña su cara más amable será sin duda siempre la que nos recibe desde el mar. Ahora la orquesta se queda suspendida mientras por debajo, la melodía sube y baja, se ilumina y desciende. Desde que la barca entra en la pequeña bahía, al viajero le seduce el color blanco, blanquísimo de las paredes encaladas y el rojizo de las tejas y los terrados. Dialogo y contraposición entre las diferentes cuerdas. Por el camino, un mar limpio y oscuro en el que surgen como chinchetas minúsculas mil embarcaciones de diferentes tipos. Parte de los instrumentos se erige en solista oponiéndose al resto de la orquesta. Acérquense despacio, buscando no encallar en una playa profunda, de cantos oscuros. La iglesia, en lo alto, como colgada de los propios tejados saluda. Todo el pueblo se arracima en torno a ella. Y canta. Y la montaña detrás y los olivos y las callejas empecinadas en seguir subiendo a pesar de todo. Brillo y ligereza en los acordes. Luz y agua

Una vez en tierra, desciendan por la ribera norte y caminen en dirección al faro. De nuevo el tema principal entendido como una charla chispeante. Les sorprenderá la visión de los barcos y la iglesia al fondo como un escenario barroco. Pero los términos se invierten. Desde el sombrío norte, la luz sobre el agua se abre paso a trompicones, alegremente. Se inicia con la profundidad de las violas y la melancolía de los cellos para dar paso a la brillantez de los violines. De nuevo un blanco de herida luminosa rebota sobre el agua que se reinventa a sí misma. La alegría asciende desde la propia melodía que se convierte y reinterpreta en juego de agua y luz. Cadaquès como pirata tímido, a salvo de las hordas de turistas. El tema principal cierra el círculo. Descúbranla con respeto y cuidado y Cadaquès se les entregará sin ningún tipo de recelo. La melodía renace y se renueva como si cantase. Cadaquès canta.





martes, 14 de octubre de 2008

Sinestesias V - III - Nocturn (De atardecida y lunas)



Allà en les llunyanies de la mar

Allà en les llunyanies de la mar
s’aixecava la lluna solitària.
Un himne sense mots, acompassat,
li cantaven les ones en la platja.
El cel, tot llis i tot descolorit,
s’escoltava el cantar de les onades;
i la terra enfosquint-se a poc a poc,
sense veu, sense vent i sense gales,
semblava submergir-se en el no-res,
davant del cel i el mar il·luminant-se
al bes de la lluna, a cada instant més clar,
i la remor creixent de les onades.



Allá en las lejanías de la mar

Allá en las lejanías de la mar
se alzaba la luna solitaria.
Un himno sin palabras, a compás,
le cantaban las olas de la playa.
Todo el cielo, liso y descolorido,
escuchaba el canto de las olas;
y la tierra oscureciendo, poco a poco,
sin voz, sin viento, sin encanto alguno,
parecía en la nada sumergirse,
ante el cielo y el mar, iluminándose
al beso de la luna, cada vez más claro
y el rumor creciente de las olas.


Nocturno (De atardecida y lunas)



En la Costa Brava que pertenece al Alto Ampurdán, el mar cambia de color en cada pequeña cala o enclave y, por supuesto, según la hora del día. Está atardeciendo... Toda la orquesta inicia al unísono el movimiento Lento...

Cuando la luminosidad decae y los perfiles de la costa se van diluyendo por la falta de luz o la bruma de tarde, cada lugar del Ampurdán refleja la luz en el agua de una forma bien distinta... bien empastada con una música nostálgica e intimista.

Desde la terraza, el golfo de Rosas va perdiendo color y matices de atardecida. El conjunto de la cuerda baja de intensidad y a tonos más graves. Las nubes bajas arañan restos de luz en el bajísimo horizonte, dejando que el arco acaricie las cuerdas, cada vez más despacio, cada vez con mayor lentitud.

Pero si nos alejamos en el espacio y subimos por la pendiente que desde Port de la Selva asciende a Sant Pere de Rodas, la bruma se contrapone a la oscuridad que va venciendo en un diálogo sordo y bellísimo. Violines y cellos se suceden. Conforme la claridad desciende se despliega el tema principal, la canción que acompaña y acuna. Los violines susurran, se alternan en un delicadísimo sottovoce. La noche va abriéndose paso, cercenando la luminosidad. Al menos por lo que queda de día, vencedora definitiva del sol.

Volemos ahora en dirección sur. Al volver de Cadaquès y según se dobla el cabo Norfeu la luz se difumina, ¡qué contradicción! en un contraluz sutil y matizado. La punta del Cat parece disolverse en la luces últimas y todo se iguala. La claridad difusa y por momentos más escasa se asemeja a una viola y un cello que se contraponen y el diálogo se hace más suave e íntimo. El mar se va volviendo de un gris de azogue y plata oscura, marcando, como si de cellos y contrabajo se tratase, el bajo continuo. Las rocas que dan paso a la entrada en la Montjoi enmarcan de sombras el agua, mientras violines y violas cuchichean en voz baja.

Pero si decidimos contemplar la puesta de sol desde la Almadrava en dirección al parque de Aiguamolls, el sol se mostrará rotundo en su caída. Colores rojos y amarillos intensos como ese cello que ataca con rotundidad el acorde. Pronto, todo el enorme marco que es capaz de abarcar el paisaje se torna en un cuadro de conjunto. Esta vez no predomina un solo instrumento. El sol va descendiendo muy despacio mientras toda la orquesta conversa entre sí, con suavidad y nostalgia. Algún rayo aislado intenta apenas un segundo de especial protagonismo en tanto los violines, por un brevísimo instante, intentan escaparse. La orquesta los neutraliza y se funde en un juego de naranjas y malvas mientras retoma la melodía principal lánguidamente.

La luz casi ha desaparecido por completo. Los cellos, tímidos, asoman.

Ha salido la luna. Por fin la ausencia de luz y de color. Un tímido cuarto creciente que se levanta desde el agua, justo en la playa de la ya tranquila y recuperada Rosas, en septiembre. El violín inicia un tímido solo que es repetido por la viola y el cello, en un apenas esbozado y agonizante canon. La palidez vence. El agua se disuelve en el vacío hasta que a éste lo releve un día nuevo.







lunes, 13 de octubre de 2008

Sinestesias V II - La ginesta (Camino del cabo de Creus)



La ginesta altra vegada

La ginesta altra vegada!
la ginesta amb tanta olor!
És la meva enamorada
que ve al temps de la calor.
Per a fer-li una abraçada
he pujat dalt del serrat:
de la primera besada
m'ha deixat tot perfumat.
Feia un vent que enarborava,
feia un sol molt resplendent:
la ginesta es regirava
furiosa al sol rient.
Jo la prenc per la cintura:
la tisora va enrenou
desflorant tanta hermosura
fins que el cor me n'ha dit prou.
Amb un vímet que creixia
innocent a vora seu
he lligat la dolça aimia
ben estreta en un pom breu.
Quan l'he tinguda lligada
m'he girat de cara al mar...
M'he girat al mar de cara,
que brillava com un cristall;
he aixecat el pom en l'aire
i he arrencat a corre'avall.


!Vuelve otra vez la retama!

¡Vuelve otra vez la retama!
¡La retama con su olor!
Ella es mi enamorada
cuando comienza el calor.
Para darle una acolada
a los cerros he trepado:
al primer beso que daba
me ha dejado perfumado.
Daba un viento que arbolaba,
daba el sol resplandeciendo:
y la flor se revolcaba
furiosa al sol, riendo.
La agarré por la cintura:
la tijera no ha cejado
desflorando su hermosura
hasta sentirme colmado.
Con un junco que crecía,
inocente, junto al seto,
até a la dulce amiga
en un manojo muy prieto.
Al tenerle bien atado
me he vuelto de cara al mar...
Me he vuelto hacia el mar de frente
y el rostro, resplandeciente,
al aire lo he levantado
y corriendo me he bajado.


La retama (camino del cabo de Creus)

El día es inusitadamente claro y el agua de un azul limpio, recién estrenado. Toda la orquesta inicia la melodía principal y única que se repetirá a lo largo del movimiento. La ciudad va alejándose despacio desde popa. El sonido es brillante. Como mal menor navegamos lentamente tratando de no ver la multitud de manchas claras que le han crecido a la costa y que cubren Rosas de un polvillo blanquecino, como si la hubiese atacado el oidio. Hablo de la cantidad ingente de urbanizaciones que agobian y engullen playas tan hermosas como las Canyelles Petites o las Canyelles Grosses, también llamada la Almadrava.

Una vez superada ésta, de camino a la Montjoi, la masa bellísima y delgada, como la de una larga lengua que se adentra en el mar, nos ilumina un nombre en la memoria: cabo Norfeu. El violín destaca del resto de la orquesta y cello y violín lo doblan. Menos contundente, más verde y suave que su hermano mayor el de Creus, se nos muestra amable y acogedor. Nos acercamos por babor y navegamos en paralelo a sus no excesivamente agresivas paredes. Nuevamente el violín destaca marcando el tema principal, mientras la viola y el cello esta vez marcan el bajo continuo...; el resto de la orquesta a modo de un solo instrumento conversa con el violín.

Y entonces empiezan a sentirse con claridad los olores: la salvia, el espliego, el romero suavizan y hacen armonioso el ruido a compás de las olas en estribor. La orquesta se empasta y los sonidos más graves se hacen por un instante protagonistas. Pero sobre todos esos olores, se alzan poderosos la imagen y el aroma de la retama, la ginesta que dice la gente de por aquí. El violín de nuevo salta al compás y se erige en el actor principal. Aparece por todo el cabo, hasta mezclarse sin solución de continuidad con el olor de la sal y el iodo, llenando el aire de notas agrias o dulzonas a ratos, con un olor penetrante y activo que nos recuerda que el cabo es generoso como ella y la protege de la fuerza árida y sin piedad de la tramontana. El violín dialoga con el cello y la viola.

Todavía con el olor en la memoria, vamos dejando a la izquierda la cala Pelosa y la Jóncols, para alcanzar poco a poco las entradas a Cadaquès y Port Lligat.

El paisaje se va volviendo más ralo en vegetación. El cello asume el protagonismo y la melodía. Sólo la roca omnipresente y sus paredes cortadas a pico. La mole del cabo de Creus, con el faro en lo alto, se alza con fuerza para demostrarnos que los olores han sido sustituidos por la armonía exclusiva de la sal y el iodo. Es ahora la viola la que desplaza al violín y asume el mando, pero éste lo recupera. Aguas transparentes y limpias como pocas donde crece todo tipo de especies protegidas por la denominación de parque natural. El viento azota cada vez más fuerte, demostrando que donde él reina ninguna vegetación es posible.

La orquesta como un solo instrumento juega con el tema melódico. Al doblar el cabo, la aridez, dueña y señora del entorno, nos deja vislumbrar el resto de la costa abrupta camino de Francia, hasta esa frontera natural de Coulliure, donde los acantilados y farallones desaparecerán tan bruscamente como empezaron, mar adentro, como resto casi intangible de unos Pirineos moribundos y espléndidos. El cello destaca para inmediatamente retomar el bajo continuo; el círculo de la melodía se cierra.





domingo, 12 de octubre de 2008

Sinestesias (V) I - Explicación y prólogo

[Para el conde Adanero que lleva meses reprochándome no haber dedicado nunca una entrada en mi bitácora a un compositor español, en prueba de una ya vieja y sólida enemistad]
[Para Mega y Fritus,
que nacieron y vivieron o viven en Cataluña y quizá puedan aquí y ahora reconocerse en la música y las palabras de su lengua materna]
[Para Tanhäuser, que creció en esa tierra y se adaptó a ella haciéndola suya, al igual que su lengua, compartiéndola con el castellano]



No me gusta hablar mal de la gente, pero miren que mi jefa llega a ser poco cuidadosa. Como el blog es suyo, lo va dejando todo por ahí, manga por hombro. Luego dirá que es ordenada, pero para mí que tiene un punto de desorden caótico ciertamente preocupante.

El caso es que, por una vez, voy a aprovecharme de lo encontrado en mi escritorio. Son fotos de viaje. Más concretamente fotos en las que el mar es el principal y, a menudo, único protagonista. En la carpeta reza: "Costa Brava 2008". Dentro, diferentes carpetas más pequeñas: "De Rosas al cabo de Creus", "Vistas desde la habitación", "De atardecida", "En la playa"...

¡Ah, la tentación es demasiado fuerte! A ver, a ver. ¿Con qué tipo de música podría yo combinarlas para hacer una nueva entrada de Sinestesias? (Reconózcanme que apenas les he dado la lata últimamente con ellas)... ¿La mer o La cathédrale engloutie de Debussy? ¿Jeux d'eau de Ravel? No, no, esta vez necesito otra cosa. Algo tan sutil como las anteriores, pero más cercana en el espacio y en el tiempo. Condesa, algo te está rondando por la cabeza desde hace rato y no consigues darle forma... Piensa, piensa... Mediterráneo, Cataluña, Costa Brava...



¡Claro, ya lo tengo! Pocas músicas habrá que se adecúen tanto a las fotos que tengo delante de mí. Va a ser una sinestesia casi perfecta.

Pero hay algo que falla. No puedo hablar de lugares en los que no he estado, ni de colores que no he visto, ni de aromas que no he olido. La sinestesia no funcionaría por mucho que conozca la música... No tengo ni idea de cómo resolverlo. Déjenme que lo consulte con la almohada.


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Hoy el día ha amanecido más ligero. Creo que tengo la solución. No se había dado hasta ahora pero, ¿por qué no?... Podría funcionar... Lo he consultado con la administradora del blog y parece que la idea le ha hecho gracia. Así, de paso, recupera y muestra sus fotos (aunque lo niegue es más narcisista que yo).

Freia se ocupará pues del relato de viaje, de lo que vio, escuchó, olió y saboreó y yo, la condesa, le pondré el fondo poético y musical que se merece. ¿Que cómo se puede hacer una sinestesia a medias? ¿Que cómo alguien puede sentir por el otro hasta el punto de comportarse como si fueran una sola persona?... ¡Ah!, no me pregunten. Yo me limité a aportar la descabellada idea y puede que funcione. La responsabilidad del blog no es mía. Deberían juzgar Vds. por sí mismos.

Antes de que Freia pase a narrar su crónica de viajes, seré yo, la condesa, quien les hable de la música.

Porque si hay una música, de entre las que conozco, que defina la Costa Brava, que la aprehenda en todos y cada uno de sus compases es la escrita por uno de esos compositores con mucha fama en su tiempo y hoy injustamente olvidado incluso en su propia tierra. Y sin embargo contribuyó como pocos al éxito del Renaixement, ese movimiento nacional catalán hijo y heredero de la Renaixença del XIX. Les estoy hablando de Edouard Toldrà.

Desde muy joven luchó en contra de esa hegemonía que la música que imperaba en Europa estaba ejerciendo en España en general y en Cataluña en particular. Y cuando hablo de música imperante en Europa me refiero a Wagner y lo wagneriano, cuyas estructuras sonoras se hacían oír fundamentalmente en y desde El Liceo.

Contra esa tiranía compositiva y musical que todo lo invadía, Toldrà proponía una vuelta a las raíces netamente mediterráneas y por ende catalanas, pero inspirándose en los avances técnicos y estilísticos que representaba, por ejemplo, el Impresionismo francés liderado por Debussy y Ravel, basado en la limpieza compositiva y estructural.

De esta forma y cuando sólo contaba 16 años creó en 1911 en Barcelona, el Quartet Reinaixement del que se constituyó en su líder nato a pesar de ser el más joven del grupo. El ensemble representó el renacer de la música de cámara en Cataluña y contribuyó y no poco a la difusión de algunas obras de la categoría del Cuarteto de Ravel y a la fertilidad compositiva de muchos maestros, entre los que se encontraba el propio Toldrà, aunque la obra que hoy les trae esta condesa se estrenó precisamente cuando el cuarteto estaba a punto de deshacerse.

Bueno, ya está bien de misterio. La obra que sonará en esta(s) entrada(s) es la más famosa hoy en día de sus composiciones. En la actualidad todo el mundo la conoce como Vistes al mar, pero lo cierto es que su título original fue y será Vistas al mar, en castellano. La obra lleva como subtítulo: Evocaciones poéticas. Ganó el Premio "Fundació Rabell" en 1920 y fue estrenada un año más tarde en el Palau de la Música de Barcelona.

Inspirada en tres poemas de Joan Maragall, uno de los más claros e insignes representantes del Modernismo catalán, el compositor subtituló, en principio, cada uno de sus movimientos como: Costa Brava, Nocturno y Velas citando, de alguna manera, el motivo de su inspiración. Ante el temor de que los oyentes creyeran que la música intentaba describir pintorescamente y definir los poemas citados, el propio autor borró los subtítulos y los sustituyó por los habituales al uso en música: I Allegro con brio, II Lento y III Molto vivace. Sólo se ha mantenido y no siempre el subtítulo Nocturno (hoy Nocturn) correspondiente al movimiento Lento.

Porque realmente las Vistas al mar de este barcelonés, casado y afincado durante los veranos en Cantallops desde 1923, no trata de describir sino que simplemente se inspira en los poemas de Maragall. [Un pequeño inciso para decirles que el dato de Cantallops le ha encantado a Freia: allí se fabrica el S'alou y el Blanc dels Aspres, vinos por los que la jefa siente absoluta debilidad y de los que creo que ya les ha hablado]

Pero volvamos a nuestro tema. No esperen encontrar en esta obra aplicaciones técnicas o estilísticas novedosas, ni dodecafonismo, ni hallazgos revolucionarios. Su música es conmovedoramente sencilla y poco o nada arriesgada estructuralmente. Eso sí, con una férrea unidad compositiva y de estilo. Es de una belleza limpia, tranquila, serena y alegre como lo es la propia Costa Brava cuando la invade el sol y no el viento, o como lo es el propio mar que la baña. Si algo define los poemas de Maragall y la música de Toldrà es el color azul, el sol, los acantilados y los aires de sal y agua.

Cada movimiento pues, inspirado en un poema. Tres movimientos distintos en perfecta alternancia. La ginesta altra vegada es el título de la poesía inspiradora del primer movimiento; La mar estava alegre lo es la del tercero. Ambas transmiten sensación de alegría por lo olores de la costa en primavera o por el mar apaciblemente azul y soleado, que pregona el júbilo de la luz y la claridad mediterráneas. Entre medias, la música melancólica, casi casi como un adagio basada en Allà en les llunyanies de la mar, que nos sugiere el atardecer, la llegada de la noche, el ocaso, la serenidad.

Decirles, por último, que la obra fue creada como un cuarteto de cuerda. Sin embargo, al poco de echar a andar se realizó la transcripción para orquesta de cámara y es muchísimo más habitual encontrarla hoy en día interpretada bajo dicho formato en lugar de hacerlo en el original de cuarteto.

La versión que les traigo es de la Englisch Chamber Orchestra, dirigida por Enrique García Asensio, en una grabación de Ensayo, realizada en la iglesia All Hallows de Londres en 1977.

No existen muchas más versiones. Hasta donde yo conozco, una de la Orquesta de Cambra Comellas, otra de la Jonde y una tercera, esta vez sí bajo el formato original, del Cuarteto Casals.

Ya que estamos con datos técnicos, les menciono que los poemas de Joan Maragall han sido extraídos de: Joan Maragall. Obra poética. Versión bilingüe en dos tomos, editada en 1984 por Clasicos Castalia, con los nºs. 126 y 127. Introducción y notas a cargo de Antoni Comas. Traducción de J.F. Vidal Jové.

La voz que escucharán recitar los poemas de Maragall pertenece a Ivan Sinyol y aparece editada en la versión que el Cuarteto Casals grabó de las Vistas... en 2006 para Harmonia Mundi

Las fotografías y los textos de viaje son responsabilidad exclusiva de Freia, sin copyright ni ningún tipo de publicación o edición.

No les doy más la lata. Dada la longitud de la entrada, las mentes perpetradoras hemos decidido que por hoy ya tienen Vds. bastante. No queremos que salgan corriendo en dirección contraria.

La entrada se realizará en varios capítulos, pero no se asusten... ya han superado el primero. Los tres restantes, correspondientes a cada uno de los movimientos de la obra serán publicados a razón de uno por día, a la misma hora, para no hacerles pesada la idea general de la entrada pero lo suficientemente cercanas en el tiempo para que ésta no pierda continuidad.

Esta vez la sinestesia es plenamente interactiva: pueden escuchar la música mientras se deleitan con los poemas o leen los textos de viaje (trufados de impresiones musicales) o contemplan las fotografías. De igual manera se complementan fotografías y textos tanto en prosa como en verso. Jueguen a revolver los diferentes ingredientes y a mezclarlos. Seguramente se diviertan.

A partir de mañana estarán en condiciones de valorar si la sinestesia ha conseguido ser coherente y tener unidad. Freia me ha prestado imágenes y textos, yo les he regalado a Vds. la poesía y la música. Sabremos pues si este singular collage confeccionado al alimón ha funcionado, lo que permitiría futuras colaboraciones, o tendrá que ser llevado al baúl de los proyectos fallidos.

Probablemente no serán capaces de saber quién de las dos ha escrito este último párrafo, pero de lo que se trata en última instancia es de que presten especial atención a la música. Porque está inspirada en la Costa Brava, en el Alto Ampurdán, que yo amo profundamente. Entiendan que para mí esta obra tiene especialísimas connotaciones sentimentales. Disfrútenla pues despacio y como lo que es, porque les aseguro que Vistes al mar es un regalo que no tiene precio.

Hasta mañana.

viernes, 10 de octubre de 2008

Premio a la proximidad



Luisa m, de Volar sobre el mar me ha concedido el Premio a la proximidad.

El texto del premio dice:

"A todas nos encantan los blogs, donde en la mayoría de ellos sus objetivos son mostrar las maravillas y hacer amistades; hay personas que no se interesan cuando les damos un premio y de esta manera contribuyen a cortar esos lazos. ¿Queremos que se corten o que se propaguen? ¡Entonces tratemos de prestar más atención a ellos!
Así que este premio debemos entregarlo a 8 bloggeras que a su vez deben hacer lo mismo y poner este texto".


Los que me conocen un poco saben que me gustan mucho los premios. Los considero una muestra de reconocimiento al trabajo y la dedicación y, ¿por qué no?, el entusiasmo que siempre conlleva el tener un blog. Pero también porque es mucho más fácil no darlos que hacerlo, lo que también demuestra que quien lo otorga se molesta y disfruta visitándote y leyendo lo que, con mayor o menor fortuna, vas trenzando. Si además el premio es a la proximidad, es porque lo que haces resulta cercano a quien te lee y escucha la música que eliges y preparas, con lo que la razón para sentirse orgullosa por ello adquiere más sentido todavía.

Hoy no me siento capaz de premiar a 8 amigas blogueras (entiendo que va sólo de premiar a chicas), precisamente porque la proximidad no entiende de sexos... Eso no quita que le agradezca con sinceridad a Luisa su premio, porque además me gusta mucho su bitácora, que lo coloque en lugar preeminente y que invite a todo aquel que quiera a tomarlo y hacerlo un poquito suyo. Porque si algo he experimentado durante estos 14 meses de blogosfera es la cercanía de quienes me han dado mucho más de lo que esperaba de ellos.

Llevo un buen rato dándole vueltas a la música que voy a ponerles, porque la de Elgar ya cansa bastante. Hoy vamos a pasarnos a lo francés. También música de celebración solemne y con su fanfarria.


[Preludio del Te Deum de M.A. Charpentier H. 146. Les Arts Florisssnts. Dir. William Christie. Harmonia Mundi, 1987]

Mil gracias Luisa. Un fuerte abrazo

sábado, 4 de octubre de 2008

Nueva bitácora musical

Hace un par de días, Mega y yo, al alimón, descubrimos un blog musical recién estrenadito. Blog de título por demás curioso y no poco extravagante todo hay que decirlo, como curioso y extravagante es el nombre de su hacedor (pueden acceder a él también a través de mis enlaces).

Hay muchas y excelentes bitácoras de música clásica en la red, pero para mí siempre es saludable darle la bienvenida a quien se arma de entusiasmo y voluntad para escribir sobre algo que me apasiona. No pienso darles mi opinión sobre su contenido. Creo que deben juzgarlo por Vds. mismos.

No seré yo quien dé consejos a alguien que empieza. Desde aquí decirle solamente a Monsieur le Croissant musicien (jajaja, no puedo evitarlo), ya sea hombre o mujer (tiene razón: bien poco importa), que tenga bien presente y saque provecho de ello, que la música y las palabras siempre han hecho excelente maridaje lo que, de paso, me sirve para "obsequiar" a mis lectores con una breve pieza de mi favorito, el primero, el inimitable, el más grande, al que últimamente tenía un poco abandonado. Fue compuesta por J.S. Bach sobre un texto anónimo, como regalo de bodas para una pareja amiga de intelectuales recién casados que le daba un extraordinario valor a la música.

Bienvenida pues y larga vida a la nueva bitácora.



Spielet, ihr beseelten Lieder,
Werfet die entzückte Brust
In die Ohnmacht sanfte nieder!
Aber durch der Saiten Lust
Stärket und erholt sie wieder!

¡Tocad vuestras conmovedoras canciones,
Arrojad vuestro extasiado corazón
dulcemente en brazos del desvanecimiento!
¡Pero gracias a las alegres cuerdas
reanimadlo y reconfortadlo!

(trad. Freia)

[J.S. Bach (1685-1750). Aria Spielet, ihr beseelten Lieder de la cantata O holder Tag, erwünschte Zeit, perteneciente a la segunda Cantata de Bodas, dentro del grupo de las Cantatas profanas. BWV 210. Lucia Popp, soprano. Orquesta de Cámara de Berlín. Dir. Peter Schreier. Berlin Classics, 1984]