En 1991 tuve la tremenda suerte de asistir a un seminario que el compositor José Peris daba en la UAM, de cuyo Departamento de Música era director. A uno le puede gustar más o menos su obra, pero les aseguro que es un personaje al que me fascinó conocer: despistado, buen conversador, divertido y con un marcado sentido pedagógico de la enseñanza musical. Un día, charlando fuera de clase, me dijo algo que no he olvidado desde entonces. Sus palabras, más o menos, fueron las siguientes: "Lo que voy a decirle causaría sarpullido a los críticos, pero prefiera Vd. siempre un concierto en directo a cargo de un artista no excesivamente brillante, incluso algo mediocre, a la mejor grabación digital realizada por el intérprete más insigne. La emoción que seguramente le cause la primera le enseñará más cosas y le propocionará más placer que la segunda". No me atreví a objetar aunque en mi fuero interno no estuviera muy de acuerdo con ello. Con el paso del tiempo, salvo que el intérprete sea rematadamente malo, le voy dando cada vez más la razón.
Toda esta larga introducción viene a cuento para intentar subrayar que, por mucha música ADD o DDD que uno escuche, pocas cosas hay comparables a la sensación que produce la escucha de una interpretación en directo.
Ayer asistí al concierto que Elisabeth Leonskaja daba en el Auditorio Nacional de Madrid, dentro del Ciclo de Grandes Intérpretes que desde hace 14 años organiza la revista Scherzo. Y la máxima de Peris se quedó corta porque a la emoción que produce la audición en directo se unieron otros dos factores: el que ella sea uno de los Grandes (así, con mayúscula y haciendo honor al nombre del ciclo) del piano en este momento, y el que las obras elegidas para el recital fueran piezas especialísimas: las tres últimas sonatas para piano de Ludwig van Beethoven.
Les puedo asegurar que hubo magia. Esta dama georgiana de 63 años, vital pero serena en sus gestos y todavía con un cierto aire juvenil en su ademán y su porte (a pesar de que su vestuario lleva la impronta inconfundible de todas las intérpretes de la extinta Unión Soviética desde hace 50 años), sacó del Steinway & Sons un sonido especialísimo. He hecho hincapié en la edad porque seguramente el hecho de haber vivido le otorga, no sólo mayor virtuosismo técnico si cabe, sino fundamentalmente la posibilidad de entender y comprender mejor una obra tan compleja. La madurez interpretativa de la Leonskaja y su indudable habilidad pianística se aunaron para ofrecer una versión espléndida de las sonatas 30, 31 y 32 de Beethoven (opus 109 a 111). Y fue espléndida y con duende a pesar de las toses, el sonido de los móviles, los movimientos continuos de aburrimiento en los asientos, la apertura de cremalleras de bolsos, el ruidito del celofán de los caramelos al ser desliados y, en general, la grandísima falta de educación para la pianista y los compañeros de audición por parte de un sector del público.
Pero no debemos perder de vista que el intérprete es sólo eso, un intérprete. Ninguno podría mejorar una obra mediocre o mala. Y ayer sonaron en el Auditorio las notas de tres grandes sonatas. Las tres de indudable calidad, las tres enormemente difíciles de interpretar y hasta de escuchar y entender. Las tres herederas de la sonata nº 29 "Hammerklavier" y las posibilidades compositivas que ésta abrió, las tres concebidas al tiempo y como una sola aunque su estructura y sus temas sean tan diferentes. Me van a permitir que hoy, tanto para no aburrirles en exceso como porque es una de esas composiciones que a uno se le quedan grabadas en el ánimo desde la primera vez que las escucha, me decante por la sonata nº 32. Es más, me voy a limitar a su segundo y último movimiento: Arietta: Adagio molto semplice e cantabile. Porque esta última sonata de Beethoven es mucho más que una sonata. Es un auténtico testamento vital.
Para orientales en la audición, les extracto a continuación algunas notas del texto escrito por Roberto Andrade para el programa de mano del concierto de referencia : "... Beethoven se despide de la sonata para piano mediante un tema con variaciones que engañosamente llamó "Arietta". La melodía en do mayor.... de extrema sencillez... pero sus elementos... revelarán un insospechado potencial generador... Cinco variaciones... de progresiva complejidad... Si la primera prolonga el ambiente del tema, el fugato de la segunda... intensifica el esquema rítmico. La tercera es la más brillante y virtuosista: la unidad de medida es la fusa y se potencian los contrates tímbricos y dinámicos... En la cuarta... la línea melódica, sincopada y disgregada, flota sobre un rumor de fusas en el bajo. La quinta, inmaterial y extática,... se une a una hermosísima coda, que recupera el tema transfigurado, para concluir, meditativa y apacible, en un más allá sonoro o "en un preludio al silencio" como certeramente escribió Alfred Brendel".
Hasta aquí la opinión de un experto y fiable musicólogo. Para mí, la obra representa otras muchas cosas. No sé si cuando dentro de un rato o mañana escuchen este movimiento con atención y cuidado les dirá lo mismo que a mí me dice. No es de extrañar que prácticamente nadie en su época entendiera la obra final de Beethoven. Los caminos que abrió musicalmente hablando el sordo de Bonn están todavía medianamente explorados. Escuchen esos ritmos sincopados (en torno al minuto cinco, dependiendo de la grabación). Seguramente no les resulte difícil imaginar que están en un tugurio de Nueva Orléans, o incluso en un "saloon" del lejano oeste o viendo un vieja película muda en un cinematógrafo de principios del siglo pasado. Déjense llevar. Sientan los continuos cambios de tempo, de ritmo, de notas y tonalidades dominantes. Noten cómo pasa de un paraje sereno, hermosisísimo, tranquilo, romántico, al más delirante, actual y moderno paisaje. Entre medias, hay espacio para la esperanza y la desolación, para la dulzura y la más inquietante ansiedad. Sientan el pulso, los cambios sin solución de continuidad, la auténtica tortura técnica con la que el compositor alemán pone a prueba la pericia del intérprete. En esta última sonata Beethoven juega, explora, descubre caminos nuevos, sonoridades hasta ese momento insospechadas y que no volverán a escucharse hasta sesenta o setenta años después. Tomando como base la estructura bachiana de la fuga, se va paseando por el clasicismo, dando carta de naturaleza al romanticismo y prefigurando y adelantando toda la música del siglo XX. Toma la música, la dilata, la estira, la reconvierte, la transforma, la desestructura... Viajen con esta pieza en el tiempo y en la belleza; en las sensaciones que es capaz de provocarles. Esta composición, como la novena, como el cuarteto para cuerda op.132 es un forma de decirle al mundo: "Aquí os dejo esto. He trabajado, explorado, descubierto, a pesar de no oír, a pesar de vuestra ignorancia y vuestro rechazo, a pesar de que no lleguéis jamás a enteraros mínimamente de lo que he llegado a conseguir y lo despreciéis. Es mi forma totalmente nueva y revolucionaria de entender la música, de abrir posibilidades técnicas y cromáticas pero, sobre todo, es la música como puro concepto, liberada de trabas y corsés estructurales. ¡Qué lástima que no sepáis apreciarlo!"
Lamento mucho no poder traerles para su escucha una grabación de la Leonskaja precisamente de esta pieza, pero es que no dispongo de ella. Con todo, creo que las que aporto no desmerecen, en absoluto, de la de la georgiana. Hoy me gustaría que escuchasen dos versiones de este último movimiento sobre el que hemos hablado. Son dos interpretaciones a cargo de otros dos Grandes (de nuevo con mayúscula) del piano del siglo XX: Wilhelm Backhaus y Solomon. Para mi gusto, las dos soberbias. Y completamente distintas.
Hacía mucho tiempo que no se lo proponía, pero me gustaría que jugásemos de nuevo a que me dijeran cuál de las dos les ha sugerido más o mejores emociones. Si les parece, de nuevo les dejo a Vds. la palabra sin expresar mi opinión al respecto (prometo hacerlo en los comentarios). No se empeñen en informarse acerca de la obra; se trata de saber qué les dice la música. Eso sí, debo avisarles de la larga duración de las grabaciones (unos 13 minutos la primera, 18 la otra), así como de que su sonido no es técnicamente perfecto, dado que ambas corresponden a registros muy antiguos. Pero esto no debe ser un inconveniente, sino una forma de ayudarles a ver cómo los continuos quiebros y cambios se van sucediendo. Escuchen y comparen. La imperfección del sonido puede que hasta les ayude. Y háganlo dejándose llevar, abriendo el ánimo y no la mente y disfrutando del testamento sonoro de quien revolucionó para siempre las estructuras y formas musicales.
L. van Beethoven. Sonata para piano nº 32, op. 111. II Arietta: Adagio molto semplice e cantabile
Wilhelm Backhaus. Grabado en Viena 25/05/1964. Virtuoso, 1988
L. van Beethoven. Sonata para piano nº 32, op. 111. II Arietta: Adagio molto semplice e cantabile
Solomon. Grabado en Londres el 16 y 24/05/1951. EMI, 1956,2005
24 comentarios:
bueno... me lo he leido tó de un tirón, y me he dicho, mientras corría la primera andanada de sonido... a ver si consigo releerlo to sin respirar,.. y casi no logran recuperarme en hospital.
Allí, un peazo fiera, mientras me hacía el boca a boca... me decía
-mire usté.. que pa suicidase hay otros métodos.
yo intentaba explicarle que no, que no me quería suicidar, y en tanto le agarraba con el empeine trenzandole la pierna para que no cejase...
- Corazón, se trata de un experimento musical, me han pedido que ponga música en el metro de Madrid para animar a la gente que va a recoger su finiquito..¿que me sugieres?
- pásese por el bloc de Freia, y suerte.
- no necesito suerte sino que ¿qué me sugieres..?
- ¡que suerte ya!, le voy a dar una receta viagra y que la finiquiten en su casa.
- Eso mismo, es que me sube y me pongo romántica, con la op.111
(que bienablá me leo), ..., op.111, estoooo que no me quedo con ninguna, unos pasajes suenan mejor en una que en otra, quizás el Solomón arranque excesivamente contenido, pero tiene partes tan fogosas o más que Wilhelm,... ¿fogosas?, ummmh, en que estaré yo pensando.,... op.111, tomo nota, para elevar la productividad desde el metro de madrid.
Oigame, que me ha emocionado la dedicatoria, no me lo merezco,.... yo que la única música clásica que oigo es la de esta santa casa y las albóndigas, y que esto del ADD y del DDD me suenan a compuestos químicos ( los unicos compacts de clásica los he comprado, casi a peso, en el happybooks...o lo que es peor, -oh anatema-venían con el periódico del sábado) ...ahora estoy escuchando la de Backhaus, y va a ser verdad eso de los cambios...("ara afluixo ara accelero"...como decía aquel)...así que sigo el comment luego cuando se acabe la Arietta....., con la mente , los sentidos, y los chakras, si hace falta...bien abiertos.
Ahora empieza la segunda -Solomon( desde luego, uno será un profano pero el soniquete de un movil u el ruido de un papel de caramelo aquí es imperdonable, p'haberlos matao, vamos...)...bueno, esto ya se acabó...era el comment nº1 pero en 31 minutos de audición se me habrá cruzado alguien...sólo decir que entre la pasión con la que habla de la Leonskaja, o de este Beethoven tardío y como más heterodoxo...me voy a convertir en un seguidor de esta música suya arrítmica( dicho sea sin acritud)siempre y cuando sea de su manita, estimada Comtessa.
Siempre a sus pies
Creo yo que en lo que dijo aquél día José Peris hay mucha verdad, pues no es lo mismo vivir una experiencia musical -en la que aunque uno no toque ni la zambomba, es partícipe de ella-, que limitarse a reproducirla por medio de una grabación.
Envidia -de la buena- me dan las ofertas culturales que tenéis en esas grandes ciudades, que os permiten, a poco que se tengo algo de buen gusto, disfrutar de verdaderas golosinas para el espíritu. Aquí seguimos con la banda municipal tocando agarraos en el quiosco y sandeces de artistas del regimen. Poco, muy poco hay, y cuando es así, no existe manera de escurrir una entrada de las manos de los que siempre están ahí porque es lo que les corresponde.
Una pregunta ¿qué tal nos duermen los niños con op. 111?. Yo, hoy mismo lo pruebo y si lo consigo, le pongo una ermita al Beethoven.
Salud
Querida condesita, me hubiera gustado poder hacer lo que dice, pero con el puñetero virus, que creo que desaparecera hoy o mañana pues voy a formatear el cacharro, oigo fatal, con ruidos muy sospechosos por lo que me esperare a poder oirlo bien y comparar.
Del texto como siempre aprendo de usted. Y totalmente de acuerdo que una representacion en vivo supera a una grabacion, por buena que sea.
(Disculpe la falta de tildes, ya sabe que estos dias las hadas de las tildes no me son propicias)
Como siempre, quedo a sus pies y besos ambas manos con pasion y deleite.
Salud y Republica
Anarkasis
Bieeeen querida, muy bien. Jajajaja. Te aseguro que le has descubierto a la op. 111 aplicaciones que ni, por lo más remoto, podía yo sospechar. Mucho menos, los inesperados efectos secundarios. ¡Qué lástima que me pille mayor para ponerlas en práctica! Desde chiquitilla escuchando a Beethoven y mira por donde me he perdido lo mejor.
¿Me podrías repetir lo del empeine?
Un abrazo querida.
Fritus
Mein lieber Fritus (main liba Fgitus). Es lo menos que se merece, por el esmero y el mucho de sí que pone en la serie Liebe (espero ansiosa el próximo capítulo).
Yo empecé mi colección de cassettes con unas que me regaló mi padre y que se había dejado un cliente en el hotel donde él trabajaba. Las versiones eran infumables pero las escuché hasta aprenderlas de memoria y todavía las conservo. Y muchos discos de regalo con el periódico han creado aficiones.
Besines a la peque en las pestañillas del ojo izquierdo y para Vd. un abrazo grande.
Charles
Mi buen Charles. No recomiendo yo la totalidad de la nº 32 para dormir infantes. Elija más bien algunos trocitos si no quiere correr el riesgo de tener serenata para toda la noche.
Lo cierto es que las grandes ciudads son un lujo, en lo que a oferta cultural se refiere. Hay muchísima variedad para todos los bolsillo. Le diré que aunque los precios de algunos ciclos como el de Juventudes Musicales, Ibermúsicao o los de la ópera para el Teatro Real son de escándalo (en éste las únicas localidades baratas tienen visibilidad reducida o nula, lo que tratándose de una ópera tiene bemoles), existen otros muy asequibles.
El otro día vi tocar a Anne Sophie Mutter en la zona más cara del Auditorio, por 18 euros.
Lo que me cuenta de las entradas copadas por los de siempre, aquí se da fundamentamente en la ópera. Se harta uno de ver "gente guapa" entrar al Real que va sólo por figurar y porque puede pagar los más de 200 euros por localidad.
Un abrazo
Rafa
Espero que se haya solucionado el problema del virus, aunque escribir sin tildes tiene su punto (jajajaja, hacía mucho que la condesa no hacía chistes malos). Espero que si tiene la paciencia de escuchar las dos versiones, el ordenador no fenezca cas en el intento y tenga Vd. que reanimarlo como a nuestra Anarkasis.
Otro abrazo
No crean que me he escaqueado de dar mi versión de las versiones. Lo prometid es deuda. Espero hasta mañana por si llegara algún comentarista más. De todas formas, tendrá exactamente la misma validez de las suyas.
Yo también estoy de acuerdo en que un concierto en directo es mejor que una grabación.
No sé por qué pero ese formato no se escucha en mi ordenador, de todas maneras he buscado la sonata en internet.
Es la primera vez que me meto "dentro" de la música y bueno, me ha parecido alegre con algo de suspense y me ha recordado un poco también a mi niñez.
Gran entrada, un saludo.
Querida condesita y amiga, de nuevo en el candelero, con mas animos que nunca y de nuevo un inmenso interes en escuchar su musica,(aunque.....que duro es a veces,ja,ja).
PD:te envie el email que me pediste,¿lo recibiste?.
Un abrazo
Día 1:
Escucho la primera interpretación que nos ofreces, a cargo de Backhaus y debo reconocer, meine Gräfin, que sí, que me recordó tantísimo al piano de las pelis de cine mudo que durante mi infancia todavía la televisión echaba de tanto en tanto. Chaplin, por ejemplo. Cuando he creído llegar a la quinta variación, he releído las palabras de Roberto Andrade, aquello de que "En la cuarta... la línea melódica, sincopada y disgregada, flota sobre un rumor de fusas en el bajo. La quinta, inmaterial y extática,... se une a una hermosísima coda, que recupera el tema transfigurado, para concluir, meditativa y apacible, en un más allá sonoro o "en un preludio al silencio" y, luego las tuyas, disfrazadas de Beethoven (se me ocurre que no le hubiera costado demasiado suscribirlas), cuando le haces decir aquello otro de que "es la música como puro concepto, liberada de trabas y corsés estructurales", y me he dicho: ¡Justo! Para mí, este fragmento en concreto de música sincopada y luego "desestructurada", caótica y hasta disonante, para volverse calma después del arrebato, sería lo más cercano a una música abstracta en caso de existir tal cosa, quiero decir, si es que no podemos considerar toda música como tal...
Besos (ya volveré otro día para comparar ambas versiones y escoger una, jeje).
¡No se pronuncie todavía, Gräfin!
(Si no puedes resistirte, a lo mejor no sería mala idea que volvieras a hacer hablar a Beethoven, jiji.)
Excelente comentario del que destaco sus merecidas loas a la temporalmente inactiva Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.¡Mejores cohetes!, ¡Grandes pianistas!.¡Viva la cultura!
Mega me ha pedido que retrase un par de días mi "sensación" sobre las dos versiones y, por supuesto, hago caso. Eso no me impide atenderles antes como se merecen.
Jose
Conforme van pasando los años disfruto más de las actuaciones en directo, porque uno se "sumerge" en la obra, aunque no toque ni la zambomba como dice Charles.
Lo fantástico de la música es que las emociones que dispara en cada uno son completamente distintas.
Espero que su vuelta a la niñez le haya resultado agradable.
Un abrazo. Nos vemos mañana chez Almazan.
Mega
Siempre he pensado que la música es la más irracional y, al tiempo, la más conceptual de las artes. Cada vez estoy más convencida de ello. La música como concepto en si, puro, liberado de estructuras aunque, paradójicamente eso sea ya en sí mismo una estructura. Y al tiempo, la música capaz de emocionar, de hacer sentir, de crear imágenes en nuestro cerebro y nuestra piel.
A mí me fascina esa última etapa de Beethoven por la misma razón que tú aduces. Caótica, cambiante, aparentemente falta de cohesión, disonante. Y no puedo evitar compararla con la última etapa del Greco, otra gran incomprendido hasta hace realmente sesenta años (si exceptuamos a Picasso). Lo que ambos consiguieron en sus obras fue abstracción. Totalmente de acuerdo contigo.
Esperaré... meine liebe Zaubererin. Esperaré un par de días más.
Un beso
Bolche
Muy comedido lo veo don Javier, a pesar de que Vd. entiende de Beethoven mucho más de lo que traslucen sus palabras.
Con respecto a la temporalmente inactiva (jajajaja, me encanta el matiz a mi frase) CCCP, no le digo nada que el experto es Vd.
Un besazo fuerte y cuídeseme.
PD Ya nos contará cómo fue el Pleno con la petardilla.
Hola condesa,
TRataré de recuperar algo del tiempo perdido, pero algo pasa coon su blog y mi compu, no se llevan bien y me cuesta horrores abrir su página... y eso que telefónica me dijo el otro día, cuando me cortaron de improviso el ADSL que estaba trabajando para mejorar el servicio que me daban...
Navegante
Perdón, perdón, perdón. Se me quedó su comentario, ahí perdido entre otros dos y acabo de redescubrirlo. Lo siento.
En primer lugar, que me alegro mucho de su vuelta y, especialmente, tal como se ha producido. Es un placer volver a tenerle al frente de su nave y de visita por aquí.
Sabe que le agradezco especialmente su visita, porque la música que suelo poner no es "santo de su devoción" (especialmente hoy que es especialmente larga).
Mil gracias.
No recibí el correo. Le he dejado un mensaje en su blog.
Un abrazo fuerte
Cosimo
Bien. Es un placer volver a ver a los amigos que habían dejado aparcada temporalmente la blogocosa.
Bienvenido de nuevo a Vd. también señor barón.
A mí también me cuesta abrir mi página. Puede que esté demasiado cargada de vídeos y música y cueste abrirse. De todas formas, si su ADSL con Telefónica funciona igual de mal que el mío, apañado va.
Un abrazo y me alegro de su vuelta.
Acabo de ver que ha publicado entrada. Mañana sin falta la leo.
Día 2:
Tras escuchar la finísima interpretación que lleva a cabo Solomon, me ha pasado algo muy curioso, y es que esta vez no he pensado en el piano que servía para amenizar el cine mudo sino en una marea, en un oleaje poderoso y profundo capaz de trasladarnos, de la mano de un Beethoven distinto, a orillas de un mundo onírico, cercano al surrealismo. Una gozada, vamos.
¿Cómo es posible? Cuando he empezado a escuchar esta versión, creía que iba a preferir la de Backhaus pero ahora ya no estoy tan segura...
Besos (intrigada estoy por que nos desveles tu análisis comparativo...)
PS: Una entrada fantástica, meine Gräfin.
Querida condesa (tipití tipitesa) este era sordo, ¿verdad? Y yo monja oblata. ¡No te digo!
Llevo varios días enganchado a esta pieza del supuesto sordo y no logro desengancharme. El desengachador que me desenganche bla bla bla...
No tenía ni el menor asomo de conocimiento de la existencia de esta obra. Gracias condesita. Tampoco tenía conocimiento de que Beethoven fuera el inventor del ragtime. Gracias Beethoven. ¿Alguien me puede asegurar que no era negro y que su verdadero nombre no era Scott Joplin?
Me ha entusiasmado tanto la pieza que en un innoble pero satisfactorio acto de piratería (gracias Teddy Bautista) me he hecho con un disco en el que es interpretada por Maurizio Pollini. ¡Que pollo éste! Da gusto oírle tocar. Y verle. Parece que en los pasajes más delicados no mueva las manos sobre el teclado. Aquí le dejo un enlace del Yutuve en el que el pollo Pollini interpreta la primera parte de la Arietta. La segunda la busca usted.
Pero se trataba de decir cual de las dos versiones de las que usted nos ha dejado nos gustaba más. A mí particularmente me gustan bastante las tres. Las dos suyas y la del abordaje. Creo que cuando una pieza es tan soberbia siempre está por encima de la interpretación por muy buena que ésta sea.
Que lo mismo luego sigo. Que esto se alarga y voy a parecer lo que si soy.
Beso su mano y reciba mis felicitaciones por hacer que su bitácora vuelva a ser un sitio más o menos normal.
Mega
Lo bueno de la música es que a cada uno e incluso a una misma persona en momentos diferentes, le sugiere cosas distintas.
En estos días he escuchado las piezas varias veces y hace un rato, esta mañana, de nuevo, justo antes de escribir (lo menos que se me puede pedir después de hacerles trabajar, es hacer yo lo mismo.
No se preocupe que en cuanto conteste al señor conde, le doy mi opinión al respecto, aunque ya le adelanto que, en líneas generales, corroboro todo lo que han escrito Vds. antes, porque todas los comentarios son perfectamente compatibles unos con otros.
Ahora mismo vuelvo.
Un abrazo meine liebe Zaubererin.
Adanero
Estimado señor conde (tipitín...). Me reafirmo en lo que dije el otro día: me gusta usted más (sin punto) cuando se pone serio. Si al final, en lo que a materia musical se refiere, va a resultar que nuestros criterios no difieren tanto.
Siempre que entre Vd. así, como hoy, en este salón, será bienvenido (juas, juas, juas).
¿Así que me manda usted trabajo extra? No se preocupe. Acepto el reto y comentaré sobre los tres. Ya que lo ha traido Vd. a colación, le diré que "el pollo Pollini" es uno de mis pianistas favoritos, sobre todo cuando toca a Chopin.
Me alegra que el gordo haya conseguido engancharle de esa forma. La primera vez que yo escuché esta sonata fue un auténtico descubrimiento, se lo aseguro. No podía creer que fuera tan moderno y pensé que el pianista se estaba "pasando" con su versión.
Así, entre nosotros, yo también me alegro de volver a la normalidad. Por eso le agradezco que haya entrado Vd. así hoy. Siempre he tenido la ligera sospecha de que es Vd. quien me revoluciona al personal.
De todas formas no se confíe: esto no es ninguna tregua.
Un abrazo
Sordo, sordo, he querido decir sordo. Gordo también, pero esa cualidad de don Luis no se reinvidica tanto.
Vamos allá.
La grabación de la versión de Backhaus para mi gusto es sensiblemente inferior a la de Solomon, aunque es más moderna. Los ingenieros de sonido de la EMI siempre han tenido justa fama.
Esto viene a cuento porque quizá la peor calidad sonora hace que, a ratos, el registro de Backhaus dé sensación de que el sonido suena excesivamente metálico. Estoy convencida de que en directo era un sonido mucho más puro y limpio, también más agudo que el de Solomon.
También es una versión sensiblemente más rápida que la del pianista inglés. A ratos suena más chispeante, más viva. Marca más los cambios y los contrastes, pero el cambio entre cambios, valga la redundancia, adquiere una tremenda belleza, quizá por el contraste mismo.
Una espléndida tercera variación y, para mi gusto, una quinta, muchísimo más etérea, frágil, semidisuelta, intangible por parte del germano suizo, cuando cabría esperar justamente lo contrario y que la de Solomon ganase por sutil.
Por el contrario, la versión del inglés Solomon, en general y siempre desde mi punto de vista, es mucho más intimista, profunda, meditada, filosófica, frente a la viva, falsamente espontánea y expresiva del suizo Backhaus.
Desde mi punto de vista, lo mejor de esta versión es que sabe sacar todo el potencial de contraste entre forte y piano que Beethoven le dio a la obra. El sordo exprimió las posibilidad técnicas del instrumento (no en vano en origen se llamaba, y se llama aún en italiano, pianoforte). Pollini no realiza tanto contraste entre variación y variación ni aun dentro de ellas, pero el contraste entre los pianos y los fortes están muchísimo más matizados. Se oye el pedal en su justa medida y da a toda la obra de esta manera, mucha mayor profundidad. También es cierto que la grabación es sensiblemente mejor.
En el tema principal y la primera variación esta versión resulta más "a la romántica" que la del suizo. Más lenta, oscura, sugerente. Sostiene algunas notas en el tiempo hasta límites increíbles con lo que da la sensación de que literalmente quedan suspendidas en el aire.
El inicio de la tercera, sin embargo, es espléndido. Con una fuerza tremenda, pero más matizado y elegante que en Backhaus. Su tempo esta vez es tan rápido como el otro, pero la profundidad del pedal le otorga un sonido completamente distinto.
La cuarta da una apariciencia más frágil y disgregada. Ligera, sutil, soberbia.
La quinta, como he dicho antes, me gusta más sin embargo en la versión del suizo. La del inglés resulta más consistente que la de Backhaus. Quizá en esta variación, y siempre desde mi punto de vista, abusa un poco del pedal.
Creo que la hermosa definición de Brendel para esta quinta variación y la coda de "un preludio al silencio", es mucho más evidente en el suizo que en el inglés, cuando curiosamente podría parecer lo contrario.
No se preocupe señor conde, que dentro de un rato vuelvo con la del "pollo Pollini". Me apetece escucharla más veces y ver si descubro algo nuevo.
Para concluir este larguísimo comentario (en el que me ha resultado francamente desagradable descubrir que puedo llegar a escribir como un crítico) les diré dos cosas. La primera es que si algo me han enseñado tantos años de escuchar música es que no tiene por qué haber versiones que sean mejores que otras. Evidentemente puede darse el caso. Hay muchas versiones mediocres o malas, pero sólo unas buenas. Ahora bien, entre las buenas, no tiene por qué destacar una o dos sobre las restantes. Sencillamente son distintas. Pueden ser más vivas, más reconcentradas, más brillantes, más interiorizadas, pero no mejores unas que otras. Por tanto, le doy totalmente la razón a Adanero. Las tres son excelentes versiones, bajo prismas completamente distintas, de una obra absolutamente revolucionaria y genial.
La segunda cuestión es que le doy también la razón a Anarkasis. De uno me gustan más unas variaciones y de otro, otras. Aún a riesgo de ser injusta con Backhaus dado que vuelvo a repetir la toma de sonido es mucho peor, creo que, desde mi punto de vista, gana Solomon sólo por una cabeza. Con todo la tercera y, sobre todo, la quinta variación y la coda. del suizo son de las de quitarse el sombrero.
También espléndida la tercera del inglés, junto con la cuarta y primera.
Casi, casi empate técnico.
Como dice Mega. Uno piensa que la primera es mejor hasta que escucha la segunda y entonces ya no sabe qué decidir. Mi querida MegaMaga, no decidas. Quédate directamente con las tres.
Al final, añado una tercera conclusión que creo ha sido evidente a lo largo del larguísimo comentario: a Jose le ha parecido ligera y le ha recordado a la niñez; para Mega, una versión era de película de cine mudo y la otra le sugería un oleaje profundo. A Adanero y a mí, nos ha llevado al Cotton Club.
Ahí radica la magia de la música: lo advirtamos o no, provoca continuas sinestesias, aunque ni siquiera le prestemos excesiva atención.
Luego vuelvo con Pollini si es que no han fenecido Vds. antes.
Si fenecen, avísenme y me ahorro el escribir.
Vamos con Pollini señor conde:
Habría sido un detalle que me pusiera el enlace de la segunda parte, no que haya tenido que buscarme la vida. También que es una lástima ese espantoso ruido de fondo, si se escucha con auriculares, que arrastran todos los vídeos de youtube (o a lo mejor es mi ordenador).
Con todo la versión es espléndida, pero fíjese que completamente distinta a las dos que yo puse.
Participa de elementos de cada una de ellas pero no es ninguna de ellas. Usa el pedal de forma espléndida al igual que Solomon, dando ese matiz de piano/forte que expresa toda la riqueza tímbrica de la sonata de Beethoven. Pero no es tan intimista, profunda y "filosfófica" como la de Solomon.
También es viva y dinámica como la de Backhaus, pero no es tan acelerada, ni da en absoluto sensación de ser rápida. Dura unos 15 minutos; es decir, más lenta que la del suizo, no tan lenta como la del inglés.
Creo que lo que define la versión de Pollini es brillante, con ese sonido tan peculiar, tan límpido que lo caracteriza.
Espléndidos el tema principal y la primera variación, mesurados, románticos, sugerentes como en Solomon. La segunda tiene la virtud de que parece que el ritmo progresivo no se hace notar. Como Vd. bien dice Pollini toca sin aparente esfuerzo. La tercera, in crescendo, con un arranque soberbio, aunque quizá y para mi gusto es la tercera que "menos me gusta" (si es que se puede decir tamaña herejía) de las tres versiones. Para compensar, la cuarta (junto con tema y primera), para mi gusto, la mejor de las tres y quinta, en la línea de Solomon (quizá peca un pelín de chopiniana).
Y que no me interprete Vd. mal. El par de cosas que he dicho es por ponerle algún pero.
Le agradezco de veras, la sugerencia y el enlace.
Para compensar, le ofrezco otras dos versiones, interesantísimas, de otros dos grandes, grandes. Esta vez se trata del primer movimiento de la op. 111 en versión de
Richter (eso sí, tiene un infecto sonido de fondo como si manejaran una motosierra) y de Arrau (la que mejor sonido tiene). Ahí es nada.
Con ellas les dejo. Después de tamaña disertación, ya pueden Vds. fenecer a gusto.
Besos a todos, especiales para MegaMaga, que para eso es chica.
he oído ( al principio he visto pero luego me he limitado a oír) al Sr. Pollini que ha enlazado Eíngel..y lo que es más, me he leído enteros los comentarios...y me he quedado asombrado de su capacidad de percepción, estimada comtessa, pues me veo incapaz de diferenciar tantos matices ...lo único que puedo decir es que me encanta pasra por aquí.
un abrazo
Jajajajaja mi querido Fritus
Si ha sido Vd. capaz de leerse todos los comentarios y no fenecer, se merece un premio.
Ya me gustaría a mí, ser capaz de saber y degustar mucho más de la música de su blog, al que también me encanta ir.
Un abrazo
Pues ahora, el caballero Richter me ha recordado a Drácula, me refiero a su interpretación, claro; mientras que Arrau me hacía pensar en Harold Lloyd pendiente de un enorme reloj...
¡Qué cosas! ;-P
Besos
Cómo he disfrutado y reído con el post y los comentarios.
Muchas gracias a todos!
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