Un regalo de Sergio Astorga

viernes, 31 de julio de 2009

¡¡¡ ETA NO !!!






¡¡¡ BASTA YA !!!




Gustav Mahler (1860-1911). Sinfonía nº5 en do sostenido menor. Dritte Abteilung. IV Adagietto. Sehr langsam. Orquesta Filarmónica Checa. Dir. Václav Neumann. Supraphon 1977


viernes, 17 de julio de 2009

La vida en fuga


Como en la novela "Una música constante" de Vikram Seth, el Contrapunto I de "El Arte de la Fuga"... escrito en un cuaderno de música apaisado regalado en Venecia, tocado por un cuarteto de cuerda o entregado como un presente especialísimo por una pianista sorda. Ensoñación y realidad hiriente. El Bach más desnudo, más limpio. El que une y cura el alma pero también el que puede hacer que salte hecha pedazos.

Y Gould canturreando en medio de la desolación y la belleza más pura.





domingo, 5 de julio de 2009

Melancolía brasileña



A veces la música no sólo no es capaz de consolar, sino que además ahonda suave, dulce pero persistentemente en las heridas del ánimo. O quizá todo sea mucho más sencillo y lo que ocurre es que ni siquiera la música nos vale cuando se trata de aprender a apurar el dolor, la tristeza, la pérdida, la desaparición, el abandono. No sólo de los muertos sino también de los vivos. Porque es más fácil aceptar la ausencia de los primeros, por obligada, que la de los segundos, voluntaria siempre. Pérdida, abandono y ausencia por demás tan repentinos, tan dolorosos, tan sin explicaciones, tan absurdos, tan sin sentido, tan injustos.

El pasado martes Nelson Freire ofreció en el Auditorio Nacionl de Madrid el concierto que cerraba temporada (aunque en cuanto nos descuidemos estará ahí el otoño con un variado cargamento musical que dé nueva vida a esta ciudad). Programa anunciado desde hacía meses para ese 30 de junio: Bach, Schumann, Debussy, Chopin. Al llegar a la sala de conciertos y leer el programa de mano, la primera sorpresa. Ya no habría Bach pero en su lugar se interpretaría la sonata op. 2 de Brahms y dos piezas de Heitor Villa-lobos.

Dos minutos antes de que saliera el brasileño a escena y a través de la megafonía nos enteramos de nuevos cambios. Desaparecía el anunciado Brahms y toda la primera parte iría dedicada a Schumann. Justo después del descanso y antes de tocar a Chopin, el propio Freire anunció que sólo interpretaría una pieza del polaco (nos privaba pues de tres mazurcas y un scherzo), que se mantenían los 3 preludios del Libro I de Debussy y que las piezas de Villa-Lobos serían sustituídas por otras dos del mismo autor.

Y el concierto, de principio a fin, fue hermoso, hermosísimo. Con un sonido limpio y pleno de riqueza sonora y cromática, que supo mantenerse sin quebrarse ni flaquear en momento alguno. Un sonido que acariciaba el oído pero escarbaba despacito en los ánimos poco serenos. Y digo esto porque dentro de su enorme belleza rezumaba melancolía en todas y cada una de sus piezas. Y yo creo que Freire varió el programa casi por completo y adrede para que su hilo conductor fuese precisamente la añoranza, la ausencia, la tristeza. Y no fui la única en tener esa impresión. Matizando, llenando el aire de sugerencias, sin tocar apenas el pedal salvo cuando era estrictamente necesario, este pianista de Boa Esperança fue desgranando algunas Mariposas y Escenas de Niños de Schumann, la Barcarola de Chopin, tres Preludios de Debussy, dos Canciones de Villa-lobos (la primera especialmente triste) y una "propina" de Bach.

Qué pasaba por su cabeza, qué habría ocurrido en ese momento de su vida para necesitar expresarse así a través de la música es algo que no sabremos nunca. Pero, seguramente sin él ni siquiera sospecharlo, tocó en otros muchos que nos bebíamos su música, fibras a flor de piel, demasiado doloridas y maltrechas y agotadas ya como para poder escuchar serenamente. El concierto de Freire dolió con suavidad y ternura, casi, casi necesariamente, pero dolió y mucho. No se fíen nunca de la melancolía. Seduce, acaricia y cuando quieres darte cuenta, el esfuerzo y los buenos propósitos de animarse te han saltado por los aires hechos pedazos.

Por supuesto no voy a martirizarles con todas las obras que sonaron en el concierto. Les dejaré algunas piezas muy breves y la propina final. Les aseguro que les habría gustado a todos Vds. (y mucho) poder escuchar ese conocidísimo Jesus, bleibet meine Freude de Bach. Gracias a la desnudez del piano, en los dedos de Freire esta increíble música sonó desprovista de florituras, limpia de afectación o artificio, límpida, introspectiva, meditada y para meditar, profundamente interiorizada y cargada de experiencia personal. Y sobre todo, bella... bellísima.

En definitiva, un delicado y hermoso fin de temporada a cargo de un pianista que tocó extraordinariamente bien y supo comunicar emociones no siempre fáciles de aceptar en y por nosotros mismos.

Escuchen despacito los regalos que Schumann, Chopin y Debussy compusieron, pero déjense llevar especialmente por esa perfección simple, desnuda, conmovedora de la versión para piano de ese aria espléndida y sutil de la cantata de Bach.

Buenas noches a todos.



Robert Schumann (1810-1856): Kinderszenen (Escenas de Niños), op. 15 - nº 7 : Träumerei (Ensoñaciones). Christian Zacharias. EMI, 1995


Robert Schumann (1810-1856): Kinderszenen (Escenas de Niños), op. 15 - nº 10 : Fast zu ernst (Casi en serio ). Daniel Barenboim. Deutsche Grammophon (Polydor), 1979


Frederic Chopin (1810-1849): Barcarola en Fa sostenido mayor, op. 60. Wilhelm Kempff. Istituto Discografico Italiano, 1958


Claude Debussy (1862-1918): Preludios. Libro I - IV Les sons et les parfums tournent dans l'air du soir: Moderé (Sonidos y perfumen giran en el aire del atardecer: Moderado). Maurizio Pollini. Deutsche Grammophon, 1999


Claude Debussy (1862-1918): Preludios. Libro I - IV Des pas sur la neige: Triste y lent (Pasos en la nieve: Triste y lento). Krystian Zimerman. Deutsche Grammophon, 1994


Dinu Lipatti. Versión para piano de la Coral "Jesus bleibet meine Freude" de la Cantata "Herz und Mund und Tat und Leben", BWV 147 (arr. Hess). Grabada en Ginebra, 1950. Procedencia: AlexWantsToHaveFun