Un regalo de Sergio Astorga

domingo, 5 de julio de 2009

Melancolía brasileña



A veces la música no sólo no es capaz de consolar, sino que además ahonda suave, dulce pero persistentemente en las heridas del ánimo. O quizá todo sea mucho más sencillo y lo que ocurre es que ni siquiera la música nos vale cuando se trata de aprender a apurar el dolor, la tristeza, la pérdida, la desaparición, el abandono. No sólo de los muertos sino también de los vivos. Porque es más fácil aceptar la ausencia de los primeros, por obligada, que la de los segundos, voluntaria siempre. Pérdida, abandono y ausencia por demás tan repentinos, tan dolorosos, tan sin explicaciones, tan absurdos, tan sin sentido, tan injustos.

El pasado martes Nelson Freire ofreció en el Auditorio Nacionl de Madrid el concierto que cerraba temporada (aunque en cuanto nos descuidemos estará ahí el otoño con un variado cargamento musical que dé nueva vida a esta ciudad). Programa anunciado desde hacía meses para ese 30 de junio: Bach, Schumann, Debussy, Chopin. Al llegar a la sala de conciertos y leer el programa de mano, la primera sorpresa. Ya no habría Bach pero en su lugar se interpretaría la sonata op. 2 de Brahms y dos piezas de Heitor Villa-lobos.

Dos minutos antes de que saliera el brasileño a escena y a través de la megafonía nos enteramos de nuevos cambios. Desaparecía el anunciado Brahms y toda la primera parte iría dedicada a Schumann. Justo después del descanso y antes de tocar a Chopin, el propio Freire anunció que sólo interpretaría una pieza del polaco (nos privaba pues de tres mazurcas y un scherzo), que se mantenían los 3 preludios del Libro I de Debussy y que las piezas de Villa-Lobos serían sustituídas por otras dos del mismo autor.

Y el concierto, de principio a fin, fue hermoso, hermosísimo. Con un sonido limpio y pleno de riqueza sonora y cromática, que supo mantenerse sin quebrarse ni flaquear en momento alguno. Un sonido que acariciaba el oído pero escarbaba despacito en los ánimos poco serenos. Y digo esto porque dentro de su enorme belleza rezumaba melancolía en todas y cada una de sus piezas. Y yo creo que Freire varió el programa casi por completo y adrede para que su hilo conductor fuese precisamente la añoranza, la ausencia, la tristeza. Y no fui la única en tener esa impresión. Matizando, llenando el aire de sugerencias, sin tocar apenas el pedal salvo cuando era estrictamente necesario, este pianista de Boa Esperança fue desgranando algunas Mariposas y Escenas de Niños de Schumann, la Barcarola de Chopin, tres Preludios de Debussy, dos Canciones de Villa-lobos (la primera especialmente triste) y una "propina" de Bach.

Qué pasaba por su cabeza, qué habría ocurrido en ese momento de su vida para necesitar expresarse así a través de la música es algo que no sabremos nunca. Pero, seguramente sin él ni siquiera sospecharlo, tocó en otros muchos que nos bebíamos su música, fibras a flor de piel, demasiado doloridas y maltrechas y agotadas ya como para poder escuchar serenamente. El concierto de Freire dolió con suavidad y ternura, casi, casi necesariamente, pero dolió y mucho. No se fíen nunca de la melancolía. Seduce, acaricia y cuando quieres darte cuenta, el esfuerzo y los buenos propósitos de animarse te han saltado por los aires hechos pedazos.

Por supuesto no voy a martirizarles con todas las obras que sonaron en el concierto. Les dejaré algunas piezas muy breves y la propina final. Les aseguro que les habría gustado a todos Vds. (y mucho) poder escuchar ese conocidísimo Jesus, bleibet meine Freude de Bach. Gracias a la desnudez del piano, en los dedos de Freire esta increíble música sonó desprovista de florituras, limpia de afectación o artificio, límpida, introspectiva, meditada y para meditar, profundamente interiorizada y cargada de experiencia personal. Y sobre todo, bella... bellísima.

En definitiva, un delicado y hermoso fin de temporada a cargo de un pianista que tocó extraordinariamente bien y supo comunicar emociones no siempre fáciles de aceptar en y por nosotros mismos.

Escuchen despacito los regalos que Schumann, Chopin y Debussy compusieron, pero déjense llevar especialmente por esa perfección simple, desnuda, conmovedora de la versión para piano de ese aria espléndida y sutil de la cantata de Bach.

Buenas noches a todos.



Robert Schumann (1810-1856): Kinderszenen (Escenas de Niños), op. 15 - nº 7 : Träumerei (Ensoñaciones). Christian Zacharias. EMI, 1995


Robert Schumann (1810-1856): Kinderszenen (Escenas de Niños), op. 15 - nº 10 : Fast zu ernst (Casi en serio ). Daniel Barenboim. Deutsche Grammophon (Polydor), 1979


Frederic Chopin (1810-1849): Barcarola en Fa sostenido mayor, op. 60. Wilhelm Kempff. Istituto Discografico Italiano, 1958


Claude Debussy (1862-1918): Preludios. Libro I - IV Les sons et les parfums tournent dans l'air du soir: Moderé (Sonidos y perfumen giran en el aire del atardecer: Moderado). Maurizio Pollini. Deutsche Grammophon, 1999


Claude Debussy (1862-1918): Preludios. Libro I - IV Des pas sur la neige: Triste y lent (Pasos en la nieve: Triste y lento). Krystian Zimerman. Deutsche Grammophon, 1994


Dinu Lipatti. Versión para piano de la Coral "Jesus bleibet meine Freude" de la Cantata "Herz und Mund und Tat und Leben", BWV 147 (arr. Hess). Grabada en Ginebra, 1950. Procedencia: AlexWantsToHaveFun


12 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Querida condesita, acabo de oir las piezas que nos ha sugerido, un precioso concierto, y a estas horas, en que estoy solo, lo he podido hacer con satisfacción.
Es verdad que es triste, pero hermoso.
La melancolía hay que sentirla y dejarla pasar, que no nos invada, que es traicionera.
Un beso.

SAlud y República

J. G Centeno dijo...

No te puedes imaginar como me ha gustado tu entrada. Solo por darme el placer de seguir aprendiendo contigo.

Freia dijo...

Rafa

Sí que fue realmente hermoso el concierto, sí. Tenías que haber oído qué sonido tan increíble tenía el piano y con qué delicadez tocó.
La melancolía es traicionera pero la serenidad, con esfuerzo, acaba a menudo ganándole la partida.
Un beso a todos por Kabila.

Bolche

Mi querido JGCenteno. Soy yo quien aprendo cada vez que acudo a un concierto y también aprendo (y mucho) de vosotros.
Otro besazo para todos los habitantes de tu "castillo en restauración."

Oclock dijo...

Llego, leo y me quedo. Tus aportaciones son todo menos torturas. Qué maravilloso ser testigo de un concierto tan especial, y sí, el cambio de obras a veces resulta toda una experiencia para el público, seguro que para el intérprete también.

Gracias por la música, te seguiré.

anarkasis dijo...

pué, después de ser la muerta en el anterior entierro, en este no escucho ná, (es que ni el yotube).
Usté me perdone por el anterior.. y que por este no le puedo contar ná.

áh, y camine con mucho ojo por las aceras que las zanjas de Gallardón tienen mú mala hostia

Freia dijo...

Oclock

Buenas tardes y bienvenida a esta bitácora.
Aunque Madrid tenga bastantes desventajas con relación a tu ciudad, el Auditorio y unos cuantos museíllos repartidos por ahí hacen que sea algo más soportable. Tienes razón, escuchar a gente como Freire o Pollini en directo es un lujo, en serio. Y eso desde que tenéis el Miguel Delibes se programan cosas de música realmente interesante.
Un saludo

Anarkasis

Mi querida Anarkasis ¡Cómo te he echado de menos!
Jejejeje. después del anterior post, me da a mí que el que está un poco fenecido es tu "porssstátil" porque por aquí no se ha quejado nadie.
¡Ah! Voy con cien ojos cuando salgo a la calle. Tienes razón querida: las zanjas de Gallardón tiene muy mala leshe pero, por el momento, consigo sortear unas cuantas. En las otras, todavía caigo de vez en cuando, como el amigo de Gurb que se imaginó don Mendoza. Pero pierde cuidado. No sabe Gallardón que la condesa es mucha condesa.
Un abrazo muy fuerte querida.

Antonio Flórez dijo...

Doña Freia, sé de muchas personas a quienes les encantaría conocer a alguien que sin aspiraciones didácticas mayores les transmitiera todo eso que la música (especialmente la llamada "gran música") se supone que nos debe transmitir, pero que muchos de nosoros, aun cuando seamos capaces de sentir cosas, no sabemos organizarlas, identificarlas, darles nombre... Usted lo hace por nosotros, y no creo que sea en absoluto demérito nuestro limitarnos a leerla (sería mejor escucharla) y aprender a saber qué es lo que nos pasa.

Un saludo.

Freia dijo...

Mi querido Antonio:

Yo creo que es la propia música la que no sólo nos turba, nos acaricia, nos hiere o nos hace ser, por un breve momento, casi felices, sino que también es ella la que nos ayuda a identificar y organizar en nosotros esos mismos sentimientos, aunque esa parte procuremos ignorarla porque nos resulta más difícil de aceptar. Ese tipo de conocimiento suele implicar dolor y no siempre estamos preparados para aceptarlo.
De todas formas, no sabe hasta qué punto me ha gustado leer sus palabras ni lo bien que me vienen. Se lo aseguro, de corazón.
Un abrazo muy fuerte y cuídese mucho.

fritus dijo...

He tardado lo mío en comentar, pero es que , entre que en el curro no puedo oir música...y hay un montón de piezas diferentes y no quería comentar sin haberlas escuchado,...pues aquí me tiene , estimada comtessa , que me he retrasado mucho más de la cuenta...me alegro de que se haya ido a un concierto, aunque sea de un brasileño disidente (que en vez de bailar samba frenéticamente con alguna señora con un culo de esos que desafía la ley de la gravedad, como manda el tópico que tenemos de los brasileños) va y me sale concertista de piano...si es que ya no te puedes fiar de nadie...que será lo próximo ...¿ gigolós suizos?...¿ profesores de ética sicilianos?...lo dicho, no te puedes fiar de nadie.

Un abrazo y cuidesemele, querida condesa.

Freia dijo...

Buenas noches a los dos y perdón por el retraso en contestar. No siempre me es posible sentarme a diario delante del ordenador.

María

Espero sin prisas y con mucho interés esas coplas de los Carnavales de Cádiz. Y más viniendo de una tierra tan relacionada con Haydn. Estoy convencida de que estará magníficamente interpretado y será divertido a un tiempo. (Deberías decírselo al Croissant Musicien o a Adanero. Seguro que lo incluyen en las Albóndigas).

Y sí, te doy la razón. Enganchan tanto unas como otros, sólo que la vivencia es tan distinta... que uno querría no tener que apurar las primeras y disfrutar muy a menudo de los segundos.

La música es la que nos suele enseñar siempre a nosotros.
Un beso fuerte María.


Fritus

Buenas noches mi querido Fritus. Ninguna entrada de las Variaciones está completa hasta que Vd. no ha pasado por aquí, que lo sepa. De modo que ahora sí vale la pena la entrada.
Efectivamente no es un brasileiro al uso de samba. Ni siquiera a lo Vinicius, Toquinho o Sergio Mendes. Menos aún a lo Baden Powel, pero le aseguro que su concierto fue una delicia.
Ayer me enteré de una posible razón por la que cambió el programa del concierto.
Por lo visto, él tenía que viajar en ese famoso avión Río de Janeiro-París que se perdió en el Atlántico hace algo más de un mes. Tuvo que cambiar el vuelo por cuestiones profesionales. Y, a lo que parece, desde entonces no es él. Está muy afectado y, a menudo, le cuesta concentrase y está ensimismado continuamente. Quizá por eso acortó el programa y lo hizo tan melancólico. Quizá la ausencia de los otros a los que no llegó a conocer le pudo mucho a la hora de decidir lo que necesitaba tocar.
Un beso muy fuerte.

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Desde que te vi condesita en Mega y en NáN se me ha hecho importante visitarte. Hoy no puedo resistirme a comentar y agradecerte la belleza que brindas. Nunca lo he visto en directo pero estoy segura de que el concierto fue tal como lo cuentas.
Graias.

Freia dijo...

Bienvenida siempreconhistorias

Me alegra que a pesar de la melancolía te hayan gustado las piezas de esta entrada. Y en especial me alegra mucho que te cuentes entre las asiduas de los blogs de Mega y Nàn. Eso ya imprime carácter.
Un saludo. Te prometo que, en cuanto pueda, me paso por tu blog.

Bienvenida de nuevo y gracias por la visita.