Un regalo de Sergio Astorga

miércoles, 15 de agosto de 2007

La Flauta Mágica


Hace muchos años un compañe-ro de trabajo me confesaba, entre muerto de vergüenza y de risa, que había entrado en un cine de arte y ensayo a ver La flauta mágica pensando que, con ese título y además en sueco, tenía que ser porno duro. Para su desgracia y nuestra fortuna se trataba de la versión que hizo Bergman de la ópera de Mozart, cantada además en sueco.

La anécdota de mi amigo no es más que la otra cara de una misma moneda: ¿qué tiene esta ópera que, hasta los que no escuchan nunca este género la conocen? ¿Cómo, a pesar de haber sido maltratada en anuncios publicitarios, en chillonas versiones pop por "divillas de tres al cuarto", como contrapunto musical de comentarios deportivos y tantos otros ejemplos, ha podido mantenerse intacta y al mismo tiempo gozar del favor de todo el mundo? (Lo siento OSAPOSA, pero no me sale escribir de otra manera, de verdad). ¿Por qué de una misma partitura han salido cientos de versiones tan distintas? ¿Qué hace que la dirigida por Toscanini sea austera, la de Furtwängler, filosófica e íntima, la de Beecham, alegre y ligera y la de Solti, brillante y solemne?

Aunque los entendidos digan que, en sentido estricto, no es una ópera sino un singspiel (palabro que equivale, más o menos, a nuestra zarzuela), para mí es de las obras más hermosas de Mozart.

El éxito del estreno sorprendió al propio compositor. ¿Por la calidad de la música, porque estaba escrita en alemán, porque se trataba de una homenaje y una defensa de la masonería, tan popular en ese momento? Si fue así, parte de esas razones ya no serían motivo hoy en día precisamente de favor y éxito sino más bien lo contrario. ¿Qué factores se dan ahora para que siga gustando tanto: que la calidad de la partitura es indudable, que se mantiene actual, que habla de valores como la justicia, la igualdad, el valor del conocimiento? No sé yo si esos son valores en alza ahora precisamente.

Aunque uno de los números sagrados de la masonería sea el 3, para mí la Flauta es una obra dual: dos actos, parejas afines y contrapuestas continuamente. Dos planos en horizontal: uno, Sarastro, hombre, el día y la luz, el conocimiento, la sabiduría, la ecuanimidad y el sentido del perdón, lo apolíneo; en el otro lado (por supuesto a la izquierda), la Reina de la Noche, mujer, lo oscuro, la ignorancia, el deseo de venganza, la falsedad de la tierna y llorosa madre que oculta a la vengativa y poderosa reina (otra vez el 2), lo dionisiaco, en definitiva. Dos planos también, pero en vertical: por una parte, Papageno y Papagena, ignorantes, del vulgo, sencillos, simples, a quien les está negado entrar en el reino del conocimiento y que nunca podrán ser iniciados; por la otra, Tamino y Pamina, seguirán las normas, sufrirán y superarán los ritos de iniciación, alcanzarán la luz. Esa doble naturaleza está también en la música: hay sofisticadas fugas como las de la obertura (va dedicado a mi amigo Rasputín y su relación de amor-odio con Bach) y trozos sacados directamente del folclore popular alemán o austríaco.

Pero no solemos plantearnos razonamientos de este tipo cuando escuchamos música (al menos, no en un primer momento). Es probable que la dualidad no la sepamos pero la intuímos y se desprende continuamente de la obra. Todos somos, a veces, un poco como la Reina de la Noche, pero también nos sentimos solos como Papageno sin saber que tenemos al lado lo que con tanto ahínco buscamos. Casi todos queremos un mundo más justo, más equitativo, más igual. Casi todos hemos creído que era posible. Casi todos, lo queramos o no, pasamos por ritos de iniciación continuamente, desde que salimos a la luz, hasta que desaparecemos. Schikaneder, el director, productor, actor y autor del libreto y Mozart crearon arquetipos y la mayoría nos vemos reflejados en ellos.
A lo mejor el secreto está en que se trata un poco de todo... y por encima de ese todo, la música: los imposibles arpegios de la Reina de la Noche, la increíble nostalgia de Pamina, las dificilísimas partituras de los instrumentos de madera. Fuga y canción popular, bajos profundos y sopranos coloratura, 3 damas malas y 3 jóvenes buenos, bien y mal, luz y noche, conocimiento y oscuridad. En definitiva, el genial, atormentado, trastocador de notas y muerto de hambre Mozart, apenas 4 meses antes de morir.

¡Uf, qué largo! Intentaré no dejarme llevar tanto por el entusiasmo.

PS. Como todavía ando pegándome con el blog no soy capaz de poner mi foto. En cuanto aprenda me veréis la cara. ¡Ah! Para los que consigan llegar al final. A pie de blog hay una foto que procuraré ir cambiando cada poco tiempo. Siempre suelo ir con una cámara en el bolso y soy de dedo rápido: os aseguro que daré la tabarra.

4 comentarios:

AF dijo...

Pues esa duda que te asalta sobre las razones de que "La Flauta Mágica" siga siendo popular (yo diría lo mismo de más bras de Mozart, pero bueno...) se despeja, creo yo, pensando que siempre ha sido una música popular, y aunqe en otras épocas no ha habido, evidentemente, la misma facilidad de reproducir la música y que la gente la escuchase, también creo que ha habido métodos alternativos de que ciertas músicas pasaran de unas personas a otras y de unas generaciones a otras. Pienso que algunos pasajes de La Fauta Mágica pueden haberse beneficiado de ese proceso.

Como veo que ya has descubierto cómo poner foto tuya, no hace falta que te asesore (por cierto, ¡qué jovencita te mantienes!)

Un saludo.

Freia dijo...

Hola AF:
He logrado poner una foto en el blog pero no en el perfil, así que cualquier ayuda será muy bien recibida. No digo ya nada de subir música: es que no sé ni por dónde cogerlo... y eso en una bitácora como ésta chirría que no veas.

Yo también creo que hay muchas obras de Mozart populares (menos mal). Pero, en ese sentido, la ópera es un género aparte, quizá junto con la música de cámara. Hay gente a la que le da miedo acceder a la ópera porque piensa que es rimbombante y aburrida y gente que está empeñada en que la ópera sea de uso y disfrute exclusivo de una minoría "intelectualmente avanzada". (je, je, qué risa algunos términos y quienes los usan). Muchas personas conocen ciertos pasajes famosos de muchas óperas, pero en el caso de la Flauta la cosa va más allá: se conoce la ópera entera, el argumento, se representa hasta en marionetas. Para mí, eso ya no es tan habitual; por eso me alegro de que ciertas obras puedan atravesar la barreras de las "élites" y llegar al gran público sin excesivas manipulaciones ni deterioros. Porque también aquí se confunde popular con popularecho y hay quienes creen que la gente sólo puede "acceder" a ciertas obras si éstas están previamente traducidas al pop, jazz, etc. (que conste que en este terreno no generalizo: hay curiosas, originales y muy dignas versiones "a la moderna".

Un saludo AF

J. G Centeno dijo...

Si empezamos a hablar de Wolfgang A., y hacemos el esfuerzo de olvidar el estereotipo de memo que le colocó Forman en su película, es que empezamos a ponernos de acuerdo, y que conste que a mi J. S. Bach me gusta mucho. Disfruto de varias versiones de la Flauta mágica, pero sin duda la que más me llena es una de la Filarmónica de Viena dirigida por Georg Solti con el coro de la Ópera del Estado de Viena y en la que cantan, ni más ni menos, que:Pilar Lorengar, Christina Deutekom, Stuart Burrows, Dietrich Fischer-Dieskau, Hermann Prey y Martti Tavela , sobre todo lo de Fischer-Dieskau es como para morirse de gusto. Esta versión Freia la debe conocer bien, porque me la regaló ella (como tantas cosas que han contribuido a mi educación musical)

Freia dijo...

Gracias Javier-Rasputín, aunque exageres (o quizá también por eso). No es casual haber comenzado el blog con la Flauta.

Un par de sugerencias (para ti y para todo el que quiera): como te gusta tanto Fischer-Dieskau haciendo de narrador en la versión de Solti, prueba a escucharlo en el papel de Papageno. Dir.Karl Böhm, Filarmónica de Berlín. Deutsche Grammophon (la original era de Polydor), 1964.
En la música, como en todo, se tienen debilidades. La mía es Lucia Popp y si hablamos de la Flauta Mágica con mayor razón. Hizo varios papeles: como Reina de la Noche yo tengo y recomiendo la versión de Klemperer, Orquesta Philarmonia, Emi, 1964; como Pamina puedes encontrar la famosa aria Ach ich fühl's en una recopilación de Grandes Cantantes Mozartianos que sacó EL PAIS en febrero o marzo de 2006.
Si algún otro se apunta, me encantaría conocer vuestra opinión.
(la FNAC y el Corte Inglés tienen probadores de discos: se pueden escuchar gratis con toda tranquilidad).
Salud y besos