Un regalo de Sergio Astorga

lunes, 17 de diciembre de 2007

Tannhäuser, Elisabeth y Wolfram

Hoy toca Wagner. Sí, sí, don Ricardo, ése que asusta tanto. Ése cuya música es considerada por muchos signo inequívoco de pesadez y aburrimiento, capaz de dormir a las ovejas, soporífera en dosis cuasi letales. A mí también me pasó, pero hoy sus óperas me fascinan y estoy firmemente convencida de que para muchos son como la tónica: todos echan pestes de ellas, pero la mayoría las han probado poco, muy poco o nada.

Hoy quiero hablar de Wagner y del amor. Porque el amor es el hilo conductor de la mayor parte de sus obras, lo impregna todo. Y en Wagner el amor es más poderoso que la muerte, es el que purifica y salva, el que se entrega y redime.

También quiero reseñar que frente al papel a que tradicionalmente se había relegado a la mujer, como intermediaria o causante directa de la perdición física y espiritual de los hombres, Wagner le otorga el mucho más digno, noble y elevado de ser la que se inmola, la que contrarresta con su muerte el daño o el sufrimiento, la hembra redentora y salvífica, a costa casi siempre de entregar su vida a cambio, por propia voluntad.

Las óperas de Wagner fueron concebidas y creadas como un todo. No hay que perder de vista que son suyos tanto la espléndida música como los bellísimos textos; de ahí su coherencia. Pues bien, de su producción total, nunca he disimulado mi preferencia por tres de ellas: El Holandés Errante (también llamada el Buque Fantasma), El Oro del Rhin y Tannhäuser. En las tres aparece el amor como fuerza vivificadora y última. Fasolt se deja matar a causa de su adorada Freia y es inmolado ante ella, aunque su gesto sólo merezca desprecio por parte de la más hermosa y frívola de las diosas del Walhall. Senta se arroja por el acantilado para romper la maldición que condena a su soñado y presentido Holandés a vagar eternamente por los mares y, de este modo, lograr para él el descanso eterno. No obstante, no son los únicos casos que se dan en su obra. También podríamos considerar la historia de Tristán e Isolda como la del amor más poderoso que la muerte o la saga de Wotan, que se podría encuadrar dentro del mismo tema, aunque él tendra que esperar toda una tetralogía. No podemos olvidar que Wagner abanderó la música alemana romántica, en una época histórica en que todas estas manifestaciones reforzaban además los ideales y el concepto mismo de una nación recién nacida. Quizá otro día haga alguna entrada sobre alguna de las dos primeras, pero hoy quisiera centrarme en la tercera: Tannhäuser.

El argumento tiene como protagonista a Tannhäuser, un minnesinger del medievo. La ópera comienza en el Monte de Venus donde nuestro héroe yace en brazos de la diosa. Sin embargo, añorando su tierra y aburrido de una vida de placeres, está resuelto a volver a su patria. Venus se enfada con él y lo amenaza pero cuando el poeta menciona el nombre de María, el reino de la diosa desaparece y nuestro poeta se encuentra a la puerta del castillo de Wartburg, en Turingia, su tierra.
Al ver pasar a unos peregrinos, Tannhäuser se arrepiente de su vida anterior y pide perdón a la Virgen. A lo lejos se oyen cuernos de caza: es el landgrave de Turingia y los cantores Walter, Wolfram y Biterolf, antiguos compañeros y amigos de nuestro poeta. Al reconocerlo, se alegran de su regreso y lo aceptan de nuevo. Él les dice que sólo está de paso pero cuando le mencionan que la sobrina del landrave, Elisabeth (a la que Wolfram ama sin esperanzas) sigue enamorada de él y le espera, decide quedarse. El reencuentro de los dos amados en el castillo es cálido pero él le oculta su vida pasada.
Se convoca un concurso de canto para ese mismo día y Tannhäuser decide participar, animando a sus amigos y contricantes a buscar en la esencia del amor la inspiración de sus cantos. Comienza Wolfram, que hace una alabanza del amor elevado y puro. Él, sin embargo, con un extraño aire de ensoñación, le contesta mediante un poema que loa el amor sensual y terreno. Todos se indignan e intentan atacarlo con sus espadas. Elisabeth lo protege con su propio cuerpo. Tannhäuser de pronto parece despertar de un sueño y los nobles, apiadados, lo condenan a ir a Roma como peregrino para lograr el perdón del Santo Padre. Tannhäuser acepta el castigo.
Elisabeth y Wolfram esperan cada día el regreso del peregrino. Elisabeth, desesperada porque no vuelve, piensa que la salvación de su amado es imposible y le ruega a la Virgen que la lleve con ella, a cambio de la salvación espiritual de Tannhäuser. Wolfran intenta detenerla, pero es rechazado. Se aleja tristísimo hacia el bosque contemplando cómo ella camina hacia la muerte . Pide a la estrella del anochecer que salude a su amor cuando la vea pasar, convertida ya en ángel.
Tannhäuser regresa. A su petición de perdón, el Papa responde que así como su báculo nunca florecerá, así nunca le serán perdonados tan graves pecados. El cantor le dice a su amigo que vuelve al Monte de Venus. Éste intenta detenerlo, pero una bruma espesa cubre el valle: es la diosa que regresa a recuperar a su amado. Wolfram intenta de nuevo detenerlo y le menciona a Elisabeth contándole lo que ha hecho por él. De repente, el reino de Venus y la niebla desaparecen.
Ha llegado el alba y un cortejo fúnebre trae el cuerpo de Elisabeth. Tannhäuser mencionando el nombre de su amada santificado, cae muerto junto a ella. Sale el sol. Un grupo de jóvenes peregrinos regresa de Roma diciendo que el báculo del Santo Padre ha florecido. Tannhäuser se ha salvado. El landgrave y los amigos cantores anuncian que por fin el pecador ha alcanzado la paz perpetua.
[Para quien esté interesado en el texto en alemán, puede serle útil esta página. Para la traducción al castellano y el estudio de la obra wagneriana en general y de Tannhäuser en particular, recomiendo los estudios de Ángel Fernando Mayo, probablemente el mayor especialista español en Wagner . La traducción que aparece en esta entrada no es mía. Me habría gustado dar el nombre del traductor de este libreto editado por Orbis-Fabbri, pero no aparece. Me temo que es un mal que afecta a más de un editor (cada vez menos por fortuna)].


Primero tenemos a Tannhäuser el caballero que, cansado de los placeres mundanos que Venus y su amor profano puedan brindarle, regresa a la patria y al amor que abandonó, buscando un camino de perfección que él mismo no tiene muy claro. Cuando en el concurso opone al canto de su amigo Wolfram (una oda al amor más puro y elevado), el suyo propio (ensalzando el amor sensual y profano), se convierte en un personaje aún más atormentado. Ama de verdad a Elisabeth pero se encuentra siempre dividido entre ella y Venus, que insinuante y cercana, se le ofrece abiertamente. Así cantan su idea del amor Wolfran y Tannhäuser en el concurso de Wartburg, gracias a las voces de Bernd Weikl y Klaus König :





WOLFRAM.

Blick ich umher in diesem edlen Kreise,
welch hoher Anblick macht mein Herz erglühn!
So viel der Helden, tapfer, deutsch und weise,
ein stolzer Eichwald, herrlich, frisch und grün;
und hold und tugendsam erblick ich Frauen,
lieblicher Blüten düftereichster Kranz.
Es wird der Blick wohl trunken mir vom Schauen,
mein Lied verstummt vor solcher Anmut Glanz.
Da blick ich auf zu einem nur der Sterne,
der an dem Himmel, der mich blendet, steht:
es sammelt sich mein Geist aus jeder Ferne,
andächtig sinkt die Seele in Gebet.
Und sieh, mir zeiget sich ein Wunderbronnen,
in den mein Geist voll hohen Staunens blickt;
aus ihm er schöpfet gnadenreiche Wonnen,
durch die mein Herz er namenlos erquickt.
Und nimmer möcht ich diesen Bronnen trüben,
berühren nicht den Quell mit frevlem Mut:
in Anbetung möcht ich mich opfernd üben,
vergießen froh mein letztes Herzensblut!
Ihr Edlen mögt in diesen Worten lesen,
wie ich erkenn der Liebe reinstes Wesen.
(...)
TANNHÄUSER

Auch ich darf mich so glücklich nennen
zu schaun, was, Wolfram, du geschaut.
Wer sollte nicht den Bronnen kennen?
Hör, seine Tugend preis ich laut!
Doch, ohne Sehnsucht heiß zu fühlen
ich seinem Quell nicht nahen kann;
des Durstes Brennen muß ich kühlen,
getrost leg ich die Lippen an
in vollen Zügen trink ich Wonnen,
in die kein Zagen je sich mischt,
denn unversiegbar ist der Bronnen,
wie mein Verlangen nie erlischt.
So, daß mein Sehnen ewig brenne,
lab an dem Quell ich ewig mich.
Und wisse, Wolfram, so erkenne
der Liebe wahrstes Wesen ich!

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WOLFRAM

Cuando miro a este círculo tan noble
¡esta visión tan elevada hace
que mi corazón se enardezca!
Veo a muchos de esos héroes, bravos, nobles y
sabios cual orgulloso robledal, señorial, fresco
y verde, y veo graciosas y virtuosas mujeres
cual hermosas flores de una rica corona
perfumada. Sólo mirarlas ya me embriaga
y la canción se me interrumpe
al ver tanta gracia brillar.
Por ello, alzo la vista hacia una sola
de las estrellas que se halla en medio de
ese cielo deslumbrante; mi espíritu se le une
a través de la distancia y, pensativa,
mi alma se hunde en una plegaria.
¡Mirad! Una fuente maravillosa
se me aparece y mi espíritu
la contempla con gran admiración;
de ella brotan maravillas llenas de gracia
que hacen latir mi corazón con indescriptible
alegría. Ojalá que nunca ensucie esa fuente,
que con maligna osadía no enfangue sus
aguas; para adorarlas quisiera ofrecerme en
sacrificio, y derramar hasta la última gota
de sangre de mi corazón.
Vosotros, señores, por mis palabras, entenderéis
cçomo concibo yo la forma más pura del amor.
(...)
TANNHÄUSER

¡Yo también puedo llamarme afortunado,
pues he visto, Wolfram, lo mismo que tú has
visto! ¿quién no conoce esa fuente?
¡Öyeme, yo alabo en voz alta su virtud!
Sin embargo, no me puedo acercar a esa
fuente sin un sentimiento de cálido deseo.
El ardor de mi sed tengo que refrescarlo
y confiadamente acerco mis labios a ella.
A bocanadas bebo de sus placeres,
sin ninguna preocupación,
pues la fuente es inagotable,
del mismo modo que insaciable es mi deseo.
Así, para que mi ansia pueda arder eternamente,
me refresco eternamente en esa fuente.
Quiero que sepas, Wolfram, que es así como
conozco al amor en su más auténtica forma.


Elisabeth, la dama del caballero y trovador. La que durante años espera su regreso, la que lo defiende de los otros cantores cuando quieren abalanzarse sobre el héroe caído. Será ella también la que logre salvar el alma del hasta entonces irredento Tannhäuser, ofreciendo su vida a cambio. La voz de Marianne Schech da vida a la oración:





Allmächt'ge Jungfrau! Hör mein Flehen!
Zu dir, Gepries'ne, rufe ich!
Laß mich im Staub vor dir vergehen,
o! nimm von dieser Erde mich!
Mach, daß ich rein und engelgleich
eingehe in dein selig Reich!
Wenn je in tör'gem Wahn befangen
mein Herz sich abgewandt von dir,
wenn je ein sündiges Verlangen,
ein weltlich Sehnen keimt in mir: –
so rang ich unter tausend Schmerzen,
daß ich es töt in meinem Herzen. –
Doch, konnt ich jeden Fehl nicht büßen,
so nimm dich gnädig meiner an!
Daß ich mit demutvollem Grüßen
als würd'ge Magd dir nahen kann, –
um deiner Gnaden reichste Huld
nur anzuflehn für seine Schuld!

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Virgen todopoderosa, oye mi plegaria!
A ti, bendita, te imploro!
Déjame morir aquí echada en el polvo,
¡oh, llévame a tu lado!
¡Haz que pura como los ángeles
entre en tu reino celestial!
Si alguna vez me he dejado llevar por una ilusión
engañosa, y mi corazón se ha apartado de ti,
si alguna vez un deseo pecaminoso,
un ansia mundana ha nacido en mí,
¡he luchado y he sufrido mil torturas
para matarla en mi corazón!
Pero aunque no haya expiado todas mis faltas,
¡acógeme en tu gracia,
para que pueda saludarte humildemente
cuando pueda aproximarme a ti como digna sierva
tuya y favorecida por tu gracia
rogar y expiar su culpa!

Tannhäuser y Elisabeth son los protagonistas pero, para mí, es Wolfram von Eschenbach el personaje de sentimientos más altos y puros. El que demuestra un amor noble, leal y desinteresado hacia el amigo, al que acoge y honra y también el que ama en silencio y sin esperanzas a la dama de éste, con un amor imposible, hermoso y desinteresado también. Es él el que, cuando Elisabeth pasa sin verlo, camino de la muerte, le dedica los versos más generosos, enamorados, tristes y esperanzados a un tiempo de toda la ópera. Canta Karl Paul:






Wie Todesahnung Dämmrung deckt die Lande,
umhüllt das Tal mit schwärzlichem Gewande;
der Seele, die nach jenen Höh'n verlangt,
vor ihrem Flug durch Nacht und Grausen bangt.
Da scheinest du, o lieblichster der Sterne,
dein sanftes Licht entsendest du der Ferne,
die nächt'ge Dämmrung teilt dein lieber Strahl,
und freundlich zeigst du den Weg aus dem Tal.
O Du mein holder Abendstern,
wohl grüßt ich immer dich so gern;
vom Herzen, das sie nie verriet,
grüße sie, wenn sie vorbei dir zieht,
wenn sie entschwebt dem Tal der Erden,
ein sel'ger Engel dort zu werden!

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Como un anuncio de muerte,
el ocaso cubre la tierra;
envuelve el valle con un manto de luto;
el alma, que suspira por las alturas celestes,
se estremece ante su avance a través de la
noche y el terror.
Ahí brillas tú, la más amada de las esstrellas,
y envías tu amable luz desde la lejanía;
la caída de la noche comparte
tu hermoso rayo de luz,
y amigablemente señalas el camino
de salida del valle.
¡Oh, tú, graciosa estrella vespertina,
te saludo siempre con gran placer; de parte
de mi corazón, que nunca la ha traicionado,
salúdala cuando la veas pasar junto a ti,
cuando se libre del valle de la tierra
para convertirse en un ángel puro en el cielo!

¡Ay! (suspiro). Permitidme que me apropie de uno de los más bellos versos de Lope de Vega y de toda la literatura en castellano, para terminar mi entrada:

"... esto es amor; quien lo probó, lo sabe"

9 comentarios:

Anónimo dijo...

he corrido página que me duele el dedo ,
y,
solo no he hecho clic, en el texto en alemán, pero juro que he probado otra vez el amor ese de Elizabeta hasta el final,
y que no es lo mio ¡vamos!
si no has conseguido que me enganche despues de tu excelente post, ya no lo va ha conseguir nadie,
aún así me doy otra oportunidad contigo, me parece que el empeño didáctico que pones lo merece, yo como don patata, el oido esquinao
igual termino "flipando wagner" gracias a tí,
AL TIEMPO

Freia dijo...

Ja,Ja Anarkasis. A ver si te va a pasar lo que a Woody Allen que cuando oye música de Wagner le entran ganas de invadir Polonia.
Un abrazo

Gemma dijo...

Freia, ¿por qué en Wagner el amor es siempre un motivo de sacrificio sobrehumano? Parece como si el compositor alemán creyese más en la imposibilidad del amor que en el amor mismo...

(...Al menos esa fue la impresión que tuve tras ver Tristán e Isolda).

Freia dijo...

La verdad es que no soy una experta pero no estoy de acuerdo exactamente con lo que planteas. Pienso que sí cree en el amor, pero no hay que olvidar que es un músico romántico, que lleva el romanticismo hasta sus últimas consecuencias: la creencia en un ideal amoroso que trasciende la muerte, la imposibilidad del amor consumado (probablemente dentro de la dualidad amor profano-amor sacro), la religión como expresión estética y ética, no necesariamente cargada de ideología, el sentimiento nacionalista, lo dionisiaco frente a lo apolíneo, la creencia frente a la razón. Imagino además que el amor no consumado, el sobrehumano, el que libera a costa de la propia muerte es un tema trágico en sí mismo y las óperas de Wagner son tragedias, yo al menos las considero como tal. También, si te fijas, y por ser tragedias precisamente, sus personajes se convierten en arquetipos, atemporales. Creo que la necesidad de trascender es profundamente romántica, al igual que los amores no consumados, pero eso también es amor.
Espero que hayas disfrutado con el texto, si no lo conocías. (el resto se debe de haber dormido)
Un abrazo,

Gemma dijo...

Supongo que, como dices, se trata de un motivo profundamente romántico. También me sorprende (sin poder evitar sentir cierta extrañeza por ello) que tal sentimiento sea capaz de desencadenar por sí sólo toda esa tragedia tan wagneriana siempre, tan épica también. (De ahí que, en ocasiones, parezca más una maldición que una bendición...)

No conocía el texto. Tu selección no sólo me ha gustado mucho (preciosa la "Estrella vespertina"); sino que también he podido escuchar las arias mientras leía en alemán (tras una primera lectura en español, jeje).

Los resúmenes que nos ofreces son de gran ayuda, por cierto, muy esclarecedores; parece como si nos hubieras contado las distintas escenas acto por acto...

Un verdadero disfrute, gracias.
;-)

Freia dijo...

Menos mal que Mega y Anarkasis están siempre ahí inasequibles al desaliento. El resto seguramente se ha dormido con la plegaria de Elisabeth.

Probablemente si Wagner viera el amor como una bendición, se quedaría sin argumento para la tragedia. Además, a veces el amor es una auténtica maldición. Que se lo digan al pobre Wolfram, que iba de amigo de la chica.
En el resumen intenté ir escena por escena. Quizá fue demasiado largo pero para que se entendiera un pco el sentido de la obra, pensé que era necesario.
Aprovecha y disfruta el alemán. A mí, que no pasé del Grundstufe se me está borrando del disco duro a una velocidad pasmosa y mira que me da rabia.
Un abrazo,

Tanhäuser dijo...

Un artículo magnífico, Freia.

¿Sabes? en primavera representarán Tannhäuser en el Liceo y... ¡tengo entradas! Ya te contaré.

Un abrazo enorme

Freia dijo...

Esa sí que es envidia gorda y de la malsana además. Hace años que no voy a la Opera, desde que se pasó en Madrid desde la Zarzuela al Real: los precios son prohibitivos cuando es el elenco titular, aparte de que me parece inmoral pagar esas cantidades. ¿Menos mal que están los DVD!
Espero que luego me cuentes cómo ha sido la representación, con pelos y señales.
Siento una querencia especial por Tannhäuser; me parece una ópera bellísima. No es casual que alguien por ahí, en la blogosfera lleve su casi nombre.
Un abrazo muy fuerte.

Tanhäuser dijo...

Un abrazo, Freia :)