Ayer pude finalmente descansar de tanto trajín, de tantas idas y venidas que me están atosigando en las últimas semanas. Me escapé al Auditorio. La ONE, dirigida por su maestro titular Josep Pons, interpretaba el Concierto nº5 para piano y orquesta en mi bemol mayor, op. 73 de Ludwig van Beethoven, "Emperador" y la Sinfonía nº5 en do sostenido menor de Gustav Mahler. Con ella y para la primera parte, un pianista de excepción Joaquín Achúcarro.
Hoy la entrada no va sobre la crítica del concierto. Doctores tiene la iglesia, eruditos todos ellos que sacarán su opinión en la sección Madrid de los periódicos de tirada nacional. De todas formas y haciendo un pequeño inciso, si alguna vez tienen oportunidad de escuchar a Joaquín Achúcarro tocar en directo, no se lo pierdan. El sonido que sabe sacar al piano es transparente y hermosísimo.
No. Hoy, simplemente voy a decirles que necesitaba ese concierto, que necesitaba escuchar música en directo. Podía haberme quedado en casa tranquilamente descansando y escuchar idéntico programa, pero no era lo mismo. Por esa razón me acerqué al Auditorio. A pesar de la mala educación del público, el directo te permite apreciar muchos matices que en el disco se empastan y confunden. El hecho de que se tratase de la obra de dos alemanes fue pura casualidad (aunque bien es cierto que ello sí pesó a la hora de comprar la entrada en septiembre pasado).
Esta vez no voy a cansarles con datos técnicos o biográficos. La condesa no anda últimamente para muchas florituras (no tiene tiempo), de modo que me limitaré a exponer las razones que me han llevado a hacer esta entrada. Sencillamente quisiera que compartieran Vds. conmigo la música que ayer escuché. Nada más. Resulta imposible retroceder en el tiempo y llevármelos a todos Vds. conmigo a la sala sinfónica, de manera que (esta vez sí) tendremos que conformarnos con grabaciones discográficas. Pero, como yo sí estuve en la sala de conciertos intentaré describirles el inicio musical de las dos obras para que, a continuación, sean Vds. solitos los que oigan y escuchen el resto.
Inicialmente escucharán el Primer movimiento (también el más largo) del concierto para piano nº5 en Mi bemol de Ludwig van Beethoven, el Allegro, aunque no en la versión del pianista bilbaíno, sino en la de un grande, grande que apareció hace bien poco en este blog: Wilhelm Backhaus. A la batuta, otro monstruo, Hans Knappertsbusch, dirigiendo a la Bayerisches Staatsorchester (orquesta del Estado de Baviera). Se trata de una grabación antológica tomada en directo en la Kongresssaal de la Musikalische Akademie de Munich, el 14 de diciembre de 1959. Orfeo, 1996
El concierto se inicia con una intervención muy temprana del piano (apenas tras las primeras notas), en una cadencia inusual, con puntuales intervenciones de la orquesta como contrapunto y que afirman rotundamente la melodía que interpreta el piano. Sin embargo, una vez acabado este primer pasaje, el piano desaparece para dejar paso a la primera intervención "solista" de la orquesta. Primero, las cuerdas. Después van apareciendo instrumentos de viento: en un primer momento flautas y oboes. Dialogan cuerda y viento. Inmediatamente se incorporan los otros instrumentos: percusión, resto de vientos, tanto metales como maderas. Surge así el primer tema del concierto, escueto, conciso, muy beethoveniano que después se abrirá en múltiples variaciones y con evocaciones evidentes de corte militar. Enseguida surge el segundo tema, con las mismas características del primero, pero musicalmente completamente distinto y mucho más suave. Después, la melodía va in crescendo y cuando parece que va a desembocar en un desenlace brillante y pomposo, se interrumpe para dar de nuevo entrada al instrumento solista. Éste retoma ahora el primer tema muy suavemente y se enreda en variaciones del segundo tema. Y hasta aquí puedo leer... A partir de este preciso momento continúan Vds. Pero sí quisiera hacerles notar que es muy fácil dejarse llevar en este movimiento de la "euforia" del tema militar. De hecho, es la opción que toman bastantes directores. Pero Knappertsbusch "mantiene a raya" a la orquesta, que se muestra bastante comedida a lo largo de toda la interpretación. Hay momentos de extraordinaria belleza, muy beethovenianos, que en ocasiones evocan clarísimamente ciertos pasajes de la Pastoral. Déjense llevar por la cadencia del piano y su bellísimo diálogo con la orquesta. Quizá les resulte un poco difícil la primera vez pero estoy segura de que, poco a poco, conseguirán distinguir los dos temas centrales. Si no lo consiguen, olvídense directamente de todo lo leído hasta aquí y disfruten de la música sin más.
Para ilustrar la 5ª de Mahler y como seguramente estarán hartos de oir en esta bitácora el cuarto movimiento Adagietto (siempre como un triste homenaje), les voy a regalar los oídos con el V movimiento: Rondó Finale: Allegro, de la Parte Tercera. La interpretación corre a cargo de la Orquesta Filarmónica Checa, bajo la dirección de Václav Neumann, grabada en la Sala Dvorak de Rudolfinum, Praga, en marzo de 1977 para SUPRAPHON. 1978.
Acomódense en sus asientos. La trompa inicia el movimiento; le responde el clarinete(si la memoria y el oído no me fallan). De nuevo trompa; ahora es el el fagot el que inmediatamente responde. A continuación entran oboes y flautas. Enseguida, el clarinete. Una vez más la trompa con oboes y flautas. Ahora vienen trompeta, trombones y tuba. Todo el viento, tanto madera como metal, inicia y desarrolla un tema alegre y fácil de memorizar. El viento calla y deja paso a la cuerda que repite el tema iniciado por el viento. A modo de un canon, primero cellos, con el apoyo de contrabajos, que se mantienen a lo largo de todo el pasaje. A continuación entran las violas y, por último los violines. Arpa. Toda la cuerda, en conjunto, repite el pasaje. A continuación, se alternarám el viento y la cuerda. Dialogan, se responden, oponiéndose o reforzándose. Se suma la percusión.
Todo este movimiento guarda referencias con otra canción del autor. Lob des hohen Verstandes (Elogio del alto entendimiento) de Des Knaben Wunderhorn (El muchacho del cuerno maravilloso). La canción habla del duelo canoro entre un ruiseñor y un cuco. El asno, encargado de juzgar, elegirá a este último por ser su canto más simple y fácil de comprender que el elaborado por aquel.
Se trata pues de una fábula alegre. El tema, falsamente sencillo y con aire de canción popular se desarrolla a lo largo de todo el movimiento hasta transformarse en el tema que marca el segundo movimiento de la sinfonía, atormentado y angustioso.
La quinta de Mahler es una sinfonía larga, más de una hora. Si alguna vez tienen tiempo y ganas, yo les recomiendo fervientemente su audición (si es que muchos de Vds. no lo han hecho ya). Lo primero que les llamará la atención es que una obra que se inicia de forma dramática, angustiada y angustiosa, desgarrada en sus dos primeros movimientos (Primera parte), enlace con una segunda parte en scherzo, para terminar con un Adagietto y este Rondó en allegro que conforman la tercera parte. Algunos críticos y musicólogos han acusado a Mahler de que esta obra carece de unidad y su estructura falla como obra única. Para el compositor alemán una sinfonía era "un mundo". No se extrañen pues de que su ideal sinfónico se cumpla aquí a la perfección.
La audición musical de hoy es larga, pero creo que merece la pena. Para compensar, les prometo que la próxima irá sobre algún italiano o francés. Mientras tanto, les dejo en buena compañía. Disfrútenla.
[No quisiera despedirme sin citar que para confirmar algunos datos de esta (me temo que como siempre), larguísima entrada he contado con la documentación que aparece en el programa de mano del citado concierto, escrito por el compositor Víctor Estapé. ¡Qué le voy a hacer! Esta condesa también se pierde a veces con el desarrollo de los temas y sus múltiples variaciones].
12 comentarios:
Querida condesita, me va usted a perdonar, pero esta vez no, esta vez hare caso a mi cabeza y me conformare con leer su entrada, la cual me parece muy erudita, pero claro, al final leo que ha copiado,ja,ja.
Pero la musica.....uf, y encima dice usted que es largaaaaaaa, pues eso, que solo leo,ja,ja,ja.
Un abrazo amiga mia
Mi muy querdia condesita, qué decir de su entrada. Conocía ambas piezas pero la verdad es que las tenía totalmente olvidadas. Un rato agradable, que le agradezco.
Si se trata de Beethoven o de Mahler le perdono su germanofilia, lo peor es cuando entra usted en Walkirias o en Nibelungos, ahí sí, ahí me empiezo a acordar de Puccini o Verdi. Qué quiere que le diga los plebeyos neófitos somos así.
Sigo aprendiendo y besando sus bellas y únicas manos. ¡Oh --espero que Augusta no aparezca por aquí--, mon dieu!
Salud y República
Navegante
Buenas nohes Navegante.
Jajajaja. Ya sé lo que te cuesta, de modo que gracias por haber leído el post. La música se queda para mejor ocasión.
¡Qué malón eres! No copié. Sólo saqué algunos datos mínimos. El resto me lo curré escuchándome las dos obras unas cuantas veces.
Un abrazo
Rafael
Mi querido Rafael. Buenas noches también a Vd.
El concierto Emperador estaba en una de aquellas famosas cintas de cassette que me regaló mi padre hace "algunos" años. Lo escuché tantas veces que llegué a aprenderlo de memoria. Ahora, cada vez que lo escucho, es una delicia recordarlo.
En cuanto a la 5ª de Mahler, siempre me ha fascinado esa mezcla entre lo tormentoso de los dos primeros movimientos y la alegría y ligereza del último.
No se preocupe, que siempre amenazo con Wagner pero nunca cumplo la amenaza (no quiero quedarme sin los pocos lectores que aún tengo). Le prometo que los dos próximos post irán sobre un italiano y un francés (todavía no sé el orden).
Un abrazo
Sra. Condesa: tengo gustos parecidos al suyo, al Sr. Achúcarro casi le venero (de hecho le sigo en cada aparición suya en Asturias) y de Mahler ya ni le cuento, pues como se decía en el servicio militar (los que somos tayuditos y lo tuvimos que hacer) el valor no se le supone sino que está demostrado.
Si el "Emperador" lo dice todo en el título y la Quinta (no hay ninguna mala) ha sido merecedora de la entrada al blog, pues bienvenidas sean.
GRACIAS asturianas
Estimada Comtessa...estoy contentísimo de esta rutina que supone el ir escuchando pequeñas dosis de música clásica en esta santa casa y dónde el crusán y la sobrecogida...confesarle que me fuerzo un poco,( pues bien sabe usted que el africano funky que hay dentro de mí se pregunta a voces que carajo hago escuchando estas cosas arritmicas) pero algo me dice que debo ampliar horizontes...ahora estoy con Ludwig Von Sordo...y , si me lo permite, lo dejo de fondo mientras esbozo mi próximo post...(enseguida vuelvo, meine liebling)...
-ten minutes later---
nada, que no se me ocurre nada, creo que esta noche no hay post...ahora eso sí, la música ha valido la pena...confesarle que me ha gustado más el fragmento de Beethoven que el de Mahler..., pero lo que má me gusta es venir a visitarla.
un abrazo
Pablo Siana
Gracias a Vd. don Pablo, que es el que verdaderamente entiende de música. Supongo que mi guía de audción le habrá hecho sonreír en algún que otro momento de la lectura. Es lo que tiene la ignorancia, que es muy atrevida.
Volviendo al maestro Achúcarro... Admiro muchas de sus interpretaciones pero, de entre todas las que he escuchado en directo o en disco, siento debilidad por el Gaspard de la Nuit de Ravel.
Un saludo y bienvenido.
Fritus
Mi querido Fritus. La música está para disfrutar de ella. Y para mí es un honor y un lujo que venga a mi casa por el placer de venir y para escucharla (ya sabe donde tiene su casa cuando lo acose el pucelano).
Por razones afectivas que he expuesto más arriba yo también me quedo con Beethoven, pero ese inicio de movimiento de Mahler con los instrumentos de viento incorporándose progresivamente, contestándose, oponiéndose, para terminar uniéndose todos y retomar el tema me parece impagable.
Un beso para Vd. y su chica y uno pequeñito para la diosa en la punta del dedo meñique derecho (suavecito no me la vaya a despertar)
¡Qué me va a contar, Condesa, si estuve allí ese domingo!
La busqué en descanso, pero en vano.
(continuación)
Fue una gozada (la 5ª de Mahler es mi preferida), pero no habría sabido decir mucho. Leerla a usted me hace pensar que disfruté "como un bruto". Pero me niego a crearme un ataque de ansiedad por mi incultura.
Dame placer y dime tonto (dice el refrán).
Jajajajaja. Nán. No pudo Vd. encontrarme porque me pasé el descanso en la fila de la toilette que se dice (desventajas de ser chica).
¿Sabe que una de las cosas que echo de menos a veces es poder acercarme a la música de una forma más intuitiva, como lo haría un niño?
No se trata de explicar sino de sentir. Hizo Vd. muy bien disfrutando brutalmente del concierto, jajajaja.
Y no haga tanto caso de la condesa que, a veces, se pone un tanto pedantorra y plomífera.
Un abrazo
Me quedé prendido a la música de tu blog: una maravilla y los artículos son muy buenos. En verdad un placer estar en este espacio. Te felicito.
Salvador, bienvenido a esta bitácora.
Siempre me hace especial ilusión recibir a un oyente nuevo y, mucho más, si es del otro lado del océano, porque ahí es donde el idioma se revela como una poderosa arma de comunicación y unión.
He paseado por tu bitácora y me ha gustado. Siento debilidad por la poesía de modo que coincidiremos a menudo por la blogosfera.
Un saludo.
Querida condesa (tipití tipitesa), que así da gusto (y hasta gustirrinín) escuchar música clásica. Normalmente uno oye a los intrumentos que si pachín-pachín que si pachán-pachán y se le escapan esos detalles que usted nos va contando y cantando en esa especie de guía de audición que nos ha dejado. Esas cosas de dialogan cuerda y viento que usted dice, a los demás que somos bastante lerdos en el asunto se nos escapan. Por no hablarle de que si aquí surge el primer tema, una variación o un desenlace pomposo de esos. No me enrede con lo de pomposo que ya nos vamos conociendo.
Le pongo una pega a su "guía de audición". En el minuto cuatro y treinta y dos segundos de la pieza de Beethoven, uno de los segundos violines se ha rascado la barba produciendo un ligero "ras-ras-ras" casi imperceptible pero existente. No veo que usted haga mención a sonido tan disonante por ninguna parte. Lo mismo el genio sordo incluyó en la partitura ese rascar de barba como acto visionario de las músicas que se harían en el futuro.
Decirla que Beethoven (como de costumbre) me ha encantado. Siempre suena tan, tan, tan, tan... ¿Beethoven? Fíjese, me ha salido el principio de la quinta: "Tan, tan, tan, tan...". Eso sí, un poco desafinado.
Respecto a Mahler la digo que lo tengo muy poquito trabajado a pesar de los intentos de nuestro común Cuervo López de hacer de él lo más grande que ha habido sobre la Tierra. Este movimiento que nos deja me ha sorprendido y agradado a partes iguales. Cuando a uno le cuentan esto con cosas como esas del ruiseñor, el cuco y el asno, lo ve y lo siente de otra manera. Más cercano y menos ladrillo de lo que algunos piensan.
Por cierto, ¿consta en alguna parte que el ruiseñor recusara al asno porque una vez estuvo de paseo por el campo con el cuco? Qee ya sabe usted como son estas cosas.
Le agradecería que me recomendase más cosillas de Mahler para irlo asimilando poco a poco. Ya sabe usted por donde van mis gustos, música culta para silbar en la ducha. Espero ansioso su respuesta.
Por cierto, hablando de Achúcarro. ¿Le he dicho alguna vez que uno es muy mitómano y que tengo un disco suyo firmado? Seguro que le doy envidia. Y no vea cuanto me alegro de ello.
Beso su siniestra y mahleriana mano.
P.D.: No malmeta usted. Lo mío al ibicenco no es acoso, es puro deseo carnal.
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