Un regalo de Sergio Astorga

viernes, 2 de noviembre de 2007

A mí me gusta, me gusta mucho



Fueron años de broncas, concentraciones, voces destempladas. Se iba a destruir uno de los entornos más antiguos y en uno de los barrios más señoriales de Madrid, para meter un cubo moderno de ladrillo, ¡qué horror! Mucha gente de bien se mostraba indignada porque iban a "cargarse" un emblema madrileño y, de paso, toda la articulación urbanística de la zona. La joya en cuestión era un claustro medio en ruinas, en un estado lamentable y cochambroso, que los frailes usaban para meriendas en bodas y comuniones, pero eso no importaba: era el claustro y el barrio de los Jerónimos y no se podía consentir. Pusieron a caldo al arquitecto, al director del museo, a la ministra de Cultura. Se manifestaban a diario, pletóricos de santa indignación para evitar que se cometiese tamaña iniquidad. Menos mal que de poco les valió. Hoy, trece años después, pocas voces se alzan en contra de la ampliación más importante que ha experimentado el edificio del Museo del Prado en sus dos siglos largos de historia, y de la que probablemente sea la transformación urbanística más espectacular de una zona emblemática del Madrid histórico, a lo largo del XX y lo poco que va de XXI.

Y a mí me gusta, siempre me gustó. Desde que vi y leí el informe, una vez aprobado el segundo proyecto definitivo. Reconozco que siempre he sido muy de Moneo: la estación de Atocha, Bankinter, el cierre del Banco de España por su fachada oeste ( la que da a Marqués de Cubas) y esa maravilla en ladrillo que es el Museo Nacional de Arte Romano en Mérida (Bolche me trajo las primeras diapositivas antes de poder ir a verlo).

Y creo que me gusta con razón. No era fácil conjugar dos lenguajes arquitectónicos entre los que median dos siglos y Villanueva era y es mucho Villanueva. Además se jugaba no sólo con un espacio interno, sino que el arquitecto debía ceñirse necesariamente a otro, esta vez urbanístico, situado entre el edificio de los Jerónimos y la Real Academia de la Lengua, por un lado y el edificio del museo, por otra. Lo solucionó bien porque Rafael Moneo tuvo la suficiente humildad para saber que estaba proyectando y levantando la ampliación de un edificio, no un edificio nuevo y que además esa construcción era y es una de las joyas del neoclasicismo español, por lo que debía respetar las reglas del maestro que lo creó.

Y Moneo respetó el ladrillo, el espacio y la luz de Villanueva. Todos los elementos de su obra traducen a un lenguaje y una técnica modernos el vocabulario del arquitecto neoclásico. La misma morfología en una sintáxis diferente. El ladrillo del nuevo edificio es exactamente del mismo color que el del viejo Prado. El espacio se despliega en medio de una limpieza absoluta, como en aquél. La luz, esa luz que atraviesa toda la galería alta del antiguo Gabinete de Historia Natural es la misma que perfora el cubo desde el claustro hasta las salas bajas de exposición, articulada por la linterna.

Se ha repetido hasta la saciedad que Moneo ha cuidado los materiales y los detalles al máximo y es cierto. El rojo de los estucos de la Sala de las Musas es el mismo tono de los rojos pompeyanos y de los cuadros de Goya; las puertas, marcos, techos y forros de columnas en bronce tienen exactamente la aleación requerida; la piedra de granito es igual a la que ordena el ladrillo del edificio del XVIII. El techo del vestíbulo nuevo tiene un dibujo que se corresponde exactamente con el que forman los setos de boj, a los que sustenta. Son impecables los remates en esquinas y escaleras. Todo es un juego de texturas y materiales.

Pero también ha creado fantásticos puntos de fuga hacia el sur, dándole al Jardín Botánico toda la relevancia que se merece, tanto en el vestíbulo interior como en la resolución del bosque de boj, en el exterior del edificio. Ha devuelto al ábside de Villanueva todo el esplendor que la contaminación y los autocares permanentemente aparcados le escamoteaban. Ha creado nuevos espacios donde pasear, leer, oler. Y ha hecho de un claustro sucio y desvencijado la pieza escultórica más impresionante que un museo pueda tener. Trasladado piedra a piedra, restaurado, limpiado, colocado sobre un plinto de cemento del color exacto de la fachada sur de los Jerónimos, el claustro se nos aparece en relieve, impresionante, poderoso, magnífico. Un espacio recuperado y renovado para sentarse a descansar, leer o ver cómo trabajan los restauradores.

Me gusta el Prado. Lo siento como mío y como parte de una soberbia herencia común. A muchos les resultará exagerado, pero es mi segunda casa. No hay sitio después de la mía propia por el que deambule más a gusto. Siento también un profundo respeto por el continente, por el contenido y por la institución. Pero, sobre todo, disfruto en él y de él. Desde la primera vez , de la mano de mi padre, cuando tenía siete u ocho años hasta anteayer, de la de mi marido, en que mi vista disfrutaba con los nuevos espacios y la colección recuperada y reencontrada, he vivido muchas cosas en él como para que me resulte ajeno. De la mano también (esta vez en un sentido no tan estricto) de antiguos y admirados profesores (A. Pérez Sánchez, Isidro Bango Torviso, Fernando Marías Franco) empecé a conocer parte de sus riquezas, las he fotografiado con un detallismo casi obsesivo, las he aprehendido, mostrado, enseñado a los míos. Creo que hasta una vez incluso ligué. Por eso me alegra poder pasear y disfrutar este nuevo y luminoso Prado, con la cara recién lavada y vestido de domingo.

En este ya muy largo mes de horas muy bajas, con inexplicadas ausencias de algunos amigos, el regalo del nuevo museo, con sus estucos, bronces y espacios libres en fuga, aligera el ánimo y me reconcilia en parte con el exterior.

Una gran obra se merece una gran música. Como muy digna acompañante, os dejo con la Danza de Los Marineros, suite nº 2 de la Música Acuática de G.F. Händel. Compuesta más de setenta años antes de que Carlos III le encargara a Villanueva la construcción del Gabinete de Historia Natural (luego pinacoteca nacional), el Jardín Botánico y el Observatorio Astronómico, está ya sin embargo imbuída de ese espíritu racional, iluminista de la Ilustración, en el que el hombre era la medida de todas las cosas y se creía firmemente en su capacidad de alcanzar sabiduría, conocimiento y bondad, gracias exclusivamente a su inteligencia y esfuerzo.


11 comentarios:

Anónimo dijo...

Extraordinario post, amiga mía. Hacía mucho tiempo que no leía algo tan interesante en la blogosfera (pero, por favor, no se lo digas a nadie). Me has hecho recordar mis visitas a ese maravilloso recinto al que espero regresar, después de leer tu apasionado texto, ya con urgencia. Me has hecho recordar mi primera visita, también siendo un niño, y la impresión tan excitante que tuve. Lo recuerdo perfectamente. Ni siquiera en el Louvre he sentido palpitar el corazón tan velozmente. Gracias también por la música de Händel. Un regalo inesperado que te agradezco sinceramente.

RGAlmazán dijo...

El Prado ha sido para mí, sobre todo en mi adolescencia, un lugar de encuentro con los grandes pintores y conmigo mismo.
Tuve la suerte de tener un profesor que lo conocía perfectamente y sabía enseñar sus conocimientos. A mí me hizo entender la pintura y apasionarme con el arte.
Estuve viendo, hace meses, la ampliación del Prado que la abrieron para darla a conocer y coincido contigo. Me parece una obra digna de los tesoros que guarda. En cuanto a la adecuación de un estilo con doscientos años de diferencia, siempre levanta polémicas pero cuando se hace bien y se saben fundir los estilos, el resultado es magnífico como en este caso.
Los precedentes que me vienen a la memoria están en París. Basta darse cuenta de las polémicas que representaron en su día:
1. La Torre Eiffel
2. El George Pompidour y la reforma de Les Halles
3. La pirámide del Louvre

Me ha parecido una magnífica entrada. Da gusto acceder a tu casa, de puntillas. Se encuentra serenidad y conocimiento, tan alejado de la crispación y la ignomínia que abunda. Gracias Freia.

Salud y República

Salud

Freia dijo...

Gracias a los dos, Rafa y Manuel, por visitarme. Me alegra que también para vosotros el Prado sea algo más que un simple museo, que forme parte de vuestros recuerdos y experiencias, como de los míos. Por eso mi texto, necesariamente, tiene que ser apasionado.
Con relación a encajar lo moderno en lo antiguo, casi siempre hay polémica. Cuando alguien reprocha la mezcla, yo les digo que en la mayor parte de las catedrales españolas se funden el gótico o románico con el barroco y la gente no se espanta (y a veces es para espantarse). Prefiero para el Prado una ampliación que se note, a la que hizo Chueca Goitia, que se confunde con el original de Villanueva (de todas formas, las cosas se hacían así entonces).
Hiciste bien Rafa en ver el museo durante la preapertura porque disfrutaste de los espacios vacíos. Yo tuve la misma impresión que tú el 30 de abril cuando fui por primera vez. Esa sensación fantástica que se tenía al entrar en el vestíbulo o en las salas de exposiciones ha desaparecido. Lógicamente al meter el mobiliario en el primero y compartimentar las segundas para poner la exposición, la sensación espacial ha cambiado por completo. Cuando vayas, aunque haya más colas, procura entrar por la puerta de Velázquez para ver el efecto y la perspectiva de la Sala de las Musas . Estaría mejor sin el mostrador de información, pero en algún sitio hay que ponerlo.
Manuel, cuando pase esta furia de visitar el museo, intenta acercarte a Madrid. El otoño es increíble este año y hay, al menos, 7 ú 8 exposiciones del más alto nivel.
Uf, es que se trata del Prado y no paro.
Gracias por creer que mi casa es un remanso de serenidad. No sabéis el bien que me hace

Anónimo dijo...

Eso es, Freia, eso es: el espíritu nacido de la creencia de que el ser humano podía mejorar por sí mismo. Sin Dios y sin dioses. Y de atreverse a crear algo tan hermoso como cualquiera de las cosas atribuidas a la voluntad divina.

Porque en el Prado o ante la vidriera de la catedral de León, se me llena el pecho de una magnífica sensación de orgullo y casi de soberbia: el ser humano es más poderoso que Dios, porque en realidad el primero fue el que creó al segundo.

Freia dijo...

Pues sí abasedebien. El hombre impulsor de lo bello, lo inteligente y lo bueno, creador de su propio futuro, sin necesidad de adornos ni ayudas ni castigos desde las alturas. Sin soplos divinos, ni costillas de Adán(bueno, esto último es de no perdérselo). Además, si al menos los dioses de religiones monoteístas fueran tan divertidos como los griegos, romanos o germanos... seguiríamos sin creer en ellos pero nos divertiríamos más porque tendrían nuestros mismos defectos y debilidades. Lo malo es que desde hace muchos siglos se mata, se miente, se tortura, se invade en nombre de Dios o Alá, de manera que los individuos justifican lo que de más ruín tiene la condición humana, basándose en que se hace en nombre del poder divino.
¡Y que no escarmentamos..!

Anónimo dijo...

Voy a hacer un símil en relación a la ampliación es como si una familia con 4 hijos que tiene 2 habitaciones para dormir y un salón, decidiera comprar la casa del vecino, lo hace ejecuta la obra y la anexa toda al salón colocando como habitación nueva el cuarto de baño de la casa comprada, ¡¡le siguen faltando dos habitaciones!!,
Eso si la casa preciosa y con un jardín japones dentro…y luz a raudales.....pero:
La colección del prado son unos 8500 cuadros de buen formato, no llegan a estar colgados, antes de la ampliación unos 3000, andando en exposiciones prestados a veces hasta unos 500, con las paredes que han sacado se pueden colgar a lo sumo 500 y recolocar del Villanueva a lo sumo 200 o 500 más, (no está claro lo que se van a llevar al retiro) pero no más. Echar cuentas y se nos queda la mitad del prado todavía en los archivos.

¡¡¡Joder!!!, el prado tiene cerca de 60 tizianos, y después de unas cuantas visitas, para documentarme en esta vida http://www.anarkasis.com/eroticon/vasari/tiziano.htm
no he podido ver mas de 30. Si me frustro, residiendo en Madrid, imagínese a alguien que viene de Australia .... ay encima da con las órdenes de los vigilantes respecto a las fotos, que ya no se dan en ningún museo de Europa ¡¡excepto en Madrid!!

Mi conclusión que he repetido ya en otros blog es: "el dinero de los demás bien se gasta"
Siento no coincidir, en el fondo de la cuestión perdonen mi malhumor al respecto.

Freia dijo...

Anarkasis tienes todo el derecho del mundo a estar malhumorado al respecto. Con relación a lo que dices, intentaré ir por partes.
Seguramente tú sabrás el dato mejor que yo pero no conozco ningún museo que tenga expuesta toda su obra. Creo que algunos expertos en museología opinan que un museo debe tener una función mucho más pedagógica que la de ser un mero contenedor de cuadros. Yo particularmente estoy de acuerdo: me aterran esas salas del Louvre atiborradas de cuadros de arriba a abajo como en las tiendas de los anticuarios. ¡Qué agobio!, pero es exclusivamente mi opinión.
Vamos con Tiziano. Según mis datos, en el catálogo del Prado figuran 62 obras, de las que 21 directamente son copias, 1 es de atribución dudosa y 1 más se encuentra en depósito en el monasterio de El Escorial. Quedan unos 39 a valorar. No recuerdo ahora cuántos están expuestos en sala. Seguramente no todos tienen la misma calidad y es más que probable que unos cuantos tengan más mano de taller que del maestro, aunque estoy segura de que tú lo conoces mejor que yo y me puedes facilitar información. Yo, particularmente, dado que el espacio sigue siendo un problema, prefiero ver un Claudio Coello original y que se lleven al almacen el Tiziano de taller.
A veces incluso pienso que en sala hay cuadros que no deberían estar. En la sala del Greco hay más de uno y más de dos que se sabe de sobra que no son del griego, pero ahí siguen. Lo mismo cabría decir de algún que otro del Bosco.
Hasta donde yo sé El Casón del Buen Retiro ya no va a estar abierto al público. Hay serios problemas en la estructura del edificio y su acceso va a estar restringido a investigadores y expertos. Allí se ubicará la biblioteca y las salas de investigación. La colección del XIX que antes estaba allí pasa al edificio Villanueva, a todo el espacio que ha quedado libre puesto que almacén, salas de restauración, despachos, biblioteca, salas de investigación han salido del edificio antiguo. En mi opinión ahí caben más 200. De todas formas, el proyecto del Prado no está terminado. El Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro albergará, cuando esté acondicionado para ello, parte de la colección.
Yo entiendo que te cabrees, pero en algunas cosas no coincidimos muchos. (para eso están los blogs para poder disentir ¿no?) Prefiero menos cuadros en sala, pero con un nivel medio-alto a que estén todos todos expuestos. Para mí el Prado es el mejor museo del mundo en cuanto a calidad de cuadros, pero, sobre todo, calidad de lo expuesto. No nos engañemos: que en el Prado hay también cosas muy malas, mucha copia y mucha obra de taller. Para mí eso no desmerece al museo, pero tampoco siento un interés especial porque estén expuestas al público. Pienso que se ha conseguido bastante espacio, por supuesto no todo. El proyecto del Salón de Reinos seguirá adelante pero hay que dejar descansar al contribuyente de vez en cuando porque es un proyecto muy caro también, imagino.
Con respecto a las fotos tú sabes que hasta el 1 de octubre de 2006 se podía fotografiar libremente toda la colección permanente, siempre que no se usara flash ni trípode. Te lo dice una que se ha pasado horas y horas durante meses fotografiando en las salas. Pero como ni Dios hacía caso de las indicaciones y los flashes se disparaban continuamente el museo optó por prohibir la fotografía. También supongo yo que existirá una cuestión de derechos de imagen. El Prado saca un buen pellizco de venta de reproducciones que, a su vez revierten en beneficio del museo. A mí particularmente no me parece mal puesto que si uno acude a la página web puede descargarse un montón de reproducciones de cuadros de excelente calidad. Me ha parecido entenderte que la prohibición de fotografía sólo se da en Madrid. Lamento disentir: en el Louvre está prohibido fotografiar en una buena parte del museo (justo la que más interesa a los turistas). La National Gallery no admite fotografías hace tiempo (yo al menos no pude hacerlo en marzo de 2004). En Bruselas, las salas están tan faltas de luz que ni con un objetivo con estabilizador de imagen y el iso a 1600 se puede sacar gran cosa. El Museo de Arte Antiguo de Lisboa no permite, en absoluto, fotografías de ningún tipo.

Tomo nota de la dirección de tu página web y pienso visitarla mañana, en cuanto encuentre un hueco. Me alegra tener por visitante en mi bitácora a un forofo de la pintura erótica de Tiziano. Pásate por aquí de vez en cuando y danos novedades. Un saludo,

J. G Centeno dijo...

Has equivocado el título de la entrada, no te gusta mucho te ha enamorado. La entrada es excelente, de lo mejor que he leido en mucho tiempo, con un estilo perfectamente capaz de colocarte en el lugar descrito,has conseguido que me viera dentro de un lugar que he conocido tan bien como el Prado, te recuerdo que yo vivía a cinco minutos de Él, en la época en que era gratuito para los españoles con DNI. Tenerte como amiga es un placer, poderte quererte es un lujo, y lo que has escrito, creeme, enamora.

Gemma dijo...

Otro artículo redondo, Freia.

¡Qué suerte tener el Prado a un tiro de piedra... Envidia me das! En cuanto me deje caer por Madrid, procuraré tener en cuenta los sabios consejos que nos das.

(Por cierto, felicidades por el lifting)
;-)

Gemma dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Freia dijo...

¿Sabes Mega? Yo también daría algo por pasarme por la Isla de los Museos de Berlín y quedarme un rato delante del busto de Nefertiti. Si quieres, hacemos... ¡Tchass! y nos cambiamos.
¿A que me ha quedado bien el lifting? Ríete tú de las maravillas que hace el Dr. Chams ese con su cóctel misterioso... Y además indoloro.